Otras Lecturas

Lo que en la sociedad se busca es el poder ...

Vigésimo Noveno Domingo Del Tiempo Ordinario

 

20 De Octubre De 2024

 

Lo que en la sociedad se busca es el poder, el dominio sobre los demás. Jesús tiene otra lógica: nos propone el espíritu de servicio. El nos enseña el camino como Siervo que da su propia vida para justificar a muchos y es también él quien, conocedor de nuestra debilidad, intercede ante Dios para alcanzarnos la gracia de la misericordia.


 

ORACION COLECTA

Oh, Dios, rico en dones y gracias, tu Hijo Jesús ofreció su propia vida por la salvación de todos. Haz que nosotros, aun en medio del sufrimiento y de la prueba, sepamos descubrir la esperanza en esa misma cruz de Cristo. Por nuestro Señor Jesucristo.

 

PRIMERA LECTURA: Is 53, 10-11


El siervo de Dios es aquel que no sólo ayuda a los demás con palabras, sino que carga sobre sus hombros los males ajenos.


SALMO RESPONSORIAL
R/ QUE TU MISERICORDIA, SEÑOR, VENGA SOBRE NOSOTROS, COMO LO ESPERAMOS DE TI.


Recta es la palabra del Señor,
Y verdad toda obra de sus manos.
El ama la justicia y el derecho,
Y la tierra está llena de su gracia.

Está el ojo del Señor sobre los que le temen,
Y sobre los que esperan en su amor,
Para arrancar sus vidas de la muerte
Y darles vida en momentos de hambruna.

En el Señor nosotros esperamos,
Él es nuestra defensa y nuestro escudo.
Venga, Señor, tu amor sobre nosotros,
Como en ti pusimos nuestra confianza.


SEGUNDA LECTURA: Hb 4, 14-16

Si todo sacerdote tiene como misión el unir a los hombres de Dios, Jesús, verdadero hombre y verdadero de Dios, se convierte en el Sumo Sacerdote que une definitivamente con él a la humanidad rescatada.


ALELUYA

Aleluya, aleluya.
El Hijo del hombre ha venido para servir y dar su vida en rescate por todos.
Aleluya, aleluya.


EVAGELIO SEGÚN SAN MARCOS: Mc 10, 35-45.

El camino de Cristo, servidor de todos, contrasta con el que prefieren los discípulos. El Evangelio nos exhorta a despojarnos de las aspiraciones de poder en favor del servicio a todos.


VICIOS Y VIRTUDES.

LA JUSTICIA

 

 

Llegamos hoy a la segunda de las virtudes cardinales: vamos a hablar de la justicia. Es la virtud social por excelencia. El Catecismo de la Iglesia Católica la define así: «La virtud moral che consiste en la constante y firme voluntad de dar a Dios y al prójimo lo que les es debido» (n. 1807). Esta es la justicia. A menudo, cuando se nombra la justicia, se cita también el lema que la representa: “unicuique suum”, o sea, “a cada uno lo suyo”. Es la virtud del derecho, que trata de regular las relaciones entre las personas con equidad.

Está representada alegóricamente por la balanza, porque su objetivo es "igualar las cuentas" entre los hombres, sobre todo cuando corren el riesgo de verse distorsionadas por algún desequilibrio. Su finalidad es que en una sociedad cada uno sea tratado según su dignidad. Pero los antiguos maestros ya enseñaban que esto requiere también otras actitudes virtuosas, como la benevolencia, el respeto, la gratitud, la afabilidad, la honestidad: virtudes que contribuyen a la buena convivencia entre las personas. La justicia es una virtud para una buena convivencia entre las personas.

Todos comprendemos que la justicia es fundamental para la convivencia pacífica en la sociedad: un mundo sin leyes que respeten los derechos sería un mundo en el que es imposible vivir, se parecería a una jungla. Sin justicia no hay paz. Sin justicia no hay paz. De hecho, si no se respeta la justicia, se generan conflictos. Sin justicia, se ratifica la ley del fuerte sobre los débiles, y eso no es justo.

Pero la justicia es una virtud que actúa tanto en lo grande como en lo pequeño: no sólo concierne a las salas de los tribunales, sino también a la ética que caracteriza nuestra vida cotidiana. Establece relaciones sinceras con los demás: cumple el precepto del Evangelio según el cual el hablar cristiano debe ser: «“Sí, sí”, “No, no”; Todo lo que se dice de más, procede del Maligno.» (Mt 5,37). Las medias verdades, los discursos sutiles que buscan engañar al prójimo, las reticencias que ocultan las verdaderas intenciones no son actitudes acordes con la justicia. La persona justa es recta, sencilla y directa, no usa máscaras, se presenta tal como es, dice la verdad. En sus labios se encuentra a menudo la palabra "gracias": sabe que, por más que nos esforcemos para ser generosos, estamos siempre en deuda con nuestro prójimo. Si amamos es también porque hemos sido amados primero. Continuará…


 

 

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