Estas palabras no significan que somos mejores que el resto del mundo y que estamos por encima del mundo. Significan que nuestros valores son diferentes a los del mundo que nos rodea. Como dijo el profeta Isaías, “Mi pensamiento es diferente al tuyo y mis caminos difieren de los vuestros, dice el Señor. (Isaías, 55:8)”

Si seguimos los valores que llenan el corazón, en vez de seguir los valores del ego y la soberbia, nosotros no pertenecemos a este mundo.

Los valores que pide el corazón no dependen del dinero, ni juzgan a las personas por su dinero o su etiqueta. No pretenden ganar dinero a costa de actos inmorales. Son unos valores que prefieren tener buena salud y cuidar de la familia, antes que ganar una fortuna y fama que no son tan necesarias, trabajando en exceso. Son unos valores que no traicionan al corazón por dinero.

Por otra parte, cuando servimos a los demás, debemos discernir si lo que hacemos, realmente ayuda a esa persona, porque de lo contrario, solo sería una molestia o solo serviría para autosatisfacerse uno mismo.

También hay muchas personas que utilizan tu amabilidad para aprovecharse de ti y hacer cosas malas. Esas personas también aparentan que sufren. Hay un chiste que relata muy bien esta situación: Una anciana le dijo a una chica que estaba esperando a que el semáforo se pusiera verde; “¿Me puede usted ayudar a cruzar la calle?” La chica contestó; “Por supuesto. Cuando se ponga verde, iremos con calma y con cuidado.” A lo que la anciana replicó; “¡Vaya una ayuda! Cuando está verde puedo cruzar yo sola”. Esto significa que hay personas que quieren utilizarte para hacer cosas malas. En este caso, la anciana reveló enseguida sus malas intenciones, pero en este mundo hay muchos que son hábiles engañando a la gente. Tened cuidado con esas personas.

Construyamos un mundo en el que todos vivan de acuerdo con los valores de Jesús. 

J. Garralda 
Traducido del original en japonés