Otras Lecturas

 

20 De Julio De 2025

 

 

 

La acogida, este es el tema de la Liturgia de hoy. Abraham acoge hospitalario a los caminantes desconocidos, y abre su vida al don que le ofrece el Señor. Marta y María acogen a Jesús, y abren sus vidas al servicio y la oración. Todo el que acoge la palabra de Dios siente la necesidad de anunciarla sin descanso para que todos lleguen a la madurez de la plenitud de Cristo.

 

Iglesia San Ignacio

 

ORACION COLECTA

Oh Dios, fuente de la salvación, tú estás siempre a nuestro lado y no cesas de comunicarte con nosotros. Haz que hoy, reunidos como hijos tuyos, sepamos prestar oído atento a tu palabra. Por nuestro Señor Jesucristo.

PRIMERA LECTURA: Gén 18:1-10

Abraham practica la virtud de la hospitalidad con sus hermanos y con Dios, presente en cada hermano necesitado. Y Dios nunca se deja ganar en generosidad.

SALMO RESPONSORIAL: Sal 15:1-2, 3-4 y 6
R/ SEÑOR, ¿QUIEN PUEDE HOSPEDARSE EN TU TIENDA?

1. El que es irreprochable
y actúa con justicia,
el que dice la verdad de corazón
y no forja calumnias. R/

2. El que no daña a su hermano
ni al prójimo molesta con agravios;
el que menosprecia al criminal,
pero honra a los que temen al Señor. R/

3. El que no presta dinero a interés
ni acepta sobornos
para perjudicar al inocente.
Quien obra así jamás vacilará. R/

 

SEGUNDA LECTURA: Col 1:24-28

Pablo se identifica con Cristo y sufre, como El, la persecución. El servicio pastoral no es para él un camino triunfalista, sino una lucha dolorosa por hacer del mundo en que vivimos el Reino deseado por Dios.

ALELUYA: Lc 8:15

Aleluya, aleluya.
Dichosos los que con un corazón noble y generoso guardan la palabra de Dios y dan fruto perseverando.
Aleluya.

EVANGELIO SEGUN SAN LUCAS: Lc 10:38-42

Trabajar por Jesús sin dejar de escuchar su voz.
Servirlo prestando siempre atención a su voluntad. He aquí la figura del auténtico discípulo de Jesús.

 

Comentario Al Evangelio

Lc 10, 38-42

San Lucas pone este pasaje a continuación de la parábola en la que Jesús se identifica con el Samaritano que atendió al hombre herido por unos bandoleros y le buscó una posada. En el camino hacia Jerusalén, el Buen Samaritano busca alojamiento en casa de dos mujeres, Marta y María. Ahora hay una casa que le aloja. El que enseña a acoger, ahora es acogido.

Iglesia San Ignacio

Poco sabemos de estas dos mujeres que lo reciben: sólo que son las hermanas de Lázaro (cf. Jn 11, 1-5). María podría ser la mujer que, en Betania, ungió al Señor antes de su pasión (Mc 14,3-9; Mt 26,6-13). Y algunos comentaristas creen que es la misma mujer que –según Lc 7, 36ss– se acercó a Jesús con un vaso de alabastro lleno de un perfume precioso y lo derramó sobre sus pies.

Marta critica a su hermana porque no la ayuda en los trabajos materiales, en que ella se afana para acoger a Jesús, como cree que debