¡Cuántas quejas hay en el mundo! Nos quejamos de todo, y lo malo está en que lo hacemos sin pensar. Quizá pensando seriamos más prevenidos. Que ¿por qué digo eso? Pues sencillamente por una historieta que ha llegado a mis manos... pero dejémonos de explicaciones, y ahí la tienes por si también a ti te hace pensar.
Un joven se quejaba un día de Dios y lo hacia en estos términos: "El buen Dios envía a los demás las riquezas, pero a mí no me ha dado nada. ¿Cómo podré abrirme paso en la vida sin nada?"
Un anciano que escuchó su queja, se le acercó y le dijo: "¿Eres tan pobre como crees? ¿No te ha dado Dios juventud y salud?"
"No lo niego, y puedo estar orgulloso de mi fuerza y de mi juventud."
Entonces el anciano tomándole la mano derecha, le dijo: "¿Por cuánto te la dejarías cortar? ¿Por cuántos "manes" de yenes?"
"¡Qué dices! ¿Dejarme cortar la mano? Ni por nada."
"¿Y la izquierda?"
"Tampoco."
"¿Consentirías por cien mil yenes volverte ciego?"
"Ni por cien mil ni por cientos de miles. Dios me libre. No daría uno de mis ojos por una fortuna."
"Entonces, ¿de qué te quejas? —dijo el anciano—. ¿No ves que Dios te ha dado una inmensa fortuna? Ve, y sé agradecido en lo sucesivo."
Lo dice el refrán: "No hay peor ciego que el que no quiere ver." Y el no querer ver, es hacerse desagradecido y brusco con Dios y con los demás.