Trigésimo tercer domingo del tiempo ordinario (A)
26 de noviembre de 2017
TEXTOS BIBLICOS PARA LA LITURGIA EUCARÍSTICA
El año litúrgico se termina. La promesa divina de ser personalmente el guía del pueblo se cumple en Cristo, origen de una nueva humanidad, liberada del pecado y de la muerte. Y como hoy termina el año litúrgico así también un día terminará nuestra vida y seremos examinados en el amor.
ORACION
Oh Dios, todopoderoso y eterno, todas las cosas, creadas por Cristo, se reúnen y completan de nuevo en él como rey. Te pedimos que, quienes queremos poner nuestra esperanza en su palabra y esperamos su venida, vivamos hasta el fin de los tiempos en la fuerza del amor que nunca se corrompe. Por Jesucristo Nuestro Señor. Amén
PRIMERA LECTURA: Ez 34:11-12, 15-17
Ezequiel anuncia que, tras el destierro, Dios en persona restaurará a su pueblo. La venida de Cristo es el cumplimiento pleno de esta profecía.
SALMO RESPONSORIAL: Sal 23:2-3, 5 y 6
R/ EL SEÑOR ES MI PASTOR, NADA ME FALTA.
-
El Señor es mi pastor, nada me falta.
En verdes pastos él me hace reposar. R/
-
A las aguas de descanso me conduce,
Y reconforta mi alma
Por el camino del bueno me dirige,
Por amor de su nombre. R/
-
La mesa has preparado para mí
Frente a mis adversarios,
Con aceites perfumas mi cabeza
Y rellenas mi copa. R/
-
Irán conmigo la dicha y tu favor
Mientras dure mi vida,
Mi mansión será la casa del Señor.
Por largos, largos días. R/
SEGUNDA LECTURA: 1 Co 15:20-26, 28
El reinado de Cristo consiste en reconducir todas las cosas a Dios. La creación tenía ese fin, pero el hombre se lo negó. Cristo es el encargado de volver a poner al hombre en el paraíso y volver a restablecer el orden entre Dios, el hombre y el resto de las criaturas.
Aleluya Mc 11:9, 10
Aleluya, aleluya.
Bendito el que viene en nombre del Señor, bendito el reino que viene de nuestro padre David. Aleluya
EVANGELIO SEGÚN SAN MATEO Mt 25:31-46
Se dice que al final de la vida, el hombre será examinado en el amor. Jesús desea nuestro éxito que nos dice de antemano las preguntas del examen. En nosotros está el saber responder.
SOLEMNIDAD DE CRISTO REY
UN REY PASTOR QUE SEPARA OVEJAS Y CABRAS
Este último domingo del año litúrgico siguiendo al evangelio de S. Mateo, nos presenta a Jesucristo, al fin de los tiempos, como Rey pastor que separa ovejas de las cabras, en un juicio final, que nos viene a decir que su “Reino es de Amor y Servicio”...
Ya en la primera lectura, tomada del profeta Ezequiel se nos dice en boca de Dios: “Yo mismo en persona buscaré a mis ovejas siguiendo su rastro...Buscaré las ovejas perdidas, vendaré a las heridas, curaré a las enfermas...yo voy a juzgar entre oveja y oveja”...
Y respondemos con el Salmo 22: “El Señor es mi Pastor, nada me falta”...
Luego, en la segunda lectura, S. Pablo nos recuerda: “Cristo ha resucitado, primicia de todos los que han muerto. Si por un hombre vino la muerte, por un hombre ha venido la resurrección”...Y ese hombre, que es Cristo, nos juzgará...
En el Evangelio, antes del juicio entre ovejas y cabras, Jesucristo Rey, nos ha dado ejemplo de su reino de amor y servicio a lo largo de su vida. Nos da su mensaje evangélico, la eucaristía divinizadora de su cuerpo, el agua purificadora del bautismo, el sacramento del perdón, el regalo de su Madre, la elevación a hijos de Dios por la gracia, el ejemplo y modelo de la oración cristiana y su muerte en cruz por nuestra salvación eterna.
Y a lo largo de la vida pública de Jesús, vemos que empleó su poder, no para servirse de los hombres, sino para servirlos en sus necesidades corporales. Jesús dio de comer repetidas veces a los que no podían alimentarse; sanó de diversas dolencias a muchos enfermos, individual y colectivamente; dominó las fuerzas de la naturaleza en favor de los suyos y devolvió la vida a varios muertos.
Por eso, la mejor forma de honrar a Jesucristo Rey es imitar su actitud de servicio a los hombres. ¿Cómo juzgará nuestras actividades? El servicio a los demás será el patrón oro para medir la pertenencia a su reino en el tiempo y su consiguiente reconocimiento en la eternidad. Aquí se manifiesta la identificación de Jesús con los seres humanos, la importancia que da al “sacramento de su cuerpo místico”.
Santa Teresa de Calcuta, en su libro “Jesús, la palabra hablada” dice:
Jesús dice: cualquier cosa que hagáis al último de vuestros hermanos, es a mí a quien lo hacéis. Cuando acogéis a un niño, es a mí a quien me acogéis. Si en mi nombre ofrecéis un vaso de agua, es a mí a quien me lo ofrecéis. Con el fin de estar seguro de que habíamos comprendido bien lo que decía, afirmó que así es como seremos juzgados a la hora de nuestra muerte: Tuve hambre, y me distéis de comer. Estaba desnudo, y me vestisteis. No tenía hogar, y me alojasteis.
No se trata simplemente de hambre de pan; es un hambre de amor, La desnudez no concierne solo al vestido; la desnudez es también la falta de dignidad humana y de esa magnífica virtud que es la pureza, así como la falta de respeto de unos por otros. Estar sin hogar no es solo no tener casa; estar sin hogar también es ser rechazado, excluido, no amado”.
Hoy la poesía más adecuada es el soneto de Lope de Vega 81562-1635) titulado:
EL BUEN PASTOR
Pastor, que con tus silbos amorosos
me despertaste del profundo sueño;
tú, que hiciste cayado de ese leño
en que tiendes los brazos poderosos;
vuelve los ojos a mi fe piadosos,
pues te confieso por mi amor y dueño,
y la palabra de seguir te empeño
tus dulces silbos y tus pies hermosos.
Oye, pastor, pues por amores mueres,
no te espante el rigor de mis pecados,
pues tan amigo de rendido eres;
espera, pues, y escucha mis cuidados;
pero ¿cómo te digo que me esperes,
si estás, para esperar, los pies clavados?
j.v.c.