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El Espíritu hablará por vosotros

Necesitamos una fe profunda en la acción del Espíritu, liberar sus energías dormidas en nuestro interior. Él está ahí, en el hondón de nuestro ser, en nuestra comunidad, en la “iglesia doméstica”. A la gran mayoría de los cristianos nos sucede como a los apóstoles: nos asusta un viento un poco fuerte, una pequeña tempestad, dificultades y oposiciones, lo nuevo, porque “somos hombres y mujeres de poca fe” en la acción del Espíritu (Mc 4,40).

 

Estamos muy aquejados de fariteísmo, según el cual cada uno sólo confía en sus fuerzas. Cuando los apóstoles creyeron de verdad que estaban revestidos “de la fuerza de lo alto”(Hch 1,8), se lanzaron a la calle a dar testimonio del Señor resucitado(Hch 4, 33). No es que haya cristianos que les ocurra como a los discípulos del Bautista que no habían oído hablar del Espíritu Santo (Hch 19, 3), pero sí son muchos los que viven como si no existiera. Por eso reducen el cristianismo a un código moral con el que ha que “cargar” o a una buena conducta que hay que observar.

 

Creer en el Espíritu Santo no es sólo aceptar las maravillas realizadas hace veinte siglos, sino creer las que quiere repetir hoy y aquí, entre nosotros. No seremos nosotros los que demos testimonio, sino el Espíritu. (Mt 10, 20)

 

(Tomado de Libro Jesús habla hoy) 

 

 

 

 

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