Brillaís como lumbreras del mundo, mostrando una razon para vivir.
Octavo Domingo Del Tiempo Ordinario
2 De Marzo De 2025
Ver como mira Dios: este es el tema de la Liturgia de hoy. Las palabras son manifestaciones de lo que somos y queremos, y si aspiramos a que Dios nos mire con amor el día de la resurrección, el evangelio nos indica el camino de la sinceridad en palabras y relaciones.
ORACION COLECTA
Concédenos tu ayuda, Señor, para que el mundo progrese segun tus designios, gocen las naciones de una paz estable y tu Iglesia se alegre de poder servirte con una entrega confiada y pacifica. Por nuestro Señor Jesucristo.
PRIMERA LECTURA
Hablar palabras de sabiduría, palabras que ayuden a nuestros hermanos, solo es posible al que tiene un corazón santo.
SALMO RESPONSORIAL
R/ ES BUENO DAR GRACIAS AL SEÑOR
Es bueno dar gracias al Señor,
Y tañer para tu nombre, oh Altísimo.
Proclamar por la mañana tu misericordia
Y de noche tu fidelidad.
El justo crecerá como palmera,
Se alzará como cedro del Líbano;
Plantado en la casa del Señor,
Crecerá en los atrios de nuestro Dios.
En la vejez seguirá dando fruto,
Y estará lozano y frondoso;
Para proclamar que el Señor es justo,
Que en mi roca no existe la maldad.
SEGUNDA LECTURA: 1 Cor 15, 54-58
Muchas de nuestras decisiones equivocadas
Son hijas del temor. El apostol San Pablo nos invita a vivir sin temer a nadie, ni a la muerte misma. A vivir con los ojos fijos a Cristo.
ALELUYA
Aleluya, aleluya.
Brillaís como lumbreras del mundo, mostrando una razon para vivir.
Aleluya, aleluya.
EVANGELIO SEGUN SAN LUCAS: Lc 6, 39-45
El amor no es simplemente buena educacion, amar de verdad a los demás es un fruto que solo puede producir una vida santa.
1. El Espíritu De Dios Se Cernía Sobre Las Aguas
El Espíritu Y La Esposa. El Espíritu Santo Guía Al Pueblo De Dios Al Encuentro Con Jesús, Nuestra Esperanza.
Esta línea de desarrollo resulta muy clara en el Nuevo Testamento, que describe la intervención del Espíritu Santo en la nueva creación utilizando precisamente las imágenes que leemos en relación con el origen del mundo: la paloma que se cierne sobre las aguas del Jordán en el bautismo de Jesús (cf. Mt 3,16); Jesús que, en el Cenáculo, sopla sobre los discípulos y les dice: «Reciban el Espíritu Santo» (Jn 20,22), del mismo modo que al principio Dios sopló su aliento sobre Adán (cf. Gn 2,7).
El apóstol Pablo introduce un nuevo elemento en esta relación entre el Espíritu Santo y la creación. Habla de un universo que «gime y sufre como con dolores de parto» (cf. Rm 8,22). Sufre a causa del hombre que lo ha sometido a la «esclavitud de la corrupción» (cf. vv. 20-21). Es una realidad que nos concierne de cerca y de forma dramática. El Apóstol ve la causa del sufrimiento de la creación en la corrupción y el pecado de la humanidad, que la ha arrastrado en su alejamiento de Dios. Esto sigue siendo tan cierto hoy como entonces. Vemos los estragos que la humanidad ha causado y sigue causando en la creación, especialmente por parte de quienes tienen mayor capacidad para explotar los recursos naturales.
San Francisco de Asís nos muestra una salida, hermosa, para volver a la armonía del Espíritu: el camino de la contemplación y la alabanza. El quería que desde las criaturas se elevara un cántico de alabanza al Creador. Recordemos: «Alabado seas, mi Señor...», el cántico de Francisco de Asís.
Un salmo (19, 1) dice así: «Los cielos proclaman la gloria de Dios»; pero necesitan al hombre y a la mujer para dar voz a este grito mudo. Y en el «Santo» de la Misa repetimos cada vez: «Los cielos y la tierra están llenos de tu gloria». Están, por así decirlo, “grávidos” de ella, pero necesitan las manos de una buena comadrona para dar a luz esta alabanza suya. Nuestra vocación en el mundo, nos recuerda de nuevo Pablo, es ser «alabanza de su gloria» (Ef 1,12). Es anteponer la alegría de contemplar a la alegría de poseer. Y nadie se ha alegrado más de las criaturas que Francisco de Asís, que no quería poseer ninguna de ellas.