No Hay Relación Con Dios Fuera De La Gratuidad

La vocación es “a servir” y no “a servirse de”

“Un cristiano no puede quedarse quieto”, puesto que la vida cristiana es “hacer camino, siempre”. “A lo largo del camino, prediquen, diciendo que el Reino de los cielos está cerca. Curen a los enfermos, resuciten a los muertos, purifiquen a los leprosos, expulsen a los demonios”. Esta es, pues, la misión y se trata de “una vida de servicio”.

La vida cristiana es para servir. Es muy triste cuando encontramos cristianos que al inicio de su conversión o de su conciencia de ser cristianos, sirven, están abiertos a servir, sirven al pueblo de Dios, y después terminan sirviéndose del pueblo de Dios. Esto hace mucho mal, tanto mal al pueblo de Dios. La vocación es para “servir”, y no para “servirse de”.

 

Ensanchar el corazón

Además, la vida cristiana es “una vida de gratuidad”. Y de hecho, también en el pasaje evangélico propuesto por la liturgia de hoy, se lee que el Señor va al núcleo de la salvación: “Gratuitamente han recibido, den gratuitamente”. La salvación “no se compra”, “se nos da gratuitamente”. Dios, en efecto, “nos salva gratis”, “no nos hace pagar”. Y como Dios hizo con nosotros, así también “debemos hacer con los demás”. Precisamente esta gratuidad de Dios “es una de las cosas más bellas”.

“No hay relación con Dios fuera de la gratuidad”

Saber que el Señor está lleno de dones para darnos. Sólo pide una cosa: que nuestro corazón se abra. Cuando decimos “Padre nuestro” y rezamos, abrimos el corazón para que esta gratuidad venga. No hay relación con Dios fuera de la gratuidad. A veces, cuando necesitamos algo espiritual o una gracia, decimos: “Bueno, ahora ayunaré, haré penitencia, haré una novena…”. Está bien, pero estén atentos: esto no es para “pagar por la gracia”, para “comprar” la gracia. Esto es para ensanchar tu corazón para que la gracia venga. La gracia es gratuita.

“La gracia es gratuita”

Todos los bienes de Dios son gratuitos, el problema es que “el corazón se encoge, se cierra” y no es capaz de recibir “tanto amor gratuito”. A la vez que recordó que no debemos regatear con Dios, “con Dios no se trata”.

 

Dar gratuitamente

En nuestra vida espiritual siempre tenemos el peligro de resbalar sobre el pago, siempre, incluso hablando con el Señor, como si quisiéramos dar un soborno al Señor. ¡No! ¡La cosa no va por allí! No va por ese camino. “Señor, si tú me haces esto, te daré esto”. No. Yo hago esta promesa, pero esto me ensancha el corazón para recibir lo que está allí, gratis para nosotros. Esta relación de gratuidad con Dios es lo que nos ayudará después a tenerla con los demás, tanto en nuestro testimonio cristiano como en el servicio cristiano y en la vida pastoral de los que son pastores del pueblo de Dios. Haciendo camino. La vida cristiana es andar. Predicar, servir, no “servirse de”. Sirvan y den gratis lo que gratis han recibido. Que nuestra vida de santidad sea este ensanchar el corazón, para que la gratuidad de Dios, las gracias de Dios que están allí, gratuitas, que Él quiere dar, lleguen a nuestro corazón. Que así sea.