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Trigésimo Domingo Del Tiempo Ordinario

 

23 De Octubre De 2022

 

Dios no se compra ni con acciones cultuales, ni con palabras solas; el Señor escucha a quien suplica humildemente, y rechaza al que se vanagloria y desprecia a los demás. Pablo, ante su muerte, hace balance de su vida y observa que el Señor nunca se ha dejado ganar en generosidad.

 

ORACION COLECTA

 Oh Dios, rico en dones y gracias, al presentarnos ante tí tal como somos, con todas nuestras limitaciones y flaquezas, tú nos recibes con gran amor. Aquí nos tienes, Señor, pidiéndote juntos que sepamos dejarlo todo en tus manos. Por nuestro Señor Jesucristo.

 

PRIMERA LECTURA: Ecl 35:15-17, 20-22

La primera lectura nos habla del poder de la oración. Dios jamás deja de escchar la oración. Dios jamás deja de escuchar la oración de sus fieles. Nuestras aflicciones son tambien las aflicciones de Dios y no hay ningun sufrimiento nuestro que Dios no conozca ni desee remediar.

 

SALMO RESPONSORIAL
R/ SI EL AFLIGIDO INVOCA AL SEÑOR, ÉL LO ESCUCHA.

 

  1. Bendeciré al Señor en todo tiempo,
    No cesará mi boca de alabarlo;
    Mi alma se gloría en el Señor,
    Que lo oigan los humildes y se alegren.
     
  2. El Señor aparta su cara de los malos
    Y borra de la tierra su recuerdo.
    En cuanto gritan, el Señor escucha,
    Y los libra de todas sus angustias.
     
  3. El Señor está cerca del corazón deshecho
    Y salva a los de espíritu abatido.
    Pero el Señor libra el alma de sus siervos,
    El que se ampara en él no tendrá que pagar.

 


SEGUNDA LECTURA: 2 Tim 4,6-8, 16-18

Del mismo modo que Dios no abandonó a Jesús, nos acompaña a nosotros cada día de nuestra vida. Los hombres nos pueden dejar solos, pero Dios es fiel y estará siempre con nosotros.

 

ALELUYA: 2 Co 5:19

Aleluya, aleluya.

Dios estaba en Cristo, reconciliando el mundo consigo, y a nosotros nos ha confiado la palabra de la reconciliación.

Aleluya, aleluya.

 

EVANGELIO SEGÚN SAN LUCAS: Lc 18:9-14

El evangelio de San Lucas nos habla de dos maneras opuestas de orar. El fariseo se presenta ante Dios como quien se presenta ante un juez. El recaudador de impuestos, en cambio, se reconoce pecador y necesitado, como un hijo frente a su Padre.

 

«El Espíritu Santo Vendrá Sobre Ustedes Y Recibirán Su Fuerza» – Dejarse Fortalecer Y Guiar Por El Espíritu

 

 

Cristo resucitado, al anunciar a los discípulos la misión de ser sus testigos, les prometió también la gracia para una responsabilidad tan grande: «El Espíritu Santo vendrá sobre ustedes y recibirán su fuerza para que sean mis testigos» (Hch 1,8). Efectivamente, según el relato de los Hechos, fue inmediatamente después de la venida del Espíritu Santo sobre los discípulos de Jesús cuando por primera vez se dio testimonio de Cristo muerto y resucitado con un anuncio kerigmático, el denominado discurso misionero de san Pedro a los habitantes de Jerusalén. Así los discípulos de Jesús, que antes eran débiles, temerosos y cerrados, dieron inicio al periodo de la evangelización del mundo. El Espíritu Santo los fortaleció, les dio valentía y sabiduría para testimoniar a Cristo delante de todos.

