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Semana Santa 2024

Cuarto Domingo Del Tiempo Ordinario (B)

 

31 de Enero de 2021

CITAS BIBLICAS PARA LA LITURGIA

Dios promete un profeta a su pueblo, y este verdadero Profeta es Jesús que enseña con autoridad, y que se muestra vencedor de las fuerzas que atormentan al hombre. San Pablo nos indica que todo el que quiera dedicarse al Señor, para seguir las enseñanzas de su vida, debe dar su justo valor y puesto a los asuntos todos del mundo.

 

 

ORACIÓN

Oh Dios, que nos llamas a la conversión, tu Hijo Jesús rechazando el mal nos mostró la fuerza ilimitada de tu salvación.

Derrama el aliento y fuerza de tu espíritu sobre quienes hoy nos juntamos para alabarte. Por nuestro Señor Jesucristo.

 

PRIMERA LECTURA: Dt 18:15-20

Dios promete a Moisés que no dejará de enviar un profeta a su pueblo. Esta promesa se cumple en la persona de todos los profetas y todas las personas santas que Dios pone en el camino de nuestra vida para hacernos saber su voluntad.

 

SALMO RESPONSORIAL: Sal 95:1-2,5-6,7-8

R/OJALÁ ESCUCHÉIS HOY SU VOZ;
NO ENDUREZCÁIS VUESTROS CORAZONES.

 

  1. Venid, aclamemos al Señor,
    demos vítores a la Roca que nos salva;
    entremos en su presencia dándole gracias,
    vitoreándole al son de instrumentos. R/
     
  2. Entrad, postrémonos por tierra,
    bendiciendo al Señor, creador nuestro.
    Porque él es nuestro Dios,
    y nosotros su pueblo, el rebaño que él guía. R/
     
  3. Ojalá escuchéis hoy su voz:
    “No endurezcáis el corazón como en Meribá,
    como el día de Masá en el desierto:
    cuando vuestros padres me pusieron a prueba
    y me tentaron, aunque habían visto mis obras.” R/

 

SEGUNDA LECTURA: 1 Co 7:32-35

San Pablo alaba la vida de los que se han consagrado totalmente a Dios y nos explica su sentido. Un cristiano consagrado vive desapegado de todo cuanto le impide llegar al Señor y entregarse a Él en cuerpo y alma.

 

 

ACLAMACION AL EVANGELIO: Mt 4:16

Aleluya, aleluya.

El pueblo que habitaba en tinieblas vio una luz grande; a los que habitaban en tierra y sombra de muerte, una luz les brilló. Aleluya.

 

EVANGELIO SEGÚN SAN MARCOS: Mc 1:21-28

San Marcos nos recuerda que Jesús es más poderoso que todos los males que nos aquejan. Escuchemos la palabra del Señor y dejemos que nos llene el corazón el mismo asombro que sentía la gente que presenciaba sus milagros.

 

TEMA: “DESDEMONIZAR LA TIERRA”

 

El evangelio de Marcos nos presenta a Jesús expulsando un demonio del interior de un hombre. Es el primer milagro de Jesús que relata Marcos. Y con ello nos viene a decir que Jesús viene con la misión de “desdemonizar la tierra”. Jesús es el gran vencedor de los demonios. Los enemigos del hombre son los enemigos de Dios.

En una mentalidad primitiva muchas enfermedades, especialmente las mentales, se atribuían a la “posesión” de espíritus malos (llamados también demonios). Con la obsesión demoníaca, frecuentemente, tienen conexión también las disminuciones físicas, como la mudez, la sordera, la ceguera, la parálisis, la epilepsia. Hoy en vez de “endemoniado” podremos hablar de “paranoico”.

