See other templates

 

Concretos Y Sencillos Como Los Pequeños

En la primera Carta de san Juan Apóstol hay muchos contrastes: entre luz y oscuridad, entre mentira y verdad, entre pecado e inocencia (cf. 1Jn 1,5-7).

 

Pero el apóstol llama siempre a la concreción, a la verdad, y nos dice que no podemos estar en comunión con Jesús y caminar en la oscuridad, porque Él es la luz.

O una cosa u otra: el gris es peor, porque el gris te hace creer que caminas en la luz, porque no estás en la oscuridad, y esto te tranquiliza.

El gris es muy traicionero.

O una cosa u otra.
El apóstol continúa: «Si decimos: “No tenemos pecado”, nos engañamos y no hay verdad en nosotros» (1Jn 1,8), porque todos hemos pecado, todos somos pecadores.

Y aquí hay un aspecto que nos puede engañar: al decir “todos somos pecadores”, como quien dice “buenos días”, algo habitual, incluso algo social, no tenemos una verdadera conciencia del pecado.

No: yo soy un pecador por esto, esto y esto.

Lo concreto.

Lo concreción de la verdad: la verdad es siempre concreta; las mentiras son etéreas, son como el aire, no puedes agarrarla.

La verdad es concreta.

Y no puedes ir a confesar tus pecados de manera abstracta: “Sí, yo...

sí, una vez que perdí la paciencia, otra vez...”, y cosas abstractas.

“Soy un pecador”.

La concreción: “Yo hice esto.

Yo pensé esto.

Yo dije esto”.

La concreción es lo que me hace sentir un pecador en serio y no un “pecador en el aire”.
Jesús dice en el Evangelio: «Te alabo, Padre, Señor del cielo y de la tierra, porque has ocultado estas cosas a sabios e inteligentes y se las has revelado a los pequeños» ( Mt 11,25).

La concreción de los pequeños.

Es hermoso escuchar a los pequeños cuando vienen a confesarse: no dicen cosas extrañas, “en el aire”; dicen cosas concretas, y a veces demasiado concretas porque tienen esa simplicidad que le da Dios a los pequeños.

Recuerdo siempre a un niño que una vez vino a decirme que estaba triste porque se había peleado con su tía...

Luego continuó.

Le dije: “¿Qué has hecho?” – “Estaba en casa y quería ir a jugar a fútbol —un niño— pero mi tía, mamá no estaba, me dijo: «No, no sales: primero tienes que hacer los deberes».

Una palabra tira de otra, y al final la mande a “ese país” [a paseo, n. de la r.]”.

Era un niño de gran cultura geográfica...

¡También me dijo el nombre del país al que había mandado a su tía! Son así: sencillos, concretos.

 

Continuará…

 

 
002448100

Te esperamos en el Centro Loyola

Actividades del Centro Loyola

Volver