Aceptar La Realidad Con Esperanza

Con ocasión de la Jornada de la Unidad, el Papa Montini, que era amigo de las grandes parábolas, un 25 de Enero contó esta historia:

Un gran pensador ruso, el día en que visitó uno de los famosos monasterios ortodoxos, construido con un hermoso claustro central, tenía en su rededor de las puertas de las celdas de los monjes, todas iguales, distinguidas únicamente por el nombre de un santo diferente sobre el dintel.

Este hombre había sido recibido la tarde anterior con la exquisita delicadeza de los monjes orientales, que le trataban como uno más entre ellos, como un compañero, mientras permanecía en el monasterio.

Cuando llegó la noche, cada monje ingresó en su celda y la paz se hizo dueña de claustros y pasillos. Era una noche cerradísima. Ni la luna brillaba en el cielo, y como no lograba dormirse, decidió pasear un rato por el claustro. Se sintió lleno y feliz y una gran serenidad respiraba en él como un gigantesco corazón. Cuando se sintió dominado por el sueño y al regresar a su celda, descubrió el problema que tenía para enfrentarse: era imposible distinguir la puerta de su celda, pues eran todas idénticas.

No quiso molestar a los monjes, su caridad se lo impedía y sólo tenía una solución: continuar dando vueltas y vueltas al claustro hasta que llegase la mañana. Con el sol encontró su celda.

Pablo VI comentó que nosotros vivimos encerrados sin distinguir la verdad de la mentira.


Desde Que Mi Voluntad

Desde que mi voluntad está a la vuestra rendida,
conozco yo la medida de la mejor libertad.
Venid, Señor, y tomad las riendas de mi albedrío;
De vuestra mano me fío y a vuestra mano me entrego,
Que es poco lo que me niego si yo soy vuestro y vos mío.

JLE