“Parábola Del Hijo Pródigo” Lc 15,11-32

Reflexión

Los hijos estaban en el corazón del Padre, pero en el corazón de los hijos no estaba el padre.

Un hijo decidió irse, el Padre decidió seguir amándolo.

Un hijo pidió su herencia, el Padre no se dio por ofendido y se la entregó.

Un hijo abrió la puerta y se fue, el Padre se quedó en la puerta hasta su regreso.

Un hijo despilfarró la riqueza del Padre, el Padre le guardó una riqueza mayor.

Un hijo perdió todo, el Padre nunca perdió la esperanza.

Un hijo perdió su dignidad, el Padre esperó para devolvérsela.

Un hijo entró en sí, el Padre salió de sí para buscarlo.

Un hijo anheló estar con el Padre, el Padre nunca dejó de estar con el hijo.

Un hijo dudó en regresar, el Padre no dudó en recibirlo.

Un hijo comenzó a caminar de regreso, el Padre corrió a esperar su regreso.

Un hijo pidió ser jornalero, el Padre lo recibió como su heredero.

Un hijo se sintió perdonado, el Padre celebró el perdón con una fiesta.

El otro hijo no quiso entrar, el Padre salió a buscarlo.

El otro hijo no comprendía al Padre, el padre lo comprendía y lo amaba profundamente.

El otro hijo reclamó el amor del Padre, el Padre demostró que siempre lo amó.

Un hijo regresó no solamente a la casa del Padre, sino al Padre mismo.

El otro hijo, sigue afuera y el Padre lo aguarda, lo espera.

También nosotros tenemos mucho de esos hijos y Dios es ese Misericordioso Padre.

 

 

(Del libro Camino a la Misericordia del padre por el P. David PachecoNeyra, OFM Cap)