Las Tentaciones Vuelven Siempre

Contra el riesgo de «anestesiar la conciencia» es necesario discernimiento y vigilancia: lo recomendó el Papa Francisco durante la misa Del viernes 9 de octubre, en Santa Marta. Se refería al pasaje de san Lucas 11, 15-26, donde el evangelista «une diversas cosas que tal vez dijo Jesús» en momentos distintos y luego «describe la respuesta que da a los que lo acusaban de expulsar los demonios con el poder del jefe de los demonios». Al describir el contexto en el cual se desarrolla la escena, el Pontífice recordó que «Jesús estaba entre la gente, hacía el bien, predicaba, la gente lo escuchaba y decía que hablaba con autoridad». Pero había también, destacó, «otro grupo de gente, personas, que no lo querían y buscaban siempre interpretar» sus palabras y sus actitudes de modo contrario, en su contra. ¿Los motivos? El Papa enumeró diversos: «algunos por envidia, otros por rigidez doctrinal, otros porque tenían miedo de que viniesen los romanos e hiciesen una masacre». O sea, «por muchos motivos» se trataba «de alejar la autoridad de Jesús del pueblo», recurriendo incluso «a la calumnia, como en este caso» específico. Retomando las palabras del Evangelio el Pontífice repitió: «Él expulsa los demonios por medio de Belzebú. Él está endemoniado. Él hacía magia, es un brujo. Y continuamente lo ponían a prueba». En esencia, «lo ponían una trampa, para ver si caía».

 

 

 He aquí, entonces, la referencia al primero de los dos temas, el discernimiento. Actualizando como de costumbre el episodio, el Papa Francisco destacó que es esto lo que hace «el mal espíritu» también «con nosotros». O sea: «trata siempre de engañar, de conducirnos, de hacer que elijamos un camino equivocado». Por eso «es necesario el discernimiento». Por lo demás, «si a Jesús le hacían estas cosas, si el mal espíritu hacía estas cosas a Jesús, ¿qué no hará con nosotros?», se preguntó el Papa. Y a partir de la pregunta exhortó a «saber discernir las situaciones: esto es de Dios y esto no es de Dios; esto viene del Espíritu Santo y esto viene del maligno».

 

 Así, pues, para el Papa Francisco «la primera palabra que surge al escuchar este pasaje del Evangelio es discernimiento. El cristiano no puede estar tranquilo, que todo vaya bien. Debe discernir las cosas y mirar bien de dónde proceden, cuál es su raíz», preguntándose continuamente: «¿De dónde viene esto? ¿Dónde está el origen de esto, de esta opinión, de estos fenómenos, de estas cosas?». Continuará…

 

(Homilía viernes 9 de octubre de 2015)