El Combate Espiritual
Retomemos esta capacidad de pedir perdón.
Cada uno de nosotros tiene muchas cosas por las que pedir perdón: cada uno lo piense en su interior, y hoy hable con Jesús de ello.
Cuéntale esto a Jesús: "Señor, yo no sé si esto es verdad o no, pero estoy seguro de que Tú no te alejas de mí.
Estoy seguro de que Tú me perdonas.
Señor, soy un pecador, una pecadora, pero por favor no te alejes".
Esta sería hoy una hermosa oración a Jesús: "Señor, no te alejes de mí".
E inmediatamente después del episodio del bautismo, los Evangelios relatan que Jesús se retira al desierto, donde fue tentado por Satanás.
También en este caso surge la pregunta: ¿por qué razón el Hijo de Dios debe conocer la tentación? También aquí Jesús se muestra solidario con nuestra frágil naturaleza humana y se convierte en nuestro gran exemplum: las tentaciones que atraviesa y que supera en medio de las áridas piedras del desierto son la primera enseñanza que imparte a nuestra vida de discípulos.
Él experimentó lo que nosotros también debemos prepararnos siempre para afrontar: la vida está hecha de desafíos, pruebas, encrucijadas, visiones opuestas, seducciones ocultas, voces contradictorias.
Algunas voces son incluso persuasivas, tanto que Satanás tentó a Jesús recurriendo a las palabras de la Escritura.
Es necesario custodiar la claridad interior para elegir el camino que conduce verdaderamente a la felicidad, y luego esforzarse para no pararse en el camino.
Recordemos que siempre estamos divididos y luchamos entre extremos opuestos: el orgullo desafía a la humildad; el odio se opone a la caridad; la tristeza impide la verdadera alegría del Espíritu; el endurecimiento del corazón rechaza la misericordia.
Los cristianos caminamos constantemente sobre estas crestas.
Por eso es importante reflexionar sobre los vicios y las virtudes: nos ayuda a superar la cultura nihilista en la que los contornos entre el bien y el mal permanecen borrosos y, al mismo tiempo, nos recuerda que el ser humano, a diferencia de cualquier otra criatura, siempre puede trascenderse a sí mismo, abriéndose a Dios y caminando hacia la santidad.
El combate espiritual, entonces, nos conduce a mirar desde cerca aquellos vicios que nos encadenan y a caminar, con la gracia de Dios, hacia aquellas virtudes que pueden florecer en nosotros, llevando la primavera del Espíritu a nuestra vida.
(Audiencia 3 de enero 2024)