Tercer Domingo De Cuaresma

 

12 De Marzo De 2023

 

Cristo, fuente de agua viva. No sólo existe un agua que sacia la sed en el desierto y envía la muerte. Existe también un agua que da viva eterna: Cristo. La vida que nos da Cristo es la justificación por la fe y la esperanza.

 

ORACION COLECTA

Oh Dios, fuente de la salvación, que nos enviaste a tu Hijo Jesús como alimento y bebida que calmase nuestra hambre y nuestra sed, cuando, cansados y sedientos, perdemos la alegría y la esperanza, repone nuestras fuerzas con el agua de la vida y ayúdanos a levantarnos y continuar nuestro camino. Por nuestro Señor Jesucristo.

 

PRIMERA LECTURA: Ex 17:3-7

El pueblo de Israel se olvida de todas las gracias que Dios le ha concedido y murmura contra Dios y contra Moisés. Dios, sin embargo, responde a la desconfianza y al desagradecimiento con un nuevo favor.

SALMO RESPONSORIAL
R/ ESCUCHAREMOS TU VOZ, SEÑOR.

 

Vengan, alegres demos vivas al Señor,
Aclamemos a la Roca que nos salva;
Partamos a su encuentro dando gracias;
Aclamémosle con cánticos.

 

Suyo es el mar, porque él hizo,
Y la tierra firme que modeló con sus manos.
Entremos, postrémonos para adorarlo,
Arrodillémonos ante el Señor que nos ha hecho.

 

Porque él es nuestro Dios y nosotros su pueblo,
¡Ojalá escuchen hoy su voz!
“No endurezcan su corazón como en Meribá,
Como el día de Masá en el desierto.”

 

 

SEGUNDA LECTURA: Rom 5:1-2, 5-8

El amor que Jesús nos ha demostrado en la cruz es la mejor prueba del cariño que Dios nos tiene y el mejor aliciente para seguir luchando sin desfallecer para hacer realidad el Reino de los Cielos.

 

VERSÍCULO: Jn 4:42 y 15

Señor, tú eres de verdad el Salvador del mundo; dame agua viva; así no tendré más sed.

 

EVANGELIO SEGÚN SAN JUAN: Jn 4, 5-42

A medida que habla con Jesús la Samaritana va descubriendo su verdadera identidad: Jesús es el salvador del mundo, es la respuesta de Dios a nuestros deseos más profundos, Jesús es fuente de agua viva para todo el que pacientemente quiera descubrirlo y gustar de él.

 

Mensaje De Cuaresma, Ascesis Cuaresmal, Una Camino Sinodal


El primero se refiere al imperativo que Dios Padre dirigió a los discípulos en el Tabor, mientras contemplaban a Jesús transfigurado. La voz que se oyó desde la nube dijo: «Escúchenlo» (Mt 17,5). Por tanto, la primera indicación es muy clara: escuchar a Jesús. La Cuaresma es un tiempo de gracia en la medida en que escuchamos a Aquel que nos habla. ¿Y cómo nos habla? Ante todo, en la Palabra de Dios, que la Iglesia nos ofrece en la liturgia. No dejemos que caiga en saco roto. Si no podemos participar siempre en la Misa, meditemos las lecturas bíblicas de cada día, incluso con la ayuda de internet. Además de hablarnos en las Escrituras, el Señor lo hace a través de nuestros hermanos y hermanas, especialmente en los rostros y en las historias de quienes necesitan ayuda. Pero quisiera añadir también otro aspecto, muy importante en el proceso sinodal: el escuchar a Cristo pasa también por la escucha a nuestros hermanos y hermanas en la Iglesia; esa escucha recíproca que en algunas fases es el objetivo principal, y que, de todos modos, siempre es indispensable en el método y en el estilo de una Iglesia sinodal.

 

Al escuchar la voz del Padre, «los discípulos cayeron con el rostro en tierra, llenos de temor. Jesús se acercó a ellos y, tocándolos, les dijo: “Levántense, no tengan miedo”. Cuando alzaron los ojos, no vieron a nadie más que a Jesús solo» (Mt 17,6-8). He aquí la segunda indicación para esta Cuaresma: no refugiarse en una religiosidad hecha de acontecimientos extraordinarios, de experiencias sugestivas, por miedo a afrontar la realidad con sus fatigas cotidianas, sus dificultades y sus contradicciones. La luz que Jesús muestra a los discípulos es un adelanto de la gloria pascual y hacia ella debemos ir, siguiéndolo “a Él solo”. La Cuaresma está orientada a la Pascua. El “retiro” no es un fin en sí mismo, sino que nos prepara para vivir la pasión y la cruz con fe, esperanza y amor, para llegar a la resurrección. De igual modo, el camino sinodal no debe hacernos creer en la ilusión de que hemos llegado cuando Dios nos concede la gracia de algunas experiencias fuertes de comunión. También allí el Señor nos repite: «Levántense, no tengan miedo». Bajemos a la llanura y que la gracia que hemos experimentado nos sostenga para ser artesanos de la sinodalidad en la vida ordinaria de nuestras comunidades.

 

Queridos hermanos y hermanas, que el Espíritu Santo nos anime durante esta Cuaresma en nuestra escalada con Jesús, para que experimentemos su resplandor divino y así, fortalecidos en la fe, prosigamos juntos el camino con Él, gloria de su pueblo y luz de las naciones.


 

(Roma, San Juan de Letrán, 25 de enero de 2023, Fiesta de la Conversión de san Pablo)