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Octavo Domingo Del Tiempo Ordinario

3 de Marzo de 2019

TEXTOS BIBLICOS PARA LA LITURGIA EUCARÍSTICA

Ver como mira Dios. Las palabras son manifestaciones de lo que somos y queremos y si aspiramos a que Dios nos mire con amor el día de la resurrección, el evangelio nos indica el camino de la sinceridad en palabras y realizaciones.


ORACION

Concédenos tu ayuda Señor, para que el mundo progrese según tus designios, gocen las naciones de una paz estable y tu Iglesia se alegre de poder servirte con una entrega confiada y pacífica. Amen.


PRIMERA LECTURA: Si 27: 4-7

Hablar palabras de sabiduría, palabras que ayuden a nuestros hermanos, solo es posible al que tiene un corazón santo.


SALMO RESPONSORIAL: Sal 92:2-4,13-15

R/ ES BUENO DAR GRACIAS AL SEÑOR.

  1. Es bueno dar gracias al Señor,
    Y tañer para tu nombre, oh Altísimo;
    Proclamar por la mañana tu misericordia
    Y de noche tu fidelidad. R/
     
  2. El justo florecerá como palmera
    Se alzará como cedro del Líbano
    Plantado en la casa del Señor
    Crecerá en los atrios de nuestro Dios. R/
     
  3. En la vejez seguirá dando fruto
    Y estará lozano y frondoso
    Para proclamar que el Señor es justo
    Que en mi boca no existe la maldad. R/


SEGUNDA LECTURA: 1 Co 15, 54-58.

Muchas de nuestras decisiones equivocadas son hijas del temor. El apóstol San Pablo nos invita a no tenerle temor a nadie, ni a la muerte misma. A vivir con los ojos en Cristo.


ACLAMACION DEL EVANGELIO Flp 2:15-16.

Aleluya, aleluya.
Brilláis como lumbreras del mundo, mostrando una razón para vivir.
Aleluya.

 

EVANGELIO SEGÚN SAN LUCAS Lc 6, 39-45.

El amor no es una mera disciplina exterior de control y de educación: es una bondad interior de la que, de modo natural, brota un modo sincero, comprensivo y esperanzado de actuar y de hablar.


3 De Marzo: Octavo Domingo Del Tiempo Ordinario.

Tema: Dos Miradas Sobre El Hombre

 

El texto evangélico de este domingo nos presenta dos miradas sobre el hombre: una “negativa” y otra “positiva”.

La “negativa” es la del hipócrita que critica “la mota de su hermano en el ojo” y “no repara en la viga que lleva en el suyo”.

La “positiva” es la del “árbol sano” que produce buenos frutos, y como dice Jesús: “el que es bueno, de la bondad que atesora en su corazón saca el bien” ...” porque lo que rebosa del corazón, lo habla la boca”.

El “corazón” no es solo la sede de los sentimientos y emociones, sino el centro vital de la persona. Un corazón “vacío” crea una boca muda, aunque machaque palabras sin parar.

Se ha dicho que el misterio del Dios único en Tres personas consiste en que son entre sí como el corazón, la boca y el ojo. El corazón es el Padre de quien todo procede. Se manifiesta en su palabra que es el Hijo y casi su boca, que dice todo lo que ha aprendido del Padre. Y el Espíritu Santo es como el ojo de Dios que alumbra al mundo y nos ilumina y manifiesta la misericordia del corazón del Padre y nos reconcilia con Él y entre nosotros.

 

A propósito del “árbol sano” viene a cuento la “Lorica” o “coraza” de San Patricio (400-461) el apóstol de Irlanda que dice:

Hoy me ciño con la fuerza poderosa de la invocación a la Trinidad, con la fe en Dios uno y trino, Creador del universo.

Hoy me ciño con la fuerza de la encarnación de Cristo y de su bautismo, con la fuerza de su cruz y de su sepultura, con la fuerza de su resurrección y de su ascensión, con la fuerza de su venida gloriosa en el día del juicio.

Hoy me ciño con la fuerza del amor de los serafines, con la obediencia de los ángeles, con el servicio de los arcángeles, con la esperanza de la resurrección en vistas a la recompensa, con las oraciones de los patriarcas, de las profecías de los profetas, con la predicación de los apóstoles, con la fidelidad de los confesores, con la inocencia de las vírgenes santas, con las acciones de todos los justos.

Hoy me ciño con la fuerza de los cielos, con la luz del sol, con la claridad de la luna, con el esplendor del fuego, con el resplandor de los relámpagos, con la rapidez del viento, con la profundidad del mar, con la estabilidad de la tierra, con la solidez de las piedras.

Hoy me ciño con la fuerza de Dios para guiarme, con el poder de Dios para sostenerme, con la sabiduría de Dios para instruirme, con el ojo de Dios para guardarme, con el oído de Dios para escucharme, con la palabra de Dios para hablarme, con la mano de Dios para guiarme, con el camino de Dios para precederme, con el yelmo de Dios para protegerme, con las armas de Dios para salvarme de las trampas de los demonios, de la seducción de los vicios, de los abismos de la naturaleza, y de todos aquellos que me persiguen.

 

Cristo conmigo, Cristo delante de mí, Cristo detrás de mí, Cristo en mí, Cristo por encima de mí, Cristo por debajo de mí, Cristo a mi derecha, Cristo a mi izquierda, Cristo cuando me levanto, Cristo cuando me acuesto, Cristo en cada corazón que piensa en mí, Cristo en cada boca que me habla, Cristo en cada ojo que me mira, Cristo en cada oído que me escucha”.

Termino con un soneto del poeta mejicano Jesús Romero Flores:

Quiero luchar, y voy por el camino
lleno de fe, de amor y de esperanza,
y en pos del bien de mi espíritu se lanza,
desafiando las iras del destino.

He mirado un fanal regio y divino
desparramar su lumbre en lontananza,
y esa luz me dará la venturanza
que espera con placer el peregrino.

Para luchar con fe, tan sólo anhelo
que brillen los astros en mi oscuro cielo,
aunque cruce por páramo de abrojos;
porque he de hallar, al fin de la jornada,
que brote de un abismo una alborada,
del abismo radiante de tus ojos. 


 

j.v.c

 

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