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Semana Santa 2024

Él Vino Desde Tan Lejos
Para Animarnos

El estadio de Tokyo Dome se inundó de gritos de júbilo. El público enloqueció. Los aplausos resonaron como cien truenos. Pero allí no se celebraba ningún partido de Baseball. El público aplaudía por la llegada del Papa Francisco. Después de 38 años, el vicario de Cristo en la Tierra, el que calza las sandalias del pescador estaba con nosotros, en esta tierra tan alejada de la cultura cristiana.

 

Ha sido para mí un día lleno de bendiciones, ya que no esperaba ir a la misa del Papa. Como ya había tenido la suerte de verle con mis propios ojos en la JMJ de Polonia, al principio, pensé ceder mi sitio en el Tokyo Dome a alguna otra persona que quisiera verle. Pero Dios tenía otros planes para mí. Al principio me pidieron que cantara en el coro porque necesitaban voces masculinas y más tarde el P. Hanafusa me pidió que rezara una oración de los fieles en español, y en ese momento no podía imaginar la gran bendición que estaba recibiendo.


No pensé que estaría sentado en el altar blanco, a pocos metros del asiento del sumo pontífice.

Cuando le vi entrar en el estadio sobre el Papa Móvil bendiciendo a la gente le vi sonriente y animado en las pantallas, pero cuando empezó la misa y le vi sentarse en el asiento, me fijé que su cara tenía unas arrugas que no se podían apreciar en las pantallas. Las cámaras le favorecen, pero visto a simple vista al natural parece mucho mayor de lo que cualquiera se podría imaginar. Estaba débil, fatigado, caminando con dificultad. Me fijé en su rostro y vi exactamente la misma expresión que captaron las cámaras del mundo entero justamente el día después del Cónclave. Era un rostro serio y meditabundo, consciente de la gran responsabilidad que gravita sobre sus espaldas.


Sus palabras no fueron las que suele pronunciar un político para ganarse la confianza del pueblo. Sus palabras eran las de un hombre que tenía que ir con la verdad por delante, es decir, las palabras que debe pronunciar poniendo su boca a disposición del Espíritu Santo, para dar testimonio de la Verdad.


Él vino desde tan lejos para animarnos, para decirnos que no caigamos en la tentación de las guerras y de las armas nucleares, para decirnos que esta sociedad japonesa debe proteger y dar esperanza e ilusión a los jóvenes y proteger toda Vida. Vino a nuestras lejanas tierras para bendecirnos. Todos los que estábamos allí y los que lo vieron por los medios de comunicación, fuimos testigos oculares de su bendición, y los que rezamos las oraciones de los fieles, pudimos ver de cerca cómo bendecía a todo Japón haciendo la señal de la cruz.

 

¡Japón es dichoso porque ha recibido la bendición del vicario de Cristo en la Tierra!
NN

 

 

 
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