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La Oración Es La Luz Del Alma

Nada hay mejor que la oración y el coloquio con Dios, ya que por ella nos ponemos en contacto de inmediato con él; y, del mismo modo nuestros ojos corporales son iluminados al recibir la luz, así también nuestro espíritu, al fijar su atención en Dios, es iluminado con su luz inefable, procurar también que nuestra mente cuando esté ocupada en otros menesteres esos momentos no prescinda del deseo y el recuerdo de Dios, de modo que nuestras obras, como condimentadas con la sal del amor de Dios, se conviertan en un manjar suavísimo para el Señor de todas las cosas. Y también nosotros podremos gozar, en todo momento de nuestra vida, de las ventajas que ahí resultan, si dedicamos mucho tiempo al Señor.

 

Para que la gracia alcance en ti su perfección, pinta tu casa interior con la moderación y la humildad, hazla resplandeciente con la luz de la justicia, adórnala con buenas obras, con excelentes láminas de metal, y decórala con la fe y la grandeza de ánimo, a manera de paredes y mosaicos; por encima de todo coloca la oración, como el techo que corona y pone fin al edificio, para disponer así una mansión acabada para el Señor y poder recibir como en una casa regia y espléndida, poseyéndolo por la gracia como una imagen colocada en el templo del alma.

 

(Lectura breve del rezo de Liturgia de las Horas) 

 

 

 

 

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