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Semana Santa 2024

Cuarto Domingo De Adviento (B)

 

20 de Diciembre de 2020

CITAS BIBLICAS PARA LA LITURGIA

María es modelo de la espera. Dios ha enviado muchos mensajeros para comunicar su presencia entre los hombres: envió a Natán a la casa de David, envió al arcángel Gabriel a María, y envió a Pablo. Que veamos en María el modelo de la espera, y que la imitemos en esta semana de adviento.

 

ORACION

Oh padre, Dios eterno, que, al enviarnos a tu Hijo, elegiste a María como madre del Salvador, te pedimos que nosotros, imitándole a ella, recibamos a Jesús con amor y alegría y vivamos siempre unidos a él. Por nuestro Señor Jesucristo.

 

PRIMERA LECTURA: 2 Sam 7:1-5,8-12,14,16 7:1-5,8-11,16

David, agradecido porque Dios le ha consolidado en el trono, desea hacer algo grande por El. Dios le recuerda, sin embargo, que no son las obras del hombre lo que han de salvar al mundo, sino sólo el poder y la misericordia divina. De este modo Dios le promete enviar un rey-mesías, un príncipe de la paz y verdadero salvador de la humanidad.

 

SALMO RESPONSORIAL: Sal 89:21-22,25 y 27, 29 y 35

R/ Cantaré ETERNAMENTE EL AMOR DEL SEÑOR.

 

  1. El amor del Señor por siempre cantaré
    tu fidelidad proclamaré de siglo en siglo;
    yo digo: tu favor es eterno,
    al hacer el cielo, pusiste en él tu fidelidad. R/
     
  2. Una alianza hiciste con tu preferido,
    le juraste a David, tu servidor:
    “Establecí tu linaje para siempre,
    asenté tu trono de siglo en siglo.” R/
     
  3. El me podrá invocar: “¡Tú eres mi Padre,
    mi Dios y la roca donde me refugio!”
    Para siempre mi amor le mantendré,
    y seré fiel a mi alianza con él. R/

 

SEGUNDA LECTURA: Rm 16:25-27

El evangelio es la respuesta al deseo de salvación de todos los seres humanos. En él se encuentra la palabra salvífica que Dios ha deseado dirigir a sus hijos desde los comienzos del mundo.

 

ACLAMACION DEL EVANGELIO: Lc 1:38

Aleluya, aleluya. Aquí está la esclava del Señor, hágase en mí según tu palabra. Aleluya.

 

EVANGELIO SEGÚN SAN LUCAS: Lc 1:26-38

La anunciación del ángel a María es el comienzo de nuestra salvación. En esta historia se ven reflejados todos aquellos que alguna vez han aceptado la voluntad de Dios en sus vidas y se han transformado en discípulos del Señor. La confianza, el amor y la fe de María son las mismas virtudes que necesitamos nosotros para traer al mundo la palabra salvadora de Dios.

 

 

TEMA: “LA ANUNCIACIÓN A MARÍA”

En este cuarto domingo de Adviento, el evangelio de S. Lucas y la primera lectura del libro segundo del profeta Samuel nos presenta el contraste entre “lo que busca Dios” y “lo que busca el hombre”.

Empezamos con lo que busca el hombre, que es en este caso el rey David. Él piensa en términos de grandeza, en construir un templo de madera preciosa de cedro, apunta hacia el poder, la ostentación y la riqueza. El rey se preocupa por construir una casa digna de Dios.

En cambio, Dios piensa en términos de pequeñez y modestia. Piensa en la carne, apunta hacia la debilidad, elige el camino de la pobreza, su proyecto empieza con una sencilla criatura – María de Nazaret – que acepta el que su proyecto desaparezca en el de Dios. La Virgen ha entendido una cosa fundamental: Dios no te llama para realizar lo que tú llevas en la cabeza, Dios llama porque quiere “otra cosa” de ti. Él desea mezclarse con la gente, entrar en el lugar del trabajo, acercarse a alguien, sentarse a la mesa con tu familia, conocer a tus amigos, discutir de tus problemas, escuchar los desahogos de los desesperados, detenerse en una habitación de hospital. Intenta coger de sorpresa.

María, después del anuncio del ángel, ha salido inmediatamente de casa, se ha puesto de viaje, habiéndole hospedado en su seno, le ha llevado inmediatamente fuera, es la única que ha comprendido que el Hijo de Dios no se ha encarnado para huir del mundo, sino para meterse en el barullo de los hombres. Es la única que ha comprendido que el Emmanuel (Dios con nosotros) es un Dios sin casa, que busca al hombre.

Este es el misterio que S. Pablo anuncia en su carta a los Romanos (la segunda lectura de hoy): “revelación del misterio mantenido en secreto durante siglos y manifestado ahora...para traer a todas las naciones a la obediencia de la fe: al Dios, único, Sabio, por Jesucristo, la gloria por los siglos de los siglos. Amén.”

