Tres Puertas

Orar, celebrar, imitar a Jesús: son las tres «puertas» —que hay que abrir para encontrar «el camino, para ir hacia la verdad y la vida»— que el Papa Francisco indicó el viernes 16 de mayo, durante la misa en la Casa Santa Marta. Según el Pontífice, de hecho, Jesús no se deja estudiar teóricamente y quien intenta hacerlo se arriesga a caer en la herejía. Al contrario, es necesario preguntarse continuamente cómo van en nuestra vida la oración, la celebración y la imitación de Cristo. «Pensemos en estas tres puertas y nos harán bien a todos» dijo, sugiriendo iniciar con la lectura del Evangelio, que muy a menudo permanece «lleno de polvo, porque jamás se abre. Tómalo, ábrelo —exhortó— y encontrarás a Jesús».

 

 

Después de haber recordado que la reflexión precedente se había centrado en el hecho de que «la vida cristiana es siempre seguir el camino y no ir solos», siempre «en la Iglesia, en el pueblo de Dios», el obispo de Roma hizo notar cómo en las lecturas de la liturgia del día —tomadas de los Hechos de los apóstoles (13, 26-33) y del Evangelio de san Juan (14, 1-6)— es Jesús mismo quien nos dice «que Él es el camino: Yo soy el camino, la verdad y la vida. Todo. Yo te doy la vida, yo me manifiesto como verdad y si tú vienes conmigo, soy el camino». He aquí entonces que para conocer a quien se presenta como «camino, verdad y vida», es necesario ponerse «en camino». Es más, según el Papa Francisco «el conocimiento de Jesús es el trabajo más importante de nuestra vida». También porque conociéndole se llega a conocer al Padre.

 

 

Pero, se preguntó el Pontífice, ¿cómo podemos conocer a Jesús?». Con quienes responden que «se debe estudiar mucho» el obispo de Roma dijo estar de acuerdo e invitó a «estudiar el catecismo: un hermoso libro, el Catecismo de la Iglesia católica, debemos estudiarlo». Pero, en seguida añadió, que no se puede limitar a «creer que conoceremos a Jesús sólo con el estudio». Alguno, de hecho, tiene esta fantasía de que las ideas, sólo las ideas, nos llevarán al conocimiento de Jesús». También «entre los primeros cristianos» algunos pensaban de ese modo «y al final acabaron un poco enredados en sus pensamientos». Porque «las ideas solas no dan vida» y, por lo tanto, quien va por este camino «termina en un laberinto» del que «no sale más». Precisamente por este motivo, desde los inicios, en la Iglesia «existen las herejías», las cuales son este «buscar entender sólo con nuestra mente quién es Jesús». Al respecto el Papa recordó las palabras de «un gran escritor inglés», Gilbert Keith Chesterton, que definía la herejía como una idea convertida en locura. En efecto, dijo el Papa, «es así: cuando las ideas están solas, se convierten en locuras».

 

 

De aquí la indicación de las tres puertas que hay que abrir para «conocer a Jesús». Deteniéndose en la primera —orar— el Pontífice reafirmó que «el estudio sin la oración no sirve. Los grandes teólogos hacen teología de rodillas». Si, «con el estudio nos acercamos un poco, sin la oración jamás conoceremos a Jesús».

 

 

En cuanto a la segunda —celebrar— el obispo de Roma afirmó que también la oración sola «no basta; es necesaria la alegría de la celebración: celebrar a Jesús en sus sacramentos, porque ahí nos da la vida, nos da la fuerza, nos da la comida, nos da el consuelo, nos da la alianza, nos da la misión. Sin la celebración de los sacramentos no llegaremos a conocer a Jesús. Y esto es propio de la Iglesia».

 

 

Al final, para abrir la tercera puerta, la de la imitación de Cristo, la consigna es coger el Evangelio para descubrir allí «qué hizo Él, cómo era su vida, qué nos dijo, qué nos enseñó», para poder «intentar imitarle».

 

 

Como conclusión el Papa explicó que atravesar estas tres puertas significa «entrar en el misterio de Jesús». De hecho, nosotros «podemos conocerlo solamente si somos capaces de entrar en su misterio». Y no hay que tener miedo de hacerlo. Al final de la homilía el Papa Francisco invitó a pensar «durante la jornada, cómo va la puerta de la oración en mi vida: pero —precisó— la oración del corazón», la verdadera.

 

(Homilía, viernes 16 de mayo de 2014)