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¿Por qué has dudado?

(Mateo, 14:28-33)

El mayor anhelo de Pedro, como fervoroso discípulo de Cristo, era estar al lado de Jesús. Quería estar junto a Él incluso en los momentos de crisis, en el momento de cargar la cruz y en el momento que tuvo que caminar sobre las aguas en medio de la tormenta. Es un anhelo maravilloso.

 

Pero Pedro no quería ir al lugar donde estaba Jesús solo porque se le antojara, sino que quería que Jesús le llamara. Que le mandara estar a su lado. Cuando Pedro dijo: “Permite que camine sobre el agua hasta Tu lado, Señor”, Cristo le contestó: “Ven”. Pedro caminó sobre las agua, pero al darse cuenta del viento fuerte tuvo miedo y comenzó a hundirse. Jesús extendió la mano y le atrapó diciendo: “Hombre de poca fe; ¿por qué has dudado?”

Esa pregunta señala los dos errores que cometió Pedro.

1º: Pedro miró el viento y las olas en vez de fijar su mirada en Jesús. Si no hubiera apartado la vista de Él, no habría tenido miedo y no habría perdido la confianza en sí mismo. Cuando queremos trazar una línea recta hacia un punto, no miramos la línea sino el punto. Así podemos dibujar una línea más o menos recta. Si nos fijásemos en la línea, se torcería. Pedro cometía una equivocación al mirar las olas en vez de mirar a Jesús.

2º: Confió en la mano de Jesús sin confiar en su fe. Por ejemplo: cuando un hombre del circo está haciendo acrobacias sobre el trapecio, siempre tiene una red de seguridad. Si se callera cómodamente sobre la red con demasiada frecuencia, sería despedido inmediatamente. Un acróbata no debe confiar en la red sino en su capacidad y habilidad. La mano de Jesús es como la red de seguridad. Ciertamente te sientes seguro. Pero no debemos depender solo de Jesús. Debemos confiar en nuestra fe y nuestro ánimo.

Quizá nosotros también nos estemos hundiendo en la desilusión, en la falta de confianza en uno mismo y el desánimo, porque estamos preocupados por la falta de relación social, problemas económicos, a causa del covid-19.

En esos casos, no nos fijemos en las olas sino en Jesús. Seamos todo lo independientes que podamos ser confiando en nuestra fe y en nuestro ánimo.

“Tranquilos. Soy Yo. No tengáis miedo. Yo siempre estaré con vosotros”. Recordemos estas palabras de Jesús. Sintamos estas palabras como una red de seguridad y pidamos poder vivir como Jesús y con Jesús.
 

 

 

J. Garralda 
Traducido del original en japonés

 

 

 

 

 
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