Un Saludo de Pascua
Hace unos pocos días recibí una carta con un saludo de felicitación por la pascua, la cual comparto con todas aquellas personas que estén dispuestas a leerlo. SE LOS RECOMIENDO
El mundo hoy y siempre tiene necesidad de ver en nosotros apóstoles que, creyendo en la palabra del Señor, en su resurrección y en la vida eterna, entreguen su vida terrena para dar testimonio de la realidad de este amor que se ofrece a todos los hombres».
(Beata María Inés Teresa, Carta Colectiva Diciembre 1977).
Con inmenso gozo y esperanza deseo a cada uno y a cada una ¡Feliz y Santa Pascua de Resurrección! Para ello, encuentro muy hermosas las palabras de nuestro querido Papa Francisco que en la Audiencia General del miércoles santo nos ayudó a entrar en el Misterio Pascual de Cristo con una luz especial y así poder vivir en plenitud este Triduo a pesar de las circunstancias por las que estamos pasando en todo el mundo:
... Es el amor de Dios que en la Pascua sanó nuestro pecado con su perdón, que hizo de la muerte un pasaje de vida, que cambió nuestro miedo en confianza, nuestra angustia en esperanza. La Pascua nos dice que Dios puede convertir todo en bien. Que con Él podemos confiar verdaderamente en que todo saldrá bien. Y esta no es una ilusión, porque la muerte y resurrección de Jesús no son una ilusión: ¡fue una verdad! Por eso en la mañana de Pascua se nos dice: “¡No tengáis miedo!” (cf. Mt 28,5). Y las angustiosas preguntas sobre el mal no se esfuman de repente, pero encuentran en el Resucitado la base sólida que nos permite no naufragar...» (Papa Francisco 8 de abril 2020)
Qué consoladoras palabras de nuestro Dulce Cristo en la tierra, y no sólo éstas, sino su gran ejemplo de confianza, de solidaridad con todos los que sufren o los que están en primera línea luchando para vencer esta epidemia; nos invitan a no desfallecer en el cansancio o la impaciencia, sino a dar a todos los que nos rodean, razones de nuestra esperanza.
¡Cristo ha resucitado! Y con su claridad ilumina al pueblo rescatado con su Sangre, por lo que llenos de confianza, elevamos hoy más que nunca la súplica de los discípulos de Emaús: “¡Quédate con nosotros Señor, que se hace tarde!”… Tú que has padecido incluso la muerte y muerte de cruz, quédate con tantos hermanos nuestros que sufren las consecuencias colaterales de esta pandemia, quédate con cada uno de tus hijos que en Ti esperamos y parte para nosotros el Pan… ese Pan de Vida que tantos hermanas y hermanos nuestros no pueden gustar en este tiempo, quédate en el corazón de cada uno, que es el mejor Sagrario donde has decidido habitar… quédate y sana nuestra humanidad enferma. (MGHM)
Hasta aquí el saludo que he recibido y que al mismo tiempo puedo llamar misión, ya que es un fuerte llamado a ser consciente que en este tiempo que nos encontramos privados de participar de la santa misa y recibir la Eucaristía, es también un tiempo privilegiado para recordar que Dios siempre están conmigo, es más está dentro de mí porque ha querido quedarse conmigo y eso me hace responsable de transmitirlo a todas las personas que me rodean.
isch