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Semana Santa 2024

Tercer Domingo de Cuaresma

4 de marzo de 2018

TEXTOS BIBLICOS PARA LA LITURGIA EUCARÍSTICA

El Decálogo es el corazón de la ley mosaica o el modo cómo Dios quiere que nos relacionemos con él y con los demás. Jesús es el nuevo y verdadero templo. El misterio de Cristo crucificado y resucitado es la fuerza y sabiduría de Dios.

ORACION
Oh Dios, fuerza de los que en ti esperan, tu Hijo Jesús nos enseñó aun a riesgo de su vida, cómo vivir en el amor a ti. Haz que nosotros, que celebramos la liturgia cuaresmal junto con quienes se preparan para recibir el bautismo, volvamos a ti y profundicemos la fe y el amor. Por Jesucristo Nuestro Señor. Amén

PRIMERA LECTURA: Ex 20:1-17

Después de liberar al pueblo de Egipto y mostrarles el infinito amor que les tiene, Dios les ordena a los judíos tratar del mismo modo a la gente que tienen alrededor.

SALMO RESPONSORIAL: Sal 18:8,9,10

R/ SEÑOR, TU TIENES PALABRAS DE VIDA ETERNA.

  1. La Ley de Dios es buena,
    Consuelo para el alma;
    Ciertas son sus palabras
    Y al ignorante enseñan. R/
     
  2. Los mandamientos del Señor son rectos
    Y al corazón alegran.
    Todo precepto del Señor es puro
    Y es luz para los ojos. R/
     
  3. El temor del Señor es puro
    y permanece para siempre.
    Los juicios del Señor son ciertos
    Son siempre iguales para todos. R/

 

SEGUNDA LECTURA: 1 Co 1:22-25

A diferencia de las doctrinas de este mundo, el cristianismo se impone silenciosamente y sin estruendo. La salvación que Cristo trae al mundo sólo es evidente para aquellos que tienen fe para poder percibirla. 

Aclamación al Evangelio Jn 3:16

Tanto amó Dios al mundo, que entregó a su Hijo único. Todo el que cree en él, tiene vida eterna. 

 

EVANGELIO SEGÚN MATEO Jn 2:13-25

Para Jesús el verdadero cuto a Dios es una vida entregada por amor. Contemplemos a l Señor es sus últimos días y pidámosle que expulse de nuestro corazón todo egoísmo y toda codicia.


4 de marzo: Tercer domingo de Cuaresma
TEMA: TEMPLOS DE DIOS 

En esta época secular, donde parece que no hay cabida para lo sagrado, nos importa resaltar las iglesias como lugares especialmente consagrados a Dios. Es verdad que, desde la encarnación de Jesús, toda la tierra ha quedado sacralizada, y se puede adorar a Dios en cualquier parte. Como le respondió Jesús a la Samaritana: "A Dios hay que adorarlo con espíritu sincero", y esto es posible en todo lugar y tiempo. Pero no hay dudas de que los recintos materiales dedicado al culto nos ayudan a concentrarnos en nuestras relaciones con Dios. 


  El templo es la casa de Dios. Pero también es la casa del Pueblo de Dios, de la Iglesia. Y Jesús también afirmó: "Donde hay dos o tres reunidos en mi nombre, allí estoy yo en medio de ellos". Por eso la iglesia-templo es el lugar ideal para la reunión de la Iglesia-Pueblo. 


  Y por eso Jesús se rebela contra las profanaciones del templo, como aparece en el Evangelio de hoy. Dice Jesús: "Mi casa es casa de oración" y "el celo de tu casa me devora". Al templo hay que ir a fomentar la unión de todos los files en una misma fe, esperanza y amor. En la iglesia-casa hay que hacer iglesia-comunidad, hogar, familia. 


  Mucho más que el templo de los cristianos importan los cristianos como templo de Dios. Desde nuestro bautismo estamos consagrados al Señor igual que las iglesias materiales. Por eso debemos renovar nuestra conciencia de consagrados a Dios, sobre todo ahora en la Cuaresma: "¿No sabéis que sois templos de Dios?"...nos dirá S. Pablo en su carta a los Corintios. 


  ¿Cómo ser morada del Señor? Cumpliendo los 10 mandamientos de su ley, tal como nos lo dice la primera lectura de hoy tomada del Éxodo 20, 1-17, cuya síntesis es amar a Dios sobre todas las cosas y a los demás como a nosotros mismos. También S. Pedro, llamado por Jesús "piedra" visible de su Iglesia, nos revela: "Vosotros, como piedras vivas, entráis en la construcción del templo del Espíritu, formando un sacerdocio sagrado para ofrecer sacrificios espirituales".


  El beato Cardenal Newman (1801-1890) dijo en un sermón:

Por eso, los templos de Dios son también los monumentos de sus santos. Su simplicidad, su grandeza, su solidez, su gracia y su belleza no hacen más que recordarnos la paciencia y la pureza, la valentía y la suavidad, la caridad y la fe de los que solo han adorado a Dios en los montes y los desiertos; han trabajado, pero no en vano, porque otros han heredado el fruto de su trabajo. En efecto, a la larga, su palabra ha dado fruto; ha sido hecha Iglesia esta catedral en la que la Palabra vive desde hace mucho tiempo. Dichosos los que entran a formar parte de este lazo de comunión con los santos del pasado y con la Iglesia universal. Dichosos los que al entrar en esta iglesia penetran con el corazón en el cielo".

  Y Orígenes, padre de la Iglesia nos dice también:

  Ser piedras vivas 

  Todos nosotros, creyentes en Cristo Jesús, somos llamados piedras vivas según la palabra de la Escritura: También vosotros, como piedras vivas, vais construyendo un templo espiritual dedicado a un sacerdocio santo, para ofrecer por medio de Jesucristo sacrificios espirituales agradables a Dios.


  Cuando se trata de piedras materiales, sabemos que se procura colocar en los cimientos las piedras más sólidas y más resistentes para poder colocar luego encima todo el peso del edificio. Las piedras que siguen, de calidad un poco inferior, se colocan lo más cerca posible de los cimientos. Y así en lo sucesivo, según la resistencia de las piedras hasta el tejado. Hay que comprender que esto se aplica de la misma manera a las piedras vivas, entre las cuales las hay que están en los cimientos de nuestro edificio espiritual. Los apóstoles y los profetas. Esta es la doctrina de Pablo. Estáis edificados sobre el cimiento de los apóstoles y profetas, y el mismo Cristo Jesús es la piedra angular". 


  Quiero terminar con una poesía del P. José Luis Martín Descalzo (1930-1991) titulada:
 

LA VISITA A LA CATEDRAL

Recuerdo que una mano me llevaba
y que, en la mano, un corazón latía,
una savia caliente, que subía
por mis dedos y que me confortaba.

Recuerdo que mi madre la apretaba
como abrazando mi alma que decía:
"Mira, aquí está Dios, Dios", y que tenía
temblor su voz cuando lo mencionaba.

Y yo buscaba a Dios desconocido
en los altares, sobre la vidriera
en que jugaba el sol a ser fuego y cristal.

Y ella añadía: "No le busques fuera,
cierra los ojos, oye su latido.
Tú eres, la mejor catedral".
 

j.v.c.

 

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