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Semana Santa 2024

La Hora De La Re-Creación

Para ser verdaderamente «madre» la Iglesia debe «dejarse sorprender por las novedades de Dios», que por medio del Espíritu Santo puede «hacer nuevas todas las cosas». De lo contrario corre el riesgo de llegar a ser «estéril», afligida por el «pelagianismo», el «egoísmo», el «poder» y las ganas de «adueñarse de las conciencias» hasta convertirse en «empresaria». De esta tentación alertó el Papa en la misa que celebró el viernes 19 de diciembre, en la capilla de la Casa Santa Marta.

La reflexión del Papa Francisco partió de las lecturas propuestas por la liturgia: los nacimientos de Sansón y Juan Bautista anunciados por ángeles, como relata el libro de los Jueces (13, 2-7. 24-25a) y el Evangelio de san Lucas (1, 5-25). «La palabra sobre la cual la Iglesia hoy nos hace reflexionar antes de la Navidad, la palabra más importante de hoy es “esterilidad”» precisó inmediatamente el Pontífice. Y la liturgia, en efecto, «nos presenta a estas dos mujeres estériles que no tenían hijos, no podían tenerlos». El Papa recordó que «en el pueblo de Israel la esterilidad se vivía con dificultad: se podía casi decir que no poder dar vida era considerado una especie demaldición, porque no tener hijos impedía cumplir el mandamiento del Señor de llenar la tierra con nuevas vidas».

 

Sin embargo, hizo notar, «figuras de mujeres estériles existen muchas en la Biblia, y siempre por razones importantes». Comenzando por «Sara, nuestra madre: estéril», pero «el Señor hace el milagro». Y es «estéril también la mamá de Samuel»: también en esta situación «el Señor hace el milagro». E igualmente «la hija de Jefté se fue por las montañas llorando su virginidad, porque no podía tener hijos antes de morir».

 

Por lo tanto, explicó el Papa Francisco, «la esterilidad era algo feo, feo». Y hoy la Iglesia «nos muestra este símbolo de esterilidad precisamente antes del nacimiento de Jesús, a través de una mujer incapaz de tener un hijo». Este «es el signo de la humanidad incapaz de dar un paso adelante: muchas mujeres estériles eran ancianas, y su vientre ya no era fecundo». Y «la Iglesia quiere hacernos reflexionar sobre la humanidad estéril», sobre la humanidad que «llegó a un punto donde ya no podía seguir adelante». Al recordar que «la ley de Moisés preveía la descendencia de un muerto, porque era muy importante tener descendencia, dar vida», el Papa destacó que «estas mujeres estériles reciben un milagro, reciben una gracia del Señor y son capaces de concebir».

 

«De la esterilidad —afirmó— el Señor es capaz de volver a comenzar una nueva descendencia, una nueva vida: este es el mensaje de hoy». Por eso «cuando la humanidad está extenuada, ya no puede seguir adelante, llega la gracia y llega el Hijo, y llega la salvación». Y, así, «esa creación extenuada deja lugar a la nueva creación, podríamos decir a una “re-creación”».

 

De esta manera «el milagro de la creación, tan maravilloso, deja lugar a un milagro aún más maravilloso: la re-creación, come dice la oración de la misa: “Tú Señor que maravillosamente creaste el mundo, y más maravillosamente lo recreaste”».

 

Precisamente «esta “segunda” creación, cuando la tierra está extenuada, es el mensaje de hoy: nosotros esperamos al “jefe” capaz de recrear todas las cosas, de hacer nuevas las cosas». Por lo tanto, «esperamos la novedad de Dios». Esta es, por lo demás, la Navidad: «la novedad de Dios que vuelve a hacer de un modo más maravilloso la creación, todas las cosas».

 

«Es curioso», destacó el Pontífice, que «en ambos textos —tanto el de la mujer de Manoj como el de Isabel— para explicar cómo hará esto, cómo ocurrirá esto, se habla del Espíritu: “El Espíritu del Señor comenzó a obrar en él”, se dice». Y «esta “re-creación” es posible solamente con el Espíritu de Dios». ¿Cuál es el mensaje entonces? «Abrámonos al Espíritu de Dios. Nosotros, solos, no podemos: es Él quien puede hacer las cosas».

 

El discurso sobre la esterilidad, dijo el Papa, «me hace pensar también en nuestra madre Iglesia, en muchas esterilidades que afligen a nuestra madre Iglesia cuando, por el peso de la esperanza en los mandamientos, ese pelagianismo que todos nosotros llevamos en los huesos, se hace estéril: se cree capaz de dar a luz» pero «no puede». En cambio, «la Iglesia es madre y se convierte en madre solamente cuando se abre a la novedad de Dios, a la fuerza del Espíritu». Lo es «cuando se dice a sí misma: “yo hago todo pero terminé, no puedo seguir adelante”» y «llega el Espíritu».

 

De esta manera el Papa Francisco invitó a «rezar hoy por nuestra madre Iglesia, por la gran esterilidad en el pueblo de Dios: esterilidad de egoísmos, de poder». Porque «la Iglesia es estéril cuando cree que puede hacer todo, adueñarse de las conciencias de la gente, ir por el camino de los fariseos, de los saduceos, por el camino de la hipocresía». Por eso se necesita «rezar». Y hacer de tal modo que «esta Navidad» haga también a «nuestra Iglesia abierta al don de Dios», capaz de dejarse «sorprender por el Espíritu Santo»: una Iglesia «que tenga hijos, una Iglesia madre».

 

En cambio, afirmó el Papa, «muchas veces pienso que la Iglesia, en algunos lugares, más que ser madre es una empresaria». Por ello, concluyó, «mirando esta historia de esterilidad del pueblo de Dios, y tantas historias en la historia de la Iglesia que han hecho a la Iglesia estéril, pidamos al Señor, hoy, mirando el belén, la gracia de la fecundidad de la Iglesia». La gracia de que, «antes que nada, la Iglesia sea madre, como María: ¡madre!».

 

(Homilía de Santo Padre Francisco, 19 de diciembre de 2014)

 

 
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