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Semana Santa 2024

Epifanía Del Señor

 

2 De Enero De 2022

 

El mensaje central de la fiesta de hoy es la manifestación de Cristo que es luz y salvación de Dios para todas las naciones. La visión luminosa de Isaías se ve realizada en la persona de los Magos de oriente, “extranjeros” que guiados por la estrella, encuentran al Rey de los judíos. Así tiene lugar la manifestación del “misterio” o proyecto Salvador de Dios para todos los pueblos.

 

ORACIÓN COLECTA

Señor, tú que en este día revelaste tu Hijo unigénito a los pueblos gentiles por medio de una estrella, concede a los que ya te conocemos por la fe poder contemplar un día, cara a cara, la hermosura infinita de tu gloria. Por nuestro Señor Jesucristo.

 

PRIMERA LECTURA: Is 60_1-6

El profeta Isaías invita a sus contemporáneos y nos invita a nosotros a darnos cuenta de la gracia que Dios nos ofrece. Es una invitación a ser agradecidos y abandonar la tristeza.


SALMO RESPONSORIAL

R/ ANTE ÉL SE POSTRARÁN TODOS LOS REYES, Y LE SERVIRÁN TODAS LAS NACIONES.

Oh Dios, comunica al rey tu juicio
Y tu justicia a ese hijo de rey,
Para que juzgue a tu pueblo con justicia
Y a tus pobres en los juicios que reclaman. R/

Florecerá en sus días la justicia,
Y una gran paz hasta el fin de las lunas.
Pues domina del uno al otro mar,
Del río hasta el confín de la tierra. R/

Los reyes de Tarsis y de las islas le pagarán tributo;
Los reyes de Arabia y de Etiopía,
Le harán llegar sus cuotas.
Ante él se postrarán todos los reyes,
Y le servirán todas las naciones. R/

Pues librará al mendigo que a él clama,
Al pequeño que de nadie tiene apoyo,
Él se apiada del débil y del pobre,
Él salvará la vida de los pobres. R/

 

SEGUNDA LECTURA: Ef 3;2, 3,5-6

Pablo fue instrumento para el anuncio de la salvación a todos los pueblos. Nosotros nos beneficiamos de esta predicación de Pablo, y, como él, también somos llamados a ser apóstoles de Jesús.


ALELUYA: Mt 2:2

Aleluya, aleluya.

Hemos visto salir la estrella, y venimos a adorarlo.
Aleluya.


EVANGELIO SEGÚN SAN MATEO: Mt 2:1-12
La historia de los Magos de oriente es una invitación a seguir cada estrella que en nuestro camino nos conduce al Salvador. Una invitación a no dejarnos vencer por la espera, por los enemigos, por la desesperanza.

 

Necesidad De Una Estrella


Todos necesitamos de “una estrella” que brille en nuestro corazón como aquella estrella que iluminó a los Magos de Oriente para que fueran en peregrinación hasta Belén y ofrecieran al Niño Jesús son dones más queridos.

Recuerdo que cuando estaba en Hiroshima e iba a visitar a los presos de habla latina en la cárcel, les leía este evangelio de San Mateo, diciéndoles que ya les faltaba un poco menos para salir de la cárcel en donde estaban presos, los ojos se les iluminaban con una estrella de esperanza, semejante a los Magos de Oriente.

La liturgia de la Palabra de este domingo nos quiere decir que la salvación de Jesucristo se extiende a todos los hombres, no sólo al Pueblo de Israel.

Por eso, en la primera lectura, el Profeta Isaías dice: “Jerusalén brilla...sobre ti amanecerá el Señor, su gloria aparecerá sobre ti; y caminarán los pueblos a tu luz; los reyes al resplandor de tu aurora.

Levanta tu vista en torno, mira: todos se han reunido, viene a ti; tus hijos llegan de lejos...trayendo incienso y oro”...

En la segunda lectura, San Pablo en su carta a los Efesios, también dice; “también los gentiles son coherederos, miembros del mismo cuerpo, participes de la Promesa en Jesucristo, por el Evangelio”.

En el Evangelio, vemos a los Magos de Oriente que guiados por “una estrella” acuden hasta Belén.

Y allí ofrecen al Niño Jesús con María, y cayendo de rodillas lo adoraron; después, abriendo sus cofres, le ofrecieron regalos: oro, incienso y mirra”.

La historia de los Magos muestra nuestra propia historia, la historia del hombre creyente que busca y encuentra a Jesús.

Porque todo ser humano necesita tener en su vida una estrella.

No podemos vivir inmersos y ahogados en la prosa de cada día, viviendo de tejas abajo.

Nos hace falta algo que nos saque de la rutina, de nuestro levantarse, trabajar, comer, dormir...para continuar de la misma forma al día siguiente.

Tenemos necesidad de algo que sea para nosotros meta, sueño o ilusión.

Necesitamos una estrella.

Y ¿qué dones podemos, queremos y debemos llevar al Niño Jesús, a “don Diosito”, como llamaba señora mayor peregrina en la Cueva de Belén? El “oro” de nuestro “amor, el “incienso” de nuestra oración, y la “mirra” de nuestro trabajo, sacrificios y sufrientes.

San Alfonso María de Liborio (1686-1907) en sus Meditaciones para la Epifanía (n.1) dijo: “Niño digno de amor, como los reyes magos, te veo en esta gruta acostado sobre la paja, bien pobre y despreciado; pero la fe me enseña que tú eres mi Dios, bajado del cielo para mi salvación.

Te reconozco como mi soberano Señor y mi Salvador; te proclamo como tal, pero no tengo nada que ofrecerte.

No tengo el oro del amor, pues amo las cosas de este mundo; solo amo mis caprichos en lugar de amarte a ti, infinitamente digno de amor, Tampoco tengo el incienso de la oración porque, por desgracia, he vivido sin pensar en ti.

Tampoco tengo la mirra de la mortificación, ya que, por no haberme abstenido de placeres miserables, he entristecido numerosas veces tu bondad infinita.

¿Qué puedo, pues, ofrecerte? Jesús mío, te ofrezco mi corazón, muy sucio, completamente desprovisto como está: acéptalo y cámbialo, ya que has venido a nosotros para lavar con tu sangre nuestros corazones culpables y así transformarnos en santos.

Dame, pues, de ese oro, de ese incienso, de esa mirra que me falta.

Dame el oro de tu santo amor; dame el incienso, el espíritu de oración; dame la mirra, el deseo y las fuerzas para mortificarme en todo lo que no te complace.

Oh, Virgen Santa, tú has acogido a los piadosos reyes magos con vivo afecto: dígnate en todo acogerme a mí, que, siguiendo su ejemplo, vengo a visitar y ofrecerme a tu Hijo”.

Termino con una poesía del nacido en Valladolid Jorge Guillén (1893-1984) Titulada: Epifanía Llegan al portal los mayores, Melchor, Gaspar y Baltasar.

Se inclinan con sus esplendores y al Niño adoran sin cantar.

Dios no es rey ni parece rey, Dios no es suntuoso ni rico.

Dios lleva en sí la humana grey y todo su inmenso acerico.

El cielo estrellado gravita sobre Belén, y ese portal a todos los hombres da cita por invitación fraternal.

Dios está de nueva manera, y viene a familia de obrero, sindicato de la madera, el humilde es el verdadero.

Junto al borrico, junto al buey la criatura desvalida dice en silencio: No soy rey, soy camino, verdad y vida”.


 

j.v.c.

 

 

 
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