El malo saca de su interior cosas malas. La boca rebela lo que mana del corazón.” Las cosas buenas o malas que digo, salen de mi boca, porque sale de mi corazón. ¡Vaya!

La boca de los que son fieles al Señor rebela sabiduría y su lengua anuncia la verdad. La palabra del Señor está siempre en su corazón. (Salmo, 37:30-31)” Es un alivio saberlo.

El resultado negativo fue que muchos discípulos que acababan de oír eso tan increíble, se alejaron de Él y dejaron de seguirle. Los que no eran firmes se separaron del Maestro. Las plantas débiles son siempre las que son arrancadas cuando hay una tempestad. Era un resultado que Jesús siempre lo vio venir. Pero Jesús rebela la verdad siempre sin ánimo de tener éxito.

Por otra parte, hubo también resultados positivos. Simón Pedro dijo, “Señor, ¿a quién podemos seguir dejándote a Ti? Tú tienes palabra de Vida Eterna. Nosotros sabemos y creemos que Tú eres el Santo de Dios. (Juan, 6:60-69)”. Tras hacer este acto de fe, los que eran firmes tuvieron una fe más fuerte.

Tratemos de sacar de nuestros corazones palabras alegres que entusiasmen a la gente, cuando hablemos con las personas. Hablemos de cosas buenas que salgan de nuestro corazón. Aunque veamos algo malo, muchas veces conviene guardar silencio sabiamente.

También hay momentos en la vida que debemos decir cosas duras. En tal caso, pongámonos en su lugar, oigamos lo que tiene que decir, y charlemos deseando que la persona que tienes delante de ti crezca, y digámosle la verdad que duele para que esa persona recapacite.

Si tenemos por costumbre sacar cosas buenas del corazón, la verdad dolorosa, dará buenos frutos, si sabemos tener paciencia. 

J. Garralda 

Traducido del original en japonés