La Ascension Del Señor

 

24 de MAYO de 2020

TEXTOS BIBLICOS PARA LA LITURGIA EUCARÍSTICA

La ascensión forma parte del misterio pascual de Cristo. Cristo se elevó al cielo y volvió al Padre para sentarse a su derecha. El misterio da lugar a un nuevo tipo de presencia, vinculada al misterio de la Iglesia y la acción del creyente.

 

ORACION

Concédenos, Dios todopoderoso, exultar de gozo y darte gracias en esta liturgia de alabanza, porque la Ascensión de Jesucristo, tu Hijo, es ya nuestra victoria, y donde nos ha precedido él, que es nuestra cabeza, esperamos llegar también nosotros como miembros de su cuerpo. Por Jesucristo nuestro Señor. Amen

 

PRIMERA LECTURA: Hch 1:1-11

Jesús resucitado asciende a los cielos en presencia de los Apóstoles. A nosotros, como a los apóstoles, se nos recuerda que debemos continuar la obra que Cristo comenzó. Esa es nuestra tarea hasta que él vuela.

 

SALMO RESPONSORIAL: Sal 47:2-3, 6-7, 8-9

R/ DIOS ASCIENDE ENTRE ACLAMACIONES, EL SEÑOR, AL SON DE TROMPETAS.

  1. ¡Todos los pueblos, aplaudan;
    Aclamen a Dios con gritos de alegría!
Porque el Señor es grande y temible,
    Es el Rey de toda la tierra. /R
     
  2. Dios asciende entre aclamaciones,
    El Señor, al sonido de las trompetas:
    ¡Toquen para Dios, toquen;
    toquen para nuestro rey, toquen! /R
     
  3. Porque Dios es el rey de toda la tierra:
    ¡toquen con destreza!
    Dios reina sobre las naciones,
    Dios se sienta en su santo trono. /R

 

SEGUNDA LECTURA: Ef 1:17-23

Todo cristiano necesita la ayuda de Dios para trabajar por el reino de Cristo en la tierra sin olvidarse de la gloria que le aguarda en el cielo. Eso es lo que el apóstol pide para la comunidad de Éfeso y para todos los cristianos del mundo.

 

ACLAMACION DEL EVANGELIO Mt 28:19,20

Aleluya, aleluya. Id y haced discípulos de todos los pueblos, dice el Señor. Y sabed que yo estoy con vosotros todos los días hasta e fin del mundo. Aleluya

 

EVANGELIO SEGÚN SAN JUAN Mt 28:16-20

Escuchemos nuevamente el relato de la ascensión del Señor y pidamos fuerza para continuar su obra salvadora allí donde nos encontremos.

 

 

TEMA: “LAS HUELLAS DE CRISTO”

 

Este domingo siempre me acuerdo de una historia de San Ignacio que él mismo cuenta en su “Autobiografía”. Y es que cuando estuvo de peregrino en Tierra Santa, en concreto en el “Monte de los olivos” de Jerusalén, fue dos veces al pequeño templo redondo que allí se conserva para observar con detalle si las huellas de los pies de Jesús, que se creen quedaron grabadas en el suelo tras el momento de su Ascensión, miran hacia el oriente o hacia el occidente.

Pues bien, para nosotros “las huellas vivientes” de Jesús, no están grabadas en el suelo, sino que son “las personas humanas”, las que nos rodean todos los días en la familia y en la sociedad. Ya lo dijo Jesús en otra ocasión, como comenta San Mateo en el capítulo 25 de su evangelio: “lo que hicisteis a uno de estos, a mí lo hicisteis”. Cada persona humana, hombre o mujer, es una huella viva de Jesús.

¿Y qué hacemos o podemos hacer por cada persona humana?

Llevarles nuestro amor comprensivo, nuestro afecto, nuestro servicio, nuestra alegría y esperanza, qué sé yo: todo lo bueno que se nos ocurra. Es ahora nuestro tiempo, después del tiempo de Jesús que subió a los cielos.

San Juan Crisóstomo en una homilía sobre la Ascensión, dice: “La Ascensión de tu Hijo es ya nuestra victoria: somos miembros de su cuerpo”

“Dios y los hombres se han convertido en una sola estirpe. Por eso san Pablo dijo: Somos hijos de Dios. También dice en otro lugar: Somos el Cuerpo de Cristo, y cada uno es un miembro. Es decir: nos convertimos en su estirpe por la carne que Él ha asumido. Por lo tanto, gracias a Él, tenemos una garantía en el cielo: la carne que tomó de nosotros, y aquí abajo: el Espíritu Santo que habita dentro de nosotros. ¿Cómo se entiende que el Espíritu Santo esté a la vez con nosotros y en cielo, cuando el cuerpo de Cristo está al mismo tiempo en el cielo y con nosotros? El cielo ha poseído el cuerpo sagrado y la tierra ha recibido el Espíritu Santo. Cristo vino y trajo el Espíritu Santo, después subió al cielo y se llevó nuestro cuerpo. ¡Un plan divino formidable y sorprendente! Como dijo el profeta: Señor, Dios nuestro, ¡cuán glorioso es tu nombre en toda la tierra!

La divinidad ha sido elevada. Dice exactamente: Lo vieron levantarse, el que es grande en todo, el gran Dios, el gran Señor, que es también el gran rey sobre toda la tierra. Gran profeta, gran sacerdote, gran luz, grande en todo. No solo es grande por su divinidad, sino también según la carne, porque es gran sacerdote y gran profeta.

¿Cómo es esto? Escucha a san Pablo: Así pues, ya que tenemos un sumo sacerdote grande que ha atravesado en cielo, Jesús, Hijo de Dios, mantengamos firme la confesión de fe. Porque, si es gran sacerdote u gran profeta, es cierto que Dios ha visitado a su pueblo y ha suscitado un gran profeta en Israel. Si es un sacerdote, un profeta y un gran rey, también es una gran luz: la Galilea de los gentiles, el pueblo que caminaba en tinieblas, vio una luz grande. Tenemos, pues, la prenda de nuestra vida en el cielo; juntamente con Cristo hemos sido elevados.”

Termino con soneto de la madrileña Fina de Calderón (1927-2010) titulado:


Subir a Ti


Subir a Ti, Señor, ¿por qué escalera
con qué impulso, Señor, y con qué salto
llegar de lo más bajo a lo más alto
allí donde tu amor, paciente, espera?
Subir ¿por qué terraza, qué ladera,
por qué cima alcanzar tu azul cobalto
y sentir el divino sobresalto
sin el temor de que tu luz me hiera?
Mas si vieras mi lucha y mi impotencia
por acercarme al borde de tu trono
para que al fin tu amor me arrebatara,
si vieras que en el salto mi carencia
me condenara a simas de abandono,
¿No serías, Señor, Tú el que bajara?

j.v.c.