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Semana Santa 2024

Quinto Domingo De Cuaresma

2 de Abril de 2017

 

TEXTOS BIBLICOS PARA LA LITURGIA EUCARÍSTICA

Se acerca la Pascua, y con ella, el bautizo de los nuevos cristianos. La Iglesia, con el profeta, proclama una nueva vida para ellos (1ª. Lect. ), les da el mensaje de Cristo: “Yo soy la resurrección y la vida”. (Ev) y les da el ejemplo de la resurrección de Lázaro como un anticipo de la de Cristo y la de todos los que creen en él (2ª. Lect.).

 

PRIMERA LECTURA: Ez 37: 12-14

El profeta Ezequiel compara la situación política de su pueblo con la muerte. Dios es la esperanza de la resurrección nacional y, por sobre todas las cosas aquel que puede reconstruir nuestras vidas y nuestros corazones.

SALMO RESPONSORIAL: Sal. 130: 1-2, 5-6, 7-8

R/ DEL SEÑOR VIENE LA MISERICORDIA, LA RDENCIÓN COPIOSA.

  1. Desde el abismo clamo a ti, Señor,
    ¡Señor, escucha mi voz!
    Que tus oídos pongan atención
    Al clamor de mis súplicas! R/
     
  2. Espero, Señor, mi alma espera,
    Confío en tu palabra;
    Mi alma cuenta con el Señor,
    Más que con la aurora, el centinela. R/ 
     
  3. Confía en la aurora el centinela
    Así Israel confíe en el Señor;
    Él liberará a Israel de todas sus culpas. R/

SEGUNDA LECTURA: Rm 8:8-11

Jesús es la vida. Seguir sus pasos significa vivir plenamente y recibir además la promesa de la resurrección eterna.

VERSÍCULO Jn 11: 25, 26

Yo soy la resurrección y la vida, dice el Señor, el que cree en mi no morirá para siempre.


EVANGELIO SEGÚN SAN JUAN Jn 11: 1-45

Jesús es la vida que vence la muerte. No hay ningún sepulcro del cual el Señor no pueda rescatarnos. La única condición es que creamos en él y en él sólo pongamos nuestra esperanza.

LA RESURRECCIÓN DE LÁZARO

TEMA: ¡SAL FUERA!

Recuerdo que en una peregrinación a Tierra Santa que hice con unos 30 feligreses de mi parroquia cuando estaba en Hiroshima, fuimos a visitar en Betania “la tumba de Lázaro”. Y todos, uno por uno, entramos en la dicha tumba, mientras que yo desde fuera les gritaba: “¡Sal fuera!”...A mí me lo gritó el más viejo de los fieles...Pues bien, hoy pongo esas dos palabras como título: “¡Sal fuera!”...

Todos estamos llamados a salir de la muerte del pecado, del odio o enemistades a la vida, resucitar a más amor y servicio, a perdonar y comprender, a crear un mundo de mejores relaciones humanas, de más paz.


Las tres lecturas nos hablan de esta “resurrección”...

En la primera del profeta Ezequiel, Dios dice “abriré vuestros sepulcros”...
En la segunda de la carta de S. Pablo a los Romanos, nos dice: “Jesucristo resucitado vivificará vuestros cuerpos mortales a causa del pecado”...
Y en el Evangelio, Jesús le dice a Marta: “Si crees, verás la gloria de Dios”...Nosotros tendemos a lo opuesto: si vemos la gloria de Dios antes, en algún milagro, luego creemos. Pretendemos ver primero como se porta Dios con nosotros, y si nos gusta lo que hace, entonces confiamos en Él y creemos. Pero no debe ser así. Jesús quiere que Dios sea Dios para nosotros “antes”...Cuando estamos en medio de la oscuridad, del dolor, ante una desgracia. Creer entonces en su amor, en que sufre y llora con nosotros...Lázaro sale del sepuldro, porque antes Marta ha creído en Jesús.
Y ese Jesús lloró ante el sepulcro de su amigo Lázaro. En el último día enjugará todas las lágrimas, pero ahora llora porque es “humano” y las lágrimas fecundan el terreno de la esperanza...


Creer en la resurrección significa amar la vida: Jesús resucita a Lázaro, y los sacerdotes y fariseos deciden dar muerte a Jesús que es la Vida. Ven peligroso al que rompe las barreras entre vida y muerte. La fuerza del mal, el pecado, sólo eso puede matar. Jesús despierta las ganas de vivir, de amar, de consolar al que sufre, de compartir ternura y coraje. Por eso dice a Lázaro y a nosotros en él: “¡Sal fuera!”...Sal del pecado, de la pasividad, de la mentira, deja de morir, ya es hora de vivir, de participar de la Vida del Resucitado.


S. Gregorio Nazareno, en un sermón sobre el Bautismo, dice:

Lázaro, sal fuera. Acostado en la tumba, esta llamada ha resonado en tu oído. ¿Acaso hay una voz más potente que la del Verbo? Tú que estabas muerto, y no tan solo desde hace cuatro días, sino desde largo tiempo, has salido. Has resucitado con Cristo; tus vendas han caído. Ahora no vuelvas a morir: no te reúnas con los que yacen en las tumbas, no te dejes ahogar por las vendas de tus pecados. Pues, ¿acaso podrías resucitar de nuevo?
¡Que la llamada del Señor resuene en tus oídos! No los cierres a la enseñanza y a los consejos del Señor. Si en tu sepulcro estabas ciego y sin luz, abre los ojos para no hundirte en el sueño de la muerte. En la luz del Señor, contempla la luz; en el Espíritu de Dios, fija tus ojos sobre el Hijo. Si acoges la Palabra entera, concentras sobre tu alma el poder de Cristo, que cura y resucita. No temas esforzarte para mantener la pureza de tu bautismo y pon en tu corazón los caminos que suben hacia el Señor. Conserva cuidadosamente la absolución que por pura gracia has recibido”.

Termino con el soneto de José Luis Blanco Vega de 1997, titulado:

LLORÓ JESÚS


¿Por qué ese llanto, di, por qué se viene
tu corazón a cielo descubierto?
No acaba Dios en donde empieza el muerto
ni yo soy carne de una sola muerte.
Llámame tú, que apuestas a la suerte
de abrir camino donde nada es cierto.
Si un día has de velar muerto y despierto,
vela conmigo hasta que me despierte.
Por tu garganta subo como a un canto,
desciendo de tus ojos hilo a hilo,
Lázaro en tu palabra y en tu llanto.
Y ando entre sueños con la muerte en vilo
por si en lágrima tuya reviviera
o por si gritas: “Lázaro, sal fuera”.

j.v.c.
 

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