Cuando María oye afirmar que “para Dios no hay nada imposible” se rinde “Aquí está la esclava del Señor, hágase en mi según tu palabra”. María nos enseña con su extraordinaria capacidad de recibir, con su sublime pasividad. María de Nazaret ofrece a su Señor el único espacio del que él tiene necesidad: su cuerpo, su persona, todo su ser. A Dios el templo-monumento le viene estrecho. Solamente el templo de carne puede contener su gloria. Únicamente la pequeñez logra abrazar la grandeza divina. Dios, finalmente, ha encontrado una casa. El ángel le dice: “El Espíritu Santo vendrá sobre ti y el poder del Altísimo te hará sombra; por eso, el consagrado que nazca llevará el título de Hijo de Dios”. esta es la revelación plena. El Dios Santo escoge a una muchacha sencilla para convertirla en madre de su Hijo, madre humana del Hijo eterno del Padre celestial. Y ella expresa su adhesión, su “sí” al proyecto de Dios: “que se cumpla en mí tu palabra”. Debemos admirar a María y experimentar una íntima alegría por esta respuesta suya tan hermosa, tan generosa, al proyecto de Dios. Podemos y debemos pedir la gracia de acoger también nosotros – cada uno según su propia vocación – el proyecto de Dios en nuestra vida, con una humildad perfecta, con gran generosidad y con una continua adhesión al mismo. Gracias Nuestra Señora del “sí”.

El monje benedictino francés San Ivon de Chartres (1040-1116) dijo en un sermón:

“Celebramos hoy la admirable concepción de Jesús por la Virgen. Celebramos el comienzo de nuestra redención y anunciamos el designio de Dios, formado de bondad y poder. Porque si el Señor del universo hubiera venido en busca de sus siervos perdidos para juzgarlos y no para mostrarles su bondad, jamás se habría revestido de esta envoltura frágil y limitada en la cual pudo sufrir con nosotros y por nosotros.

A los paganos esto les parece – tomando las palabras de san Pablo – debilidad y locura, porque se fundan en el razonamiento de la vana filosofía y forman juicios sobre el Creador a partir de las leyes de la creación. ¿Existe una obra más grande de poder que hacer concebir a la Virgen, en contra de las leyes de la naturaleza? ¿Y, después de haber tomado nuestra carne, devolver una naturaleza mortal a la gloria de la inmortalidad, pasando por la muerte? Por eso el apóstol dijo: La debilidad de Dios es más fuerte que el hombre.

Hoy el seno de la Virgen se convierte en la puerta del cielo, por la cual Dios desciende a la casa de los hombres para hacernos subir al cielo”.

Termino con una poesía del gran Lope de Vega (1562-1635) llamada:

 

La Anunciación

Pensando estaba María
en alta contemplación,
quién había de ser Madre
del Hijo eterno de Dios.
De los sagrados Profetas
la soberana lección
le había puesto el deseo,
que su alma le suspendió.
Leyó que una virgen santa,
y sin obra de varón,
un hijo concebiría,
siendo ella cristal, el Sol.
¡Felicísima doncella!
-le dice llena de amor,
porque entonces no sabía
que por Ella se escribió:
“¡Quién tan venturosa fuera
que, por serviros a vos,
mereciera ser esclava
de las que de vos lo son!
Desde aquí, virgen hermosa,
adoro y respeto yo
aquel campo, que ha de dar
fruto de tal bendición”.
Cuando esto dice la Niña,
(Niña en los ojos de Dios,
que con el Niño que espera
las tendrá para los dos),
bate las alas un Ángel
de la esfera superior,
coronado el aire claro
de cándido resplandor.
En la humilde Nazaret
el alto vuelo paró,
donde ha de pararse el Cielo
y nueve meses su Autor.
Tomó forma de un mancebo
más hermoso que Absalón;
ni era mucho, pues su Dueño
verdadera la tomó.
Las rodillas por el suelo,
dijo que era embajador
de la paz de Dios y el hombre
con que Dios hombre quedó.
Más bendita fue María
y de más gracia y honor
en creer, que en concebir
a Dios en esta ocasión.
Vos sois, divina Señora,
hermosa Niña, Vos sois
la que ha de ser de Dios Madre,
y criar al que os criò.
Vos sois la zarza divina
que verde se conservó
entre las llamas de fuego,
y Vos la vara de Aarón.
Vos el arco de las paces
de más divino color,
que el cielo abraza esmaltado
de Fe, Esperanza y Amor.
Vos el Arca del diluvio,
Vos la estrella de Jacob,
Vos la Paloma que trajo
nuevas del Arco y del Sol.
Vos la Virgen cuya planta
ha de pisar al dragón
tirano de nuestras vidas
desde que a Eva engañó.
Vos Propiciatorio santo,
Vos Templo de Salomón,
a donde golpe de culpa
en ningún tiempo se oyó.
Vos limpia, Virgen hermosa,
desde vuestra Concepción,
que, como le fue posible,
quien os hizo os reservó.

j.v.c.


 

 

 

 

 
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