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Liturgia Del Domingo 22 De Enero 2017

Tercer Domingo del Tiempo Ordinario (A)

 

Isaías (1ª. Lectura) anuncia una mañana de luz y alegría. Jesús nos trae la luz verdadera con la buena noticia, y la llamada a seguirle (Ev). Y es Pablo el que pone la fuerza de esa luz no en los valores humanos, fuentes de división, sino en el mismo Cristo, fuente y signo de unidad.

 

PRIMERA LECTURA: Is 8: 23-9: 3

Israel, desterrado, soporta la humillación pero abre su corazón a la esperanza. El mañana será mejor; el horizonte tiene colores de victoria, de paz, de libertad. Esta lectura es un mensaje para todos los que sufren sin perder la confianza en Dios.

 

SALMO RESPONSORIAL: Sl. 27: 14, 13-14

R/ EL SEÑOR ES MI LUZ Y MI SALVACIÓN

  1. El Señor es mi luz y mi salvación, ¿A quién he de temer?
    Amparo de mi vida es el Señor, ¿ante quién temblaré?. R/
     
  2. Una cosa al Señor sólo le pido,
    La cosa que yo busco es
    habitar en la casa del Señor
    mientras dure mi vida,
    para gozar de la dulzura del Señor
    y cuidar de su santuario. R/
     
  3. La bondad del Señor espero ver
    en la tierra de los vivientes.
    confía en el Señor, ¡ánimo, arriba!
    Espera en el Señor. R/

 

SEGUNDA LECTURA: 1Cor 1: 10-13, 17

La Comunidad de Corintio está dividida. Algunos se dicen seguidores de Pablo, otros de Pedro. Pablo les recuerda que el único importante es Cristo y no aquel que lo anuncia. La auténtica fe lleva a la unidad y nunca a la división.

 

ALELUYA: Mt 4: 23

Aleluya, aleluya. Jesús predicaba el Evangelio del Reino, curando las enfermedades del pueblo. Aleluya.

 

EVANGELIO SEGÚN SAN MATEO: Mt 4: 12-23

El pasaje del evangelio de hoy nos habla del comienzo del anuncio del Reino de Dios con obras y con palabras. Jesús nos llama a “seguirle” y nos invita a trabajar juntos con El.

 

ALGO NUEVO Y BUENO

 

El primer escritor que recogió la actuación y el mensaje de Jesús lo resumió todo diciendo que Jesús proclamaba la “Buena Noticia de Dios”. Más tarde, los demás evangelistas emplean el mismo término griego (euanggelion) y expresan la misma convicción: en el Dios anunciado por Jesús las gentes encontraban algo “nuevo” y “bueno”.

¿Hay todavía en ese Evangelio algo que pueda ser leído, en medio de nuestra sociedad indiferente y descreída, como algo nuevo y bueno para el hombre y la mujer de nuestros días? ¿Algo que se pueda encontrar en el Dios anunciado por Jesús y que no proporciona fácilmente la ciencia, la técnica o el progreso? ¿Cómo es posible vivir la fe en Dios en nuestros días?

 

En el Evangelio de Jesús los creyentes nos encontramos con un Dios desde el que podemos sentir y vivir la vida como un regalo que tiene su origen en el misterio último de la realidad que es Amor. Para mí es bueno no sentirme solo y perdido en la existencia, ni en manos del destino o el azar. Tengo a Alguien a quien puedo agradecer la vida.

 

En el Evangelio de Jesús nos encontramos con un Dios que, a pesar de nuestras torpezas, nos da fuerza para defender nuestra libertad sin terminar esclavos de cualquier ídolo; para no vivir siempre a medias ni ser unos “vividores”; para ir aprendiendo formas nuevas y más humanas de trabajar y de disfrutar, de sufrir y de amar. Para mí es bueno poder contar con la fuerza de mi pequeña fe en ese Dios.

 

En el Evangelio de Jesús nos encontramos con un Dios que despierta nuestra responsabilidad para no desentendernos de los demás. No podremos hacer grandes cosas, pero sabemos que hemos de contribuir a una vida más digna y más dichosa para todos pensando sobre todo en los más necesitados e indefensos. Para mí es bueno creer en un Dios que me pregunta con frecuencia qué hago por mis hermanos.

 

En el Evangelio de Jesús nos encontramos con un Dios que nos ayuda a entrever que el mal, la injusticia y la muerte no tienen la última palabra. Un día todo lo que aquí no ha podido ser, lo que ha quedado a medias, nuestros anhelos más grandes y nuestros deseos más íntimos alcanzarán en Dios su plenitud. A mí me hace bien vivir y esperar mi muerte con esta confianza.

 

Ciertamente, cada uno de nosotros tiene que decidir cómo quiere vivir y cómo quiere morir. Cada uno ha de escuchar su propia verdad. Para mí no es lo mismo creer en Dios que no creer. A mí me hace bien poder hacer mi recorrido por este mundo sintiéndome acogido, fortalecido, perdonado y salvado por el Dios revelado en Jesús.

 

José Antonio Pagola

 

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