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Semana Santa 2024

Decimo Octavo Domingo Del Tiempo Ordinario

4 de agosto de 2019

TEXTOS BIBLICOS PARA LA LITURGIA EUCARÍSTICA

El mundo es una realidad pasajera y no conviene confiar en la realidad terrena. Es necesario, en cambio, pensar en las “cosas de arriba”, evitando todo aquello que pueda perjudicar la realización del hombre nuevo.

 

ORACION

Oh Dios, fuente de la alegría, en medio de los trabajos y del cansancio de la vida, tú eres quien nos da el descanso vivificante. Míranos reunidos buscando de ti la auténtica forma de vida y concédenos encontrar la alegría de vivir en Cristo. Por Jesucristo nuestro Señor. Amen


PRIMERA LECTURA: Ec 1:2; 2:21-23

El mundo, la vida y las cosas pasan. Se trata de una experiencia cotidiana. Tener conciencia de la fragilidad del mundo y de su ambigüedad ayuda a orientar la vida por el verdadero camino.


SALMO RESPONSORIAL: Sal 95:1-2,5-6,7-8

R/ SI HOY OYERAS LA VOZ DEL SEÑOR, NO ENDUREZCAS TU CORAZÓN

Venid, celebremos alegremente al Señor:
Cantemos con júbilo a la roca de nuestra salud.
Lleguemos ante su acatamiento con alabanza;
Aclamémosle con cánticos. R/

Suya también la mar, pues é la hizo;
Y cuanto modelaron sus manos
Venid, adoremos y postrémonos;
Arrodillémonos delante de Dios nuestro Señor. R/

Porque él es nuestro Dios;
Nosotros el pueblo que él guía y ovejas de su rebaño
Si hoy oyeras su voz, no endurezcas tu corazón como en Meriba,
Como el día de Masa en el desierto. R/


SEGUNDA LECTURA: Col 3:1-5,9-11

La segunda lectura es parte de una larga catequesis bautismal. Pablo enseña que el bautismo consiste en morir y resucitar con Cristo, luego pasa a sus consecuencias y exhorta al bautizado a buscar siempre las cosas de arriba.


ACLAMACION DEL EVANGELIO Mr 5:3

Aleluya, aleluya Dichosos los pobres en el espíritu, porque de ellos es el reino de los cielos. Aleluya.


EVANGELIO SEGÚN SAN LUCAS: Lc 12:13-21

La lectura evangélica recoge enseñanzas de Jesús relacionadas con los bines de este mundo. Es necesario interesarse por los bienes terrenos, pero como valores que no nos hagan olvidar e los bienes absolutos.

 

 

TEMA: JESÚS NO QUIERE SER JUEZ DE CAUSAS PERDIDAS

Jesús es demasiado listo y cuando le piden que resuelva un asunto de herencias, sabe que eso no tiene solución. Siempre habrá alguien que proteste, que piense que le están engañando, que crea que lo de sus hermanos vale más que lo suyo. Y eso que ocurría entonces nos ocurre también ahora. ¡Cuántas familias se han llevado bien hasta el reparto de la herencia! A partir de entonces, dejan de hablarse. Y, en este asunto, los grandes perdedores son los padres. Ellos han luchado, han trabajado a lomo caliente por sus hijos, por dejarles un modo de vida más confortable que el que ellos tuvieron. Y ese esfuerzo tan generoso sólo ha servido para dividir a los hermanos. ¡Qué fracaso! ¡Qué decepción! Y todo porque se sigue creyendo que el dinero abre todas las puertas. Y no caemos en la cuenta de que nos cierra la puerta más importante: la puerta del corazón.

El afán de dinero nos despersonaliza. Si caemos en la cuenta, ese rico que ha tenido una gran cosecha no habla con nadie; sólo habla consigo mismo: ¿Qué haré? Ya sé qué haré: “construiré grandes graneros”. “Diré a mi alma”: tienes bienes para muchos años. Come, bebe, banquetea…Allí no aparecen ni su esposa, ni sus hijos, ni sus padres, ni sus amigos. Sólo él y su alma. Cuando uno habla solo,      solemos decir: éste anda mal del tejado. Por lo demás, si la persona está hecha para el diálogo, la conversación, la comunicación…aquí tenemos a un hombre disminuido, discapacitado. Un hombre que no era hombre. Es verdad que sabe agranda sus graneros, pero no sabe ensanchar el horizonte de su vida. Acrecienta su riqueza, pero empequeñece y empobrece su vida. Acumula bienes, pero no conoce la amistad, el amor generoso, la alegría ni la solidaridad. No sabe dar ni compartir, sólo acaparar. ¿Qué hay de humano en esta vida? El evangelio es la mejor escuela de “humanidad”. Al evangelio deben acudir todos: los creyentes y los no creyentes. El evangelio nos habla de Dios y del hombre. Nos diviniza y nos humaniza.

Dichoso el que es rico con la riqueza de Dios. Creo que es éste el verdadero sentido de las Bienaventuranzas. Uno no puede ser feliz por ser pobre, por llorar, por sufrir, por pasar necesidades. Uno es dichoso porque Dios es su verdadera riqueza, su verdadero tesoro. Las bienaventuranzas, antes de ser dichas, han sido vividas por Jesús. Habla desde su propia experiencia personal. Ahora bien, el que tiene a Dios en su corazón, un Dios que es Amor, necesariamente su corazón rezuma paz, alegría, bondad, ilusión, dulzura. Y eso lo vive y lo contagia. Esas personas son un verdadero tesoro para la humanidad. Y alcanzan la verdadera realización personal.

 

Este evangelio, en verso, dice así:


Señor, sin ningún tapujo,
calificas de «insensatos»
a los que dan al dinero
un valor exagerado.
Ante el ‘culto a las riquezas»,
vosotros, tened cuidado.
Ya dice vuestro refrán:

«La avaricia rompe el saco»

Es triste, pero real
el contemplar a diario
que el reparto de la herencia
rompe la unión entre hermanos.
Ese hombre rico avariento
es nuestro puro retrato.
Es «tener, tener, tener»
nuestro sueño equivocado.
Ignoramos que la muerte
ronda siempre a nuestro lado,
que cualquier ladrón nos quita
la suerte de nuestras manos.
Tú nos invitas, Señor,
a descubrir otros «campos»,
que nos dan buenas cosechas
de paz y amor solidario.
Que, en tus graneros, Señor,
almacenemos el grano.
Es ser «‘ricos ante Ti»,
el más precioso regalo.

(José Javier Pérez Benedí)

 

 

 

 

 
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