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La liturgia de hoy nos habla del fundamento ...

Vigésimo Séptimo Domingo Del Tiempo Ordinario

 

6 De Octubre De 2024

 

La liturgia de hoy nos habla del fundamento de la vida matrimonial; el hombre y la mujer que en el paraíso nacen para complementarse; que en la mentalidad evangélica se unen con vínculos indisolubles y que siguen a Cristo que une en sí la gloria de la divinidad y la humildad de nuestra naturaleza.

 

ORACION COLECTA

Oh Dios, dador de la vida, que quieres que los hombres vivamos no en la soledad y el aislamiento, sino ayudándonos y sosteniéndonos mutuamente, derrama tu amor desbordante sobre los que aquí hoy nos reunimos en torno a Cristo. Por Jesucristo nuestro Señor.

PRIMERA LECTURA: Gén 2,18-20

El hombre pone nombre a todos los animales creados por Dios y los hace suyos. Pero con la mujer no sucede así. Es Dios quien lleva la mujer al hombre. La otra persona es el don más hermoso e importante que Dios nos hace a cada uno de nosotros.

 

SALMO RESPONSORIAL
R/ QUE EL SEÑOR NOS BENDIGA TODOS LOS DIAS DE NUESTRA VIDA.


Felices los que temen al Señor
Y siguen sus caminos.
Comerás del trabajo de tus manos;
Esto será tu fortuna y tu dicha.

Tu esposa será como vid fecunda
En medio de tu casa.
Tus hijos serán como olivos nuevos
Alrededor de tu mesa.

Así será bendito
El hombre que teme al Señor.
¡Que el Señor te bendiga desde Sion;
Que puedas ver la dicha de Jerusalén
Durante todos los días de tu vida!

¡Que veas a los hijos de tus hijos
¡Y en Israel, la paz!

SEGUNDA LECTURA: Hb 2,9-11

La segunda lectura nos recuerda que los sufrimientos y la cruz llevados con fe y amor son el camino privilegiado hacia la salvación. Nadie puede salvarse ni salvar a otros si no está dispuesto a llevar la cruz.


ALELUYA

Aleluya, aleluya.
Si nos amamos unos a otros, Dios permanece en nosotros, y su amor ha llegado en nosotros a su plenitud.
Aleluya, aleluya.


Decídete

Se cuenta de un maestro de la ley que había servido fielmente a Dios durante toda su vida. Por eso, con toda confianza, un día se atrevió a decirle a Dios: "Señor, he sido un devoto adorador tuyo y he obedecido siempre la Ley. He sido una buena persona, pero he envejecido y ahora necesito tu ayuda. Señor, déjame ganar la lotería para tener así una vejez tranquila." Y rezó, y rezó...

Durante muchos días, semanas y meses repitió la misma petición. Y así pasaron dos años. Desesperado ya, le dijo a Dios: "Señor, decídete de una vez y dame la suerte." A lo que Dios le respondió: "Decídete tú. ¿Por qué no compras ya un billete de lotería?"

 

Lo dice el refrán popular: "A Dios rogando y con el mazo dando."