Jesús no se separa de la mentalidad de su tiempo. Jesús hace una “lectura teológica” del caso que tiene ante sí. Se encuentra frente a un individuo que no es quien es, está desintegrado. En aquel pobre hombre Jesús lee el signo de la presencia del adversario, del que divide, o sea de aquel que impide el plan de Dios y destruye al hombre, de aquel que se apropia de un poseído de Dios. La expulsión se convierte entonces en la expulsión del ocupante abusivo, la liquidación de las fuerzas del mal, el saneamiento de un terreno contaminado. Se verifica la expropiación, con una acción de fuerza, para volver a consagrar aquel territorio. El hombre “ocupado”, bloqueado, puede salir a su vez de su prisión y reencontrar la armonía y la unidad perdidas. El resultado final es la liberación del mal. Los enemigos del hombre son los enemigos de Dios; todo lo que atenta contra la dignidad del hombre constituye una blasfemia contra la gloria de Dios, todo lo que amenaza al hombre representa un ultraje a la santidad de Dios. Los derechos de Dios son pisoteados en su “imagen y semejanza” que es el hombre.

El enemigo es común. Por lo tanto, nosotros debemos tener el coraje y el poder de la palabra, cuando se trata de defender al hombre de todas sus esclavitudes.

Y así, Jesús es también el “profeta” anunciado en la primera lectura del Deuteronomio poderoso en palabras y obras. Los que le escuchaban en la Sinagoga de Cafarnaún, “se quedaron asombrados de su enseñanza porque enseñaba con autoridad”. “Todos se preguntaron estupefactos: ¿qué es esto? Este enseñar con autoridad es nuevo. Hasta a los espíritus inmundos les manda y le obedecen”.

¿Y nosotros? ¿Nos esforzamos por cultivar el discernimiento de espíritus? ¿Tenemos una actitud vigilante y una voluntad decidida en relación con el mal, que se presenta ruidoso y busca dominar la vida pública? ¿Asumimos la fatiga y la hostilidad que comporta la lucha contra el mal? ¿Tenemos una confianza firme y viva en Jesús? ¿Estamos convencidos de que él supera a todas las fuerzas contrarias y de que, unidos a él, podemos derrotar al mal y a las fuerzas hostiles?

San Jerónimo (320-430) en su Comentario al evangelio de san Marcos dice:

“Y Jesús lo conminó: “ ¡Cállate y sal de este hombre!”. La verdad no necesita el testimonio de la mentira. No he venido para ser reconocido por tu testimonio, sino para arrojarte de mi criatura. Cállate. Tu silencio sea mi alabanza. No quiero que me alabe tu voz, sino tus tormentos: tu pena es mi alabanza. Cállate y sal de este hombre. Como si dijera: sal de mi casa, ¿qué haces en mi morada? Yo deseo entrar: Cállate y sal de este hombre. De este hombre, es decir, de este animal racional. Abandona esta morada preparada para mí. El Señor desea su casa: sal de este hombre.

Mira cuán preciosa es el alma humana. Esto contradice a aquellos que creen que nosotros y los animales tenemos una misma alma y arrastramos un mismo espíritu. De un solo hombre es arrojada la legión y enviada a dos mil puercos, lo cual nos hace ver que es precioso lo que se salva y de poco valor lo que se pierde. Sal de este hombre: no quiero que tú poseas al hombre; es para mí una injuria que habites tú en el hombre, siendo yo el que habita en él. Yo asumí el cuerpo humano, yo habito en el hombre. Esa carne que posees es parte de mi carne; por tanto, sal del hombre”.

Termino con el soneto del madrileño Juan José Domenchina (1898-1959), que muestra el dolor del hombre que lucha contra las fuerzas del mal, titulado:

 

DOLOR HUMANO

Aquí en mi jaula estoy, con mi jauría
famélica. El escaso nutrimiento
de mi carne no sirve de sustento
a la voracidad en agonía
de este tropel devorador que ansía
mi cotidiano despedazamiento
y que ataraza, en busca de alimento,
mis huesos triturados noche y día.
Pero no me lamento; no podría
dolerme yo, Señor, de mi tormento
junto a tu cruz, que blasfemar sería.
Múltiple fue tu compadecimiento
- por todos tu sufrir- ...y en mi agonía
no cabe más dolor que el que yo siento.

j.v.c. 

 

 

 

 
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