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Septimo Domingo Del Tiempo Ordinario

24 de Febrero de 2019

TEXTOS BIBLICOS PARA LA LITURGIA EUCARÍSTICA

El hombre es un conjunto de fuerza humana y fuerza divina. Esta fuerza divina es la que nos indica el camino tan poco humano del amor incondicional a todos, incluidos enemigos y pecadores. El mensaje que Jesús nos trajo siempre ha existido como simiente divina en quien ha sabido perdonar aun a sus más críticos enemigos.

 

ORACION

Oh Dios, cuyo amor no tiene límites, Jesús tu Hijo, amó a sus enemigos e incluso, a quien lo entregó mostrándonos así en su vida la imagen del amor auténtico. Te pedimos que todos los aquí reunidos podamos asemejarnos al modelo que él nos dejó. Amen

 

PRIMERA LECTURA: Sam 26:2, 7-9, 12-13, 22-23.

David y Saúl son enemigos. Saúl persigue a David para matarlo. Sin embargo, éste le perdona la vida cuando lo tiene en sus manos. Éste es un caso práctico del perdón a los enemigos, perdón que construirá el corazón mismo de la enseñanza de Jesús.

 

SALMO RESPONSORIAL: Sal 103:3-4, 8 y 13, 11-12.

R/ EL SEÑOR ES TERNURA Y COMPASION.

Bendice al Señor alma mía,
Alabe todo mi ser su santo Nombre.
Bendice, alma mía, al Señor,
Y no olvides ninguno de sus beneficios. R/

El perdona todas tus ofensas,
Y te cura de todas tus dolencias.
El rescata tu vida de la tumba,
Te corona de amor y de ternura. R/

El Señor es ternura y compasión,
Lento a la cólera y lleno de amor;
No nos trata según nuestros pecados,
Ni nos paga según nuestras ofensas. R/

 

SEGUNDA LECTURA: 1 Co 15, 45-49.

Sentir y pensar como Jesús es el objetivo al que debemos encaminar todos nuestros esfuerzos y todas nuestras oraciones.


ACLAMACION DEL EVANGELIO Jn 13:34

Aleluya, aleluya.
Os doy un mandamiento Nuevo, que os améis mutuamente como yo os he amado, dice el Señor.
Aleluya.


EVANGELIO SEGÚN SAN LUCAS Lc 6, 27-38

Ser cristiano es ser misericordiosos. El amor a los enemigo es probablemente la tarea más difícil pero también la más importante que Jesús ha encomendado a sus discípulos.

 

24 De Febrero: Septimo Domingo Del Tiempo Ordinario.
Tema: “Amad A Vuestros Enemigos”

 

Alguien dirá: “yo no tengo enemigos”, pero rechazan a un “censo” de hombres, que son como “enemigos”. ¿Cuál?

 

  • El otro. O sea, el diferente totalmente de mí. El que no tiene mis gustos, ni comparte mis puntos de vista. Incompatibilidad de carácter, de temperamento, de mentalidad.
  • El adversario. El que siempre está en contra de mí, en postura de discusión, critica todo lo que yo propongo.
  • El pelmazo. El que se mete en todo inoportunamente. El petulante, indiscreto, que se presenta en tono humilde, pero me obliga a escuchar largo tiempo su palabrería.
  • El astuto. El hombre de doble juego, desleal, con una “cara” amable pero con un “envés” distinto, astuto que dice una cosa, pero piensa otra. Es un solapado calculador
  • El perseguidor. Que goza humillándome, con insinuación molesta.

Y una vez “limitado” el “campo de mi amor, debemos aprender de Jesús que nos dice: “Habéis oído que se dijo: Amarás a tu prójimo y aborrecerás a tu enemigo. Yo, en cambio, os digo: Amad a vuestros enemigos...rezad por lo que os persiguen...Al que os golpea una mejilla, ponedle la otra...Sed misericordiosos como vuestro Padre del cielo es misericordioso.”

San Isaac el sirio (640-700) dijo en un discurso ascético:

Sed misericordiosos, como vuestro Padre es misericordioso

 

Son muchos los pasos de las enseñanzas de Cristo que ponen de manifiesto el amor-misericordia bajo un aspecto siempre nuevo. Basta tener ante los ojos al Buen Pastor en busca de la oveja extraviada o la mujer que barre la casa buscando la dracma perdida. El evangelista que trata con detalle estos temas en la enseñanza de Cristo es san Lucas, cuyo Evangelio ha merecido ser llamado “el Evangelio de la misericordia” ...

Cristo, al revelar el amor-misericordia de Dios, exigía al mismo tiempo a los hombres que a su vez se dejasen guiar en su vida por el amor y la misericordia. Esta exigencia forma parte del núcleo mismo del mensaje mesiánico y constituye la esencia del ethos evangélico. El Maestro lo expresa bien sea a través del mandamiento descrito por Él como el más grande, bien en forma de bendición, cuando en el discurso de la llanura proclama: Bienaventurados los compasivos, porque ellos alcanzan compasión.

De este modo, el mensaje evangélico acerca de la compasión o misericordia conserva una particular dimensión divino-humana. Cristo – en cuanto cumplimiento de las profecías mesiánicas – al convertirse en la encarnación del amor que se manifiesta con peculiar fuerza respecto a los que sufren, a los infelices y a los pecadores, hace presente y revela de este modo más plenamente al padre, que es Dios rico en misericordia. Asimismo, al convertirse para los hombres en modelo del amor misericordioso a los demás, Cristo proclama con las obras más que con las palabras la apelación a la misericordia, que es una de las componentes esenciales del ethos evangélico. En este caso no se trata solo de cumplir un mandamiento o una exigencia de naturaleza ética, sino también de satisfacer una condición de capital importancia, a fin de que Dios pueda revelarse en su misericordia con el hombre...los misericordiosos...alcanzan misericordia”.

Termino con una poesía de J. Bermejo del año 1999, titulada:

Con Insistencia

Con insistencia y con ardor nos pides
el gesto, la señal definitiva
en el amor: amar al enemigo,
poner la paz donde la guerra hostiga;
hacer de nuestro barro soberbio y despiadado
lámpara fiel de tu bondad divina.


Si alguna vez me siento perseguido
o calumniado, dame tu sonrisa,
que todo lo perdona y lo redime,
y todo lo fecunda y resucita.


Dame, Señor, tus mismos ojos, dame
Esa piedad que todo lo apacigua.
Te pido por aquel que sin saberlo
sembró en el alma heridas
de muerte, y por aquellos que llagaron
el corazón con ímpetu homicida.
Infunde en mí tu mansedumbre. Sólo
en tu bondad encuentre yo mi vida,
y en tus amores, mis amores, siempre
abierto como el surco a la semilla. 


 

j.v.c

 

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