(Hechos de los Apóstoles, 2:42 a 47)

Todos en uno, compartieron todas las cosas, vendieron todas las posesiones y lo repartieron según la necesidad de cada uno. Iban al templo a orar, luego en cada casa partían el pan y comían con alegría y con el corazón. El Señor fue incluyendo nuevos aliados día a día.”

Este sistema social perfecta, es completamente diferente a la del comunismo. Porque el comunismo es ateo y los discípulos no lo eran, sino que eligieron este modo de vivir porque creían profundamente en Dios.

Como es natural, la gente se unía a ellos viendo la clase de vida tan encantadora que llevaban.

Sin embargo, este modelo de vida tan admirable fue decayendo. El motivo es lo siguiente: Es el egoísmo que busca avaramente los beneficios. El egoísta que solo piensa en sus propios beneficios y no le importa las personas necesitadas, no permite nunca que se comparta lo suyo, porque sale perdiendo. Otra causa es que como se comparte todo, tengas o no trabajo, uno empieza a tener unos valores tan egoístas y se dice a sí mismo que es mejor no trabajar en ese caso. Como los que no piensan en los demás se vuelve perezoso, la crisis provoca la quiebra de las empresas medianas y pequeñas y se baja la productividad.

Por eso Jesús insistió en el punto de que debemos

tener cuidado con cualquier egoísmo (Lucas, 12:13 a 21)”

Aceptemos la verdad que nos está queriendo enseñar esta amarga experiencia del Covid-19, y hagamos una sociedad mejor cuando acabe esta tormenta. Pensemos en la verdad de que la postura de ayudarnos y compartir mutuamente nos lleva a la Salvación.

Hay un proverbio japonés que dice,

la piedad no vale solamente para el prójimo”.

Profundicemos lo que significa este proverbio, y pongamos como base la iglesia primitiva en el nuevo mundo en medio del capitalismo.

J. Garralda