 

Así como «nadie puede decir: “¡Jesús es el Señor!”, si no está movido por el Espíritu Santo» (1 Co 12,3), tampoco ningún cristiano puede dar testimonio pleno y genuino de Cristo el Señor sin la inspiración y el auxilio del Espíritu. Por eso todo discípulo misionero de Cristo está llamado a reconocer la importancia fundamental de la acción del Espíritu, a vivir con Él en lo cotidiano y recibir constantemente su fuerza e inspiración. Es más, especialmente cuando nos sintamos cansados, desanimados, perdidos, acordémonos de acudir al Espíritu Santo en la oración, que —quiero decirlo una vez más— tiene un papel fundamental en la vida misionera, para dejarnos reconfortar y fortalecer por Él, fuente divina e inextinguible de nuevas energías y de la alegría de compartir la vida de Cristo con los demás. «Recibir el gozo del Espíritu Santo es una gracia. Y es la única fuerza que podemos tener para predicar el Evangelio, para confesar la fe en el Señor» (Mensaje a las Obras Misionales Pontificias, 21 mayo 2020). El Espíritu es el verdadero protagonista de la misión, es Él quien da la palabra justa, en el momento preciso y en el modo apropiado.

 

También queremos leer a la luz de la acción del Espíritu Santo los aniversarios misioneros de este año 2022. La institución de la Sagrada Congregación de Propaganda Fide, en 1622, estuvo motivada por el deseo de promover el mandato misionero en nuevos territorios. ¡Una intuición providencial! La Congregación se reveló crucial para hacer que la misión evangelizadora de la Iglesia sea realmente tal, independiente de las injerencias de los poderes mundanos, con el fin de constituir las Iglesias locales que hoy muestran tanto vigor. Deseamos que la Congregación, como en los cuatro siglos pasados, con la luz y la fuerza del Espíritu, continúe e intensifique su trabajo de coordinar, organizar y animar la actividad misionera de la Iglesia.

 

El mismo Espíritu que guía la Iglesia universal, inspira también a hombres y mujeres sencillos para misiones extraordinarias. Y fue así como una joven francesa, Paulina Jaricot, fundó hace exactamente 200 años la Obra de la Propagación de la Fe; su beatificación se celebra en este año jubilar. Aun en condiciones precarias, ella acogió la inspiración de Dios para poner en movimiento una red de oración y colecta para los misioneros, de modo que los fieles pudieran participar activamente en la misión “hasta los confines de la tierra”. De esta genial idea nació la Jornada Mundial de las Misiones que celebramos cada año, y cuya colecta en todas las comunidades está destinada al fondo universal con el cual el Papa sostiene la actividad misionera.

 

En este contexto recuerdo además al obispo francés Charles de Forbin-Janson, que comenzó la Obra de la Santa Infancia para promover la misión entre los niños con el lema “Los niños evangelizan a los niños, los niños rezan por los niños, los niños ayudan a los niños de todo el mundo”; así como a la señora Jeanne Bigard, que dio vida a la Obra de San Pedro Apóstol para el sostenimiento de los seminaristas y de los sacerdotes en tierra de misión. Estas tres obras misionales fueron reconocidas como “pontificias” precisamente cien años atrás. Y fue también bajo la inspiración y guía del Espíritu Santo que el beato Pablo Manna, nacido hace 150 años, fundó la actual Pontificia Unión Misional para animar y sensibilizar hacia la misión a los sacerdotes, a los religiosos y a las religiosas, y a todo el Pueblo de Dios. El mismo Pablo VI formó parte de esta última Obra y confirmó el reconocimiento pontificio. Menciono estas cuatro Obras Misionales Pontificias por sus grandes méritos históricos y también para invitarlos a alegrarse con ellas en este año especial por las actividades que llevan adelante para sostener la misión evangelizadora de la Iglesia universal y de las Iglesias locales. Espero que las Iglesias locales puedan encontrar en estas Obras un sólido instrumento para alimentar el espíritu misionero en el Pueblo de Dios.

 

Queridos hermanos y hermanas, sigo soñando con una Iglesia totalmente misionera y una nueva estación de la acción misionera en las comunidades cristianas. Y repito el deseo de Moisés para el pueblo de Dios en camino: «¡Ojalá todo el pueblo de Dios profetizara!» (Nm 11,29). Sí, ojalá todos nosotros fuéramos en la Iglesia lo que ya somos en virtud del bautismo: profetas, testigos y misioneros del Señor. Con la fuerza del Espíritu Santo y hasta los confines de la tierra. María, Reina de las misiones, ruega por nosotros.

 

(Mensaje para la Jornada de oración por las Misiones, Papa Francisco)

 

 

 
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