Primer Domingo De Cuaresma

1 de marzo de 2020

TEXTOS BIBLICOS PARA LA LITURGIA EUCARÍSTICA

Nuestra consistencia es el barro y el caminar con esa debilidad es nuestra misión. Pero esa debilidad que nos acompaña es, al mismo tiempo, nuestra fuerza si nos dejamos guiar por Cristo y sabemos imitarle en el modo de enfrentarnos a las tentaciones que la vida nos propone.

 

ORACION

Oh Dios, fuente de la vida, Jesús experimentó la prueba en su estancia en el desierto, y así nos enseñó el camino de vencer las tentaciones del mal. Guíanos desde el comienzo de esta cuaresma para que podamos vivir nuestra vida diaria santificados siempre por tu palabra. Por Jesucristo nuestro Señor. Amen

 

PRIMERA LECTURA: Gen 2:7-9; 3:1-7

Al hombre modelado de arcilla Dios le concede el aliento divino para que viva. Según el Génesis el hombre no es más que tierra, pero tierra amada por Dios. Al desobedecer el mandato divino se aleja de la fuente de su vida y de su dignidad.


SALMO RESPONSORIAL: Sal 51:3-4,5-6,12-13

R/ MISERICORDIA, SEÑOR, HEMOS PECADO.

  1. ¡Ten piedad de mí, Señor, por tu bondad, 
por tu gran compasión, borra mis faltas!
¡Lávame totalmente de mi culpa 
y purifícame de mi pecado! /R
  2. Porque yo reconozco mis faltas 
y mi pecado está siempre ante mí.
Contra ti, contra ti sólo pequé
Crea en mí, Dios mío, un corazón puro. /R
  3. y renueva la firmeza de mi espíritu.
No me arrojes lejos de tu presencia 
ni retires de mí tu santo espíritu.
Devuélveme la alegría de tu salvación. /R


SEGUNDA LECTURA: Rm 5:12-19

Por ser descendientes de Adán nos sentimos inclinados hacia el pecado y la muerte. Por ser discípulos de Jesús estamos llamados a la vida auténtica. El cristianismo, sin negar nuestro pecado y nuestra inclinación al mal, mantiene siempre viva la esperanza de la salvación.
 

ACLAMACION DEL EVANGELIO Mt 4:4b

No sólo de pan vive el hombre, sino de toda palabra que sale de la boca de Dios.

EVANGELIO SEGÚN SAN MATEO Mt 4:1-11

Las tres tentaciones en el desierto, aunque se formulen de modo diferente, tienen una misma finalidad: hacer que Jesús deje de confiar en Dios Padre. Los cristianos de todos los tiempos podemos ver reflejada nuestra propia experiencia de tentación en este relato evangélico.


TEMA: Combatir, vigilar

El miércoles pasado emprendimos el itinerario penitencial de la Cuaresma con el rito de la imposición de la ceniza, rito cargado de simbolismo, radicado en la tradición bíblica y muy apreciado por la devoción popular. La ceniza nos recuerda cuán frágil es la existencia terrena y nos lleva a mirar a Cristo que, con su muerte y su resurrección, la ha rescatado de la esclavitud del pecado y de la muerte. Con estas íntimas disposiciones nos ponemos en camino hacia la Pascua, manteniendo el corazón abierto a la insistente invitación del Señor: "Convertíos y creed el Evangelio" (Mc 1, 15).



Hoy, primer domingo de Cuaresma, la liturgia nos vuelve a proponer la impresionante página evangélica de las tentaciones de Jesús: "En aquel tiempo, Jesús fue llevado al desierto por el Espíritu para ser tentado por el diablo" (Mt 4, 1). La misión del Redentor inicia precisamente con su victoria sobre la triple insidia del príncipe del mal.



"Vete, Satanás" (Mt 4, 10). La actitud decidida del Mesías constituye para nosotros un ejemplo y una invitación a seguirlo con valiente determinación. El demonio, "Príncipe de este mundo" (Jn 12, 31), continúa aún hoy su acción engañosa. Todo hombre, además de por su propia concupiscencia y por el mal ejemplo de los demás, es tentado por el demonio, y lo es aún más cuando menos lo nota. ¡Cuántas veces cede con ligereza a las falaces lisonjas de la carne y del maligno, y experimenta luego amargas desilusiones! Es preciso permanecer vigilantes, para reaccionar con prontitud a todos los ataques de la tentación.



La Iglesia, experta maestra de humanidad y de santidad, nos indica instrumentos antiguos y siempre nuevos para el combate diario contra las sugestiones del mal: son la oración, los sacramentos, la penitencia, la escucha atenta de la palabra de Dios, la vigilancia y el ayuno.



Emprendamos con un compromiso más fuerte el camino penitencial de la Cuaresma, para estar dispuestos a vencer toda seducción de Satanás y llegar a la Pascua con la alegría del espíritu (cf. Oración colecta). 



Nos acompañe María, Madre de la divina Misericordia.