Trigesimo Quinto Domingo Del Tiempo Ordinario

28 de octubre de 2018

TEXTOS BIBLICOS PARA LA LITURGIA EUCARÍSTICA

El pueblo hebreo, disperso en el exilio, ve el final de su destierro: El Señor no lo ha olvidado. Tampoco abandona al ciego de Jericó. La promesa de salvación que Dios prometió a Israel llega a su perfecto cumplimiento en Cristo, Sumo Sacerdote, y nos muestra la fidelidad de Dios para con todos.
 

ORACION

Oh Dios, lleno de amor y misericordia, escucha las voces de los que, desde la angustia y el dolor claman a ti en busca de salvación. Te pedimos que, mediante esta celebración, sepamos discernir y aceptar la guía de Jesús. Por Jesucristo nuestro Señor. Amén


PRIMERA LECTURA: Jer 31:7-9

Jeremías evoca con emoción el regreso de los exiliados: el Señor es fiel, guarda su promesa y el pueblo se lo agradece. Del mismo modo, nosotros también debemos saber agradecer y conservar en nuestro corazón cada gracia recibida de parte de Dios.
 

SALMO RESPONSORIAL: Sal 126:1-2, 2-3, 4, 6

R/ EL SEÑOR HA ESTADO GRANDE CON NOSOTROS, Y ESTAMOS ALEGRES.

 

  1. Cuando el Señor hizo volver a los cautivos del Sión,
    Nos parecía estar soñando:
    Nuestra boca se llenaba de risa
    y nuestra lengua de gritos de alegría. R/
     
  2. Entonces entre los paganos se decía:
    “¡Qué grandes cosas no ha hecho el Señor por ellos!”
    Sí, grandes cosas ha hecho el Señor por nosotros,
    Rebosábamos de gozo. R/
     
  3. Haz que vuelvan, Señor, nuestros cautivos,
    Como riachuelos en tierras áridas.
    Los que siembran entre lágrimas
    Cosecharán entre gritos de alegría. R/


SEGUNDA LECTURA: Hb 5:1-6

Cristo, teniendo compasión de los hombres y cargando con sus faltas, es modelo de todos aquellos que quieren trabajar por el Reino. La compasión y el sacrificio nos hacen buenos pastores de nuestros hermanos.


Aclamación al Evangelio 2 Tm 1:10

Aleluya, Aleluya.
Nuestro Salvador Jesucristo destruyó la muerte, y por medio del Evangelio sacó a la luz la vida. 
Aleluya.

 

EVANGELIO SEGÚN MARCOS Mc 10:46-52

El ciego del evangelio de hoy es imagen del verdadero discípulo: pobre pero esperanzado, busca al Señor con todo su corazón a pesar de que muchos quieren impedírselo.

 

28 De Octubre: Domingo 30 Del Tiempo Ordinario
Tema: Al Borde Del Camino

 

Este domingo nos presenta a Jesús curando al ciego Bartimeo, sentado al borde del camino al salir de Jericó.

En la primera lectura del profeta Jeremías se nos dice que el Señor “congregará al resto del pueblo...Entre ellos hay ciegos y cojos”...

Y nosotros también podemos decir a Jesús que, como el ciego al borde del camino, estamos cansados, polvorientos, con los ojos cerrados a la luz, pero que oímos su voz, le buscamos le deseamos, le necesitamos, para atravesar las calles de la vida y andar por los caminos del mundo sin perdernos...

San Gregorio de Nisa (330-394) en una homilía dijo:

“Este sentimiento, el deseo de ver el rostro de Dios, me parece propio de un alma poseída por la pasión del amor hacia la belleza esencial. Y esto es lo que quiere la súplica audaz y que sobrepasa el límite del deseo: gozar de la belleza, no a través de espejos y reflejos sino cara a cara. Dios le concede a Moisés saciar el deseo, pero no le promete ningún reposo ni hartura de ese deseo: No podrás ver mi rostro.

El Señor se dirige de forma parecida a sus discípulos y desvela claramente las cosas que habían sido dichas en figura, cuando dice: si alguien quiere venir detrás de mí. No dijo: “Si alguno quiere ir delante de mí”. Ahora bien, quien sigue va a la espalda. Por consiguiente, Moisés recibe la enseñanza de cómo es posible ver a Dios: seguir a Dios adondequiera que él conduzca, eso es ver a Dios.

Por esta razón, quien guía, yendo delante, muestra el camino a quien lo sigue, y quien sigue no se apartará del buen camino si mira continuamente a la espalda de quien conduce. Quien se coloca mirando de frente al guía, inventa otro camino para sí, y no aquel que le muestra el guía. Dice Dios a aquel que es guiado: Mi rostro no será visto por ti, esto es, no te pongas de frente a quien guía, pues obviamente la carrera sería en sentido contrario. Ves cuán importante es aprender a seguir a Dios. A quien de esta forma sigue a Dios, no lo detiene ninguna de las contradicciones suscitadas por el mal”.

Hay una poesía de Santa Teresa de Jesús (1515-1582) muy bonita y apropiada que dice:

“Véante mis ojos, dulce Jesús bueno,
véante mis ojos, muérame yo luego.
Vea quien quisiere rosas y jazmines,
que si yo te viere veré mil jardines:
flor de serafines, Jesús Nazareno.
Véante mis ojos, muérame yo luego”.


Quiero además terminar con una poesía del poeta santanderino Gerardo Diego (1896-1987) titulada:


PORQUE, SEÑOR, YO TE HE VISTO

Porque, Señor yo te he visto
y quiero volverte a ver,
quiero creer.
Te ví, sí, cuando era niño
y en agua me bauticé,
y, limpio de culpa vieja,
sin velos te pude ver.
Quiero creer.
Devuélveme aquellas puras
transparencias de aire fiel,
devuélveme aquellas niñas
de aquellos ojos de ayer.
Quiero creer.
Están mis ojos cansados
de tanto ver luz sin ver;
por la oscuridad del mundo,
voy como un ciego que ve.
Quiero creer.
Tú que diste vida al ciego
y a Nicodemo también,
filtra en mis secas pupilas
dos gotas frescas de fe.
Quiero creer. 

 

j.v.c.