Ascensión Del Señor

9 de junio de 2019

TEXTOS BIBLICOS PARA LA LITURGIA EUCARÍSTICA

El Espíritu presente en el inicio de la vida pública de Jesús, está presente también en el inicio de la actividad misionera de la Iglesia, y también en la vida de todo cristiano. Ese Espíritu es el portador del don de la paz, y es el mensajero del perdón y del amor del Señor.

 

ORACION

Oh Dios que por tu misterio de Pentecostés santificas a tu Iglesia extendida por todas las naciones, derrama los dones de tu Espíritu sobre todos los confines de la tierra y no dejes de realizar hoy, en el corazón de tus fieles, aquellas mismas maravillas que obraste en los comienzos de la predicación evangélica. Por nuestro Señor Jesucristo. Amen


PRIMERA LECTURA: Hch 2:1-11

La primera lectura nos relata la venida del Espíritu Santo sobre los discípulos de Jesús. Leamos el relato recordando que también nosotros hemos recibido el Espíritu Santo. También nosotros tenemos el deber de proclamar la noticia de la salvación a nuestros hermanos.


SALMO RESPONSORIAL: Sal 104:1 y 24. 29-30, 31 y 34

R/ ENVIA TU ESPIRITU, SEÑOR, Y REPUEBLA LA FAZ DE LA TIERRA. ALELUYA

¡Bendice, al Señor alma mía!
¡Eres muy grande, oh Señor, mi Dios!
¡Señor, qué numerosas son tus obras!
¡de tus criaturas la tierra está repleta! R/

Si escondes tu cara, quedan anonadados,
Recoges su espíritu, expiran y retornan a su polvo
Si envías tu espíritu, son creados
Y así renuevas la faz de la tierra. R/

¡Que la gloria del Señor dure por siempre
Y en sus obras el Señor se regocije!
Ojalá que le agrade mi poema,
Yo, como sea, me alegro en el Señor. R/


SEGUNDA LECTURA: Rm 8:8-17

El bautismo nos hace hijos de Dios y nos impone la obligación de vivir según su espíritu de vida.


Secuencia


Ven, Espíritu divino,
Manda tu luz desde el cielo.
Padre amoroso del pobre;
Don, en tus dones esplendido;
Luz que penetra las almas;
Fuente del mayor consuelo.

Ven, dulce huésped del alma,
Descanso de nuestro esfuerzo,
Tregua en el duro trabajo,
Brisa en las horas de fuego,
Gozo que enjuga las lágrimas
Y reconforta en los duelos.

Entra hasta el fondo del alma,
Divina luz, y enriquécenos.
Mira el vacío del hombre
Si tú le faltas por dentro;
Mira el poder del pecado
Cuando no envías tu aliento.

Riega la tierra en sequía;
Sana el corazón enfermo;
Lava las manchas, infunde
Calor de vida en el hielo;
Doma el espíritu indómito;
Guía al que tuerce el sendero.

Reparte tus siete dones
Según la fe de tus siervos.
Por tu bondad y tu gracia
Dale al esfuerzo su mérito;
Salva al que busca salvarse
Y danos tu gozo eterno.


ACLAMACION DEL EVANGELIO

Aleluya, aleluya Ven, Espíritu Santo, llena los corazones de tus fieles y enciende en ellos la llama de tu amor.

Aleluya.


EVANGELIO SEGÚN SAN LUCAS: Jn 14:15-16, 23-26

El Espíritu guía a los discípulos de Jesús para que puedan continuar su misión; la misión de sanar a los enfermos, consolar a los tristes, reconciliar a los hombres entre ellos y con Dios. Pidamos la gracia de ser siempre fieles a la voz del espíritu de Dios.


Tema: Viento Y Fuego


“Jesús exhaló su aliento sobre ellos y les dijo: recibid el Espíritu Santo”.

El Espíritu de la fiesta de Pentecostés se señala con dos imágenes: la del viento y la del fuego.

El viento es imprevisible: “El viento sopla donde quiere, y oyes su voz, pero no sabes de dónde viene y a dónde va” (Juan 3, 8).

Abrirse a la acción del Espíritu significa en convertirse en criaturas “sorprendentes”, inexplicables. Es por eso que los primeros monjes eran llamados “hijos del viento”, por lo imprevisible de su acción. Así debe ser la vida cristiana.

El viento es inasible. Barre todos los miedos, no se le puede enjaular. Con su fuerza arrolladora nos lleva adonde quiere. Se ven sus efectos, nos hace “seres en movimiento”.

Y el Espíritu se presenta también bajo forma de fuego, con una triple acción: iluminación, calor, purificación.

Así pues, el Espíritu ilumina nuestras vidas, nos produce calor y nos purifica. Como dice el Evangelio: “Todos han de ser salados por el fuego” (Marcos 9, 49).

San Efrén el Sirio (306-373) sobre la efusión del Espíritu Santo dijo:

“Los apóstoles estuvieron allí sentados en el Cenáculo, en la cámara alta, a la espera del Espíritu. Estaba allí como antorchas a la espera de ser encendidas por el Espíritu Santo para iluminar toda la creación a través de su enseñanza...Estaban ahí como los cultivadores llevando su semilla en el manto, esperando el momento en que recibirán la orden de sembrar. Estaban ahí como marineros cuya barca está amarrada en el puerto al mando del Hijo y que esperan tener el dulce viento del Espíritu. Estaban ahí como pastores que acaban de recibir su cayado de manos del Gran Pastor de todo el redil y esperan que les sean repartidos todos los rebaños.

Y empezaron a hablar en distintos idiomas según el Espíritu les concedía expresarse. ¡Oh Cenáculo, artesa donde fue arrojada la levadura que ha hecho levantar el universo! Cenáculo, madre de todas las iglesias” ...

Quiero terminar con una poesía del mejicano Enrique González Martínez (1871-1952) titulada:

Viento Sagrado

Sobre el ansia marchita,
sobre la indiferencia que dormita,
hay un sagrado viento que se agita;
un milagroso viento,
de fuertes alas y de firme acento,
que a cada corazón infunde aliento.

Viene del mar lejano,
y en su bronco rugir hay un arcano
que flota en medio del silencio humano.
Viento de profecía,
que a las tinieblas del vivir envía
la evangélica luz de un nuevo día.
Viento que en su carrera
sopla sobre el amor, y hace una hoguera;
que enciende en caridad la vida entera;
viento que es una aurora.
 

 

j.v.c.