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Decimoseptimo Domingo Del Tiempo Ordinario

28 de Julio de 2019

TEXTOS BIBLICOS PARA LA LITURGIA EUCARÍSTICA

La oración es un diálogo de fe, de confianza. Abraham pide confiadamente e intercede por los demás. Jesús nos enseña a llamar a Dios: “Padre”, y a confiar constantemente en él. Y es en nuestra unión con Cristo por el bautismo donde la oración cristiana encuentra su fundamento y su fuerza.

 

ORACION

O Dios, fuente de la vida, Jesús nos enseñó a llamarte “Padre” y hoy, reunidos para reza juntos siguiendo su palabra, te pedimos que nos bendigas y nos llenes con la luz de tu Espíritu. Por Jesucristo nuestro Señor. Amen 


PRIMERA LECTURA: Gen 18:20-32

La historia de Abraham intercediendo por su pueblo nos recuerda la fuerza de la oración insistente y confiada. Escuchemos este conmovedor diálogo entre Dios y Abraham, el padre de la fe.

 

SALMO RESPONSORIAL: Sal 138:1-2,4-5 y 7,8

R/ CUANDO TE INVOQUE, SEÑOR, ME ESCUCHASTE

Te doy gracias, Señor, de todo corazón,
Pues oíste las palabras de mi boca.
Canto para ti en presencia de los ángeles,
Y me postro ante tu Templo santo. R/

Doy gracias a tu nombre
Por tu amor y tu verdad.
El día en que clamé, me respondiste
Y aumentaste la fuerza en mi alma. R/

Desde arriba el Señor ve a los humildes
Y de lejos distingue al orgulloso.
Si en medio de angustias caminara,
Tú me harías vivir. R/


SEGUNDA LECTURA: Col 2:12-14

La persona que es bautizada pasa de la muerte que es existir lejos de Dios a la vida de estar siempre en su compañía y en su gracia.


ACLAMACION DEL EVANGELIO Rm 8:15

Aleluya, aleluya Habéis recibido un espíritu de hijos adoptivos, que nos hace gritar: “¡Abba!, Padre”. Aleluya.


EVANGELIO SEGÚN SAN LUCAS: Lc 11:1-13

Jesús nos dice cómo podemos orar; nos da la clave auténtica de la oración cristiana: creer que Dios es nuestro Padre y en siempre nos dará lo que más nos conviene.

 

Tema: ¿Cómo Debemos Orar?

 

Jesús en el evangelio de hoy nos enseña cómo debemos orar. Nos dice que oremos con pocas palabras, porque antes de que pidamos algo, Dios ya sabe lo que le vamos a pedir. Y luego nos enseña a orar cuando uno de sus discípulos se lo pide.


El “Padrenuestro” que Jesús nos enseña, tiene dos partes. La primera dedicada a Dios es de “alabanza”. La precede una invocación a Dios como “Padre nuestro”: “Abba” en hebreo. Y luego dice: santificado sea tu nombre, venga a nosotros tu reino, hágase tu voluntad así en la tierra como en el cielo.
La segunda parte es de “petición en nuestras necesidades”: El pan nuestro de cada día dánosle hoy, perdona nuestras ofensas, así como nosotros perdonamos a los que nos ofenden, no nos dejes caer en la tentación, más líbranos del mal”.


Y debemos orar con “perseverancia”, como en la parábola que cuenta Jesús del que pide tres panes de noche. Y también “confianza”, porque Dios es el mejor Padre, que nos dará, como sigue diciendo Jesús, huevos, peces, panes y también los dones del Espíritu Santo: paz, amor, alegría, cuando le recemos.
El rezar nos hace más maduros, más plenos en nuestras decisiones. Bernanos, el gran novelista católico inglés, decía: “¡cómo cambian mis ideas cuando las rezo!”. Y Gandhi, el gran promotor de la “no-violencia” que consiguió así la independencia de la India, decía: “es mejor poner el corazón en la oración sin encontrar palabras, que encontrar palabras sin poner en ellas el corazón”.


San Cipriano (200-258), obispo de Cartago, comentando el “Padrenuestro” escribió:


Según el designio providente de Dios, todo lo que existe está dotado del medio apto para llegar a su fin, según su naturaleza. También los hombres han recibido el medio apto a su condición humana para obtener lo que esperan de Dios. Esta condición exige que el hombre se sirva de la petición para obtener del otro lo que espera, sobre todo si aquel a quien se dirige es superior a él. Por eso se recomienda a los hombres la oración para obtener de Dios lo que esperan recibir de Él. Pero la oración difiere según se pida algo a Dios o a otro hombre.


Cuando la oración se dirige a un hombre, en primer lugar, tiene que expresar el deseo o la necesidad del que ora. Hace falta igualmente que la petición haga inclinar el corazón del que escucha a la necesidad de quien implora su ayuda. Ahora bien, estos dos elementos no tienen sentido cuando el hombre se dirige a Dios. Al orar a Dios, no hace falta inquietarnos para manifestar nuestros deseos y necesidades, ya que Dios los conoce todos. Por eso dice el salmista: Ante ti, Señor mío, están todos mis anhelos. Y en el evangelio leemos: Ya sabe vuestro Padre lo que necesitáis...Tampoco hacen falta palabras humanas para inclinar la voluntad divina a aquello que en un principio no quisiera, ya que está dicho en el libro de los Números: Dios no miente como el hombre, ni se retracta como los humanos”.


Concluyo con una poesía de Fernando Villalón (1881-1930) el poeta andaluz, sobre el:

PADRE NUESTRO

Padre nuestro que están en los cielos
Creador del Mundo, Luz y verdad.
Santificado tu nombre sea
por toda una eternidad.
Ven a nosotros cuando la duda
llame al castillo de mi lealtad
y cuando el demonio de la carne
me arrastre al pecado mortal.
Hágase siempre según tu Ley,
en Cielos, Tierras, Montaña y Mar,
Amor y Odio, Belleza y Arte,
hágase siempre tu voluntad.
Y el pan de mi alma, dámelo hoy.
¿No la perdonas si te ofendió?...
Si me la quitas, ¿cómo me exiges
que yo no caiga en la tentación?...

 

 

j.v.c. 

 

 

002175931

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