Decimonoveno Domingo Del Tiempo Ordinario

 

9 de agosto de 2020

TEXTOS BIBLICOS PARA LA LITURGIA EUCARÍSTICA

¿Existe Dios? ¿Cómo y dónde se manifiesta? Es el interrogante de muchos. Dios no se manifiesta en los acontecimientos extraordinarios, ni se revela a gente privilegiada. Dios se manifiesta en los pequeños susurros de la vida, en los sufrimientos y en la noche para dar su palabra de aliento y ayudar a proseguir.

 

ORACION

Oh Dios, cuya mirada de amor se extiende a todos los hombres, fortalece a los que hoy estamos reunidos en busca de la salvación, ayúdanos a librarnos de nuestras ansiedades y desesperanzas y llénanos con tu fuerza para caminar siempre en respuesta a tu palabra. Por Jesucristo nuestro Señor. Amen

 

PRIMERA LECTURA: 1R 19:9, 11-13

Dios se revela muchas veces silenciosa y discretamente. Está más cerca de lo que muchas veces parece. Y solamente lo descubre el que mira los acontecimientos con los ojos de la fe.


SALMO RESPONSORIAL: Sal 85:9, 10-11, 12-14

R/ MUESTRANOS, SEÑOR, TU MISERICORDIA Y DANOS TU SALVACIÓN.

Quiero escuchar lo que dice el Señor,
Pues Dios habla de paz
A su pueblo y a sus servidores.
“Cerca está su salvación de los que le temen
Y habitara su Gloria en nuestra tierra. /R

La Gracia y la verdad se han encontrado,
La Justicia y la Paz se han abrazado;
De la tierra está brotando la verdad,
Y del cielo se asoma la justicia. /R

El Señor mismo dará la felicidad,
Y dará sus frutos nuestra tierra.
La rectitud andará delante de él,
La paz irá siguiendo sus pisadas.” /R


SEGUNDA LECTURA: Rm 9:1-5

Pablo ha creído en Cristo, pero no se siente tranquilo. La tristeza que siente por la multitud de personas que todavía no conoce a Cristo es un ejemplo y un incentivo para todos nosotros.

ACLAMACION DEL EVANGELIO Sal 130:5

Aleluya, aleluya. Mi alma espera en el Señor, espera en su palabra. Aleluya

EVANGELIO SEGÚN SAN MATEO Mt 14:22-33

El evangelio de hoy evoca una experiencia común a muchos de nosotros: queremos seguir a Jesús, pero las tormentas de la vida nos hacen dudar y tambalearnos. Al mismo tiempo nos da un consejo nacido de su experiencia: si en las dificultades clamamos al Señor, El siempre estará allí para sostenernos y no permitirá que sucumbamos.

TEMA: LA FUERZA DE LA FE

Este domingo nos presenta a Jesús andando sobre las aguas, y a Pedro que le pide ir hacia él andando sobre el agua del mar, pero hundiéndose por su miedo y falta de fe, pidiendo a Jesús que le salve. Luego Jesús lo toma de la mano y los dos suben a la barca donde están los otros discípulos.

Jesús al tomar a Pedro de la mano le dijo: “!Qué poca fe! ¿Por qué has dudado?”.

Titulo esta homilía “la fuerza de la fe”, porque también hoy día nosotros en medio de las dificultades con que nos encontramos, sea la pandemia mundial, sean las injusticias en nuestros países, sean el odio, la incomprensión, la falta de caridad y amistad con los demás, lo único que nos servirá de apoyo en el nivel individual y también en el colectivo como iglesia de Jesús, será la fuerza de la fe. Con la fe superaremos todas esas dificultades y andaremos seguros y confiados sobre las aguas turbulentas del mar contemporáneo.

Todos iguales, en una comunión de fragilidad, duda, miedo, con la fe, a pesar de todo, de las miserias y debilidades, nos sentimos seguros.

Si no escuchamos la invitación de Jesús a poner en él nuestra confianza incondicional, ¿a quién acudiremos?

Recemos hoy así: “¡Señor, creo en Ti, fortalece mi fe”!

Orígenes (185-254), el gran teólogo de la escuela de Alejandría (Egipto) escribió en su comentario al evangelio de Mateo:

La noche de la fe

Si en un momento dado nos vemos acechados por múltiples pruebas inevitables, ¡acordémonos de que Jesús nos invitó a subir a la barca e ir delante de él a la otra orilla! Es imposible llegar a la otra orilla sin haberse expuesto a las olas y al viento contrario. De manera que, cuando nos veamos metidos en dificultades y penas, cansados de navegar en medio de ellas, con medios pobres, ¡imaginemos que nuestra barca está en medio del mar, sacudida por las olas que amenazan con hacer naufragar nuestra fe u otra virtud cualquiera. Y cuando el viento del maligno se ensaña con nuestros proyectos y empresas, imaginémonos el viento contrario que se abate sobre la barca.

Cuando, pues, en medio de los sufrimientos aguantemos durante largas horas de la noche oscura que domina las pruebas, cuando hayamos luchado lo mejor que sabemos, evitando así el “naufragio de la fe”, podemos estar seguros de que, hacia el final de la noche, cuando la noche está avanzada y el día se echa encima, el Hijo de Dios vendrá a visitarnos caminando sobre las olas y apaciguando la tormenta.”

Termino con la poesía del sevillano Antonio Machado (1875-1939) titulada:

PROFESIÓN DE FE

 

Dios no es el mar, está en el mar; riela
como luna en el agua o aparece
como una blanca vela;
en el mar se despierta o se adormece.
Creó la mar, y nace
de la mar cual la nube y la tormenta;
es el Criador y la criatura lo hace;
su aliento es alma, y por el alma alienta.
Yo he de hacerte, mi Dios, cuál Tú me hiciste,
y para darte el alma que me diste
en mí te he de crear. Que el puro río
de caridad que fluye eternamente,
fluya en mi corazón. ¡Seca, Dios mío,
de una fe sin amor la turbia fuente!

j.v.c.