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Un día Maravilloso de
Oración y Reflexión

El pasado 31 de marzo se llevó a cabo el Retiro de Cuaresma, este año con el lema “La creación expectante, está aguardando la manifestación de los hijos de Dios”, tomado del mensaje del Papa Francisco para la cuaresma de este año.

El retiro estuvo a cargo del Padre Juan Catret, quien nos dirigió la primera plática, dándonos algunos puntos importantes para la reflexión personal como: 

  • Cuando no vivimos como hijos de Dios, a menudo tenemos comportamientos destructivos hacia el prójimo y las demás criaturas, y también hacia nosotros mismos.
  • Como sabemos, la causa de todo mal es el pecado, que desde su aparición entre los hombres interrumpió la comunión con Dios, con los demás y con la creación.
  • Si no anhelamos continuamente la Pascua, si no vivimos en el horizonte de la Resurrección, está claro que la lógica del todo, y la del tener cada vez más acaba por imponerse.
  • No dejemos transcurrir en vano este tiempo favorable, pidiendo a Dios que nos ayude a emprender un camino de verdadera conversión.

Estos son algunos de los puntos sobre los que estuvimos meditando en el silencio y pasividad que encontramos en la capilla Javier, lugar de nuestro encuentro con el Señor, también durante este tiempo de reflexión personal, el Padre Catret estuvo confesando a todas aquellas personas que lo necesitaban.

Nuestro retiro continuó con la celebración de la Santa Misa, también presidida por el Padre Catret, quien, aprovechando el Evangelio del día, “la parábola del hijo pródigo”, explicó tres etapas de la vida:

  1. “Etapa de la belleza”, es decir que se deja llevar por el placer y el dinero, cuando se va de la casa del padre y malgasta toda su fortuna
  2. “Etapa moral”, o sea cuando sin dinero, hambriento y miserable se va a cuidar de los cerdos y se arrepiente del mal cometido y se decide a volver a la casa del padre
  3. “Etapa religiosa y personal”, porque el hijo pródigo se reencuentra con su padre pletórico de alegría, que lo viste, calza, da el anillo de hijo de la casa y celebra un banquete.

 

Para finalmente recalcar que: “Ese padre es Dios personal, que nos espera en esta Cuaresma con brazos abiertos, nos renueva con su perdón.”

 

Nuestro retiro termina con una hora de adoración frente a Jesús Sacramentado, donde nuevamente en la quietud, Jesús llegó, y con la ayuda de unos puntos de reflexión dados por el Padre, habló al corazón de cada hermano y hermana que nos encontrábamos reunidos “con un solo corazón y una sola alma” a ejemplo de la primera comunidad cristiana.
 

 

 

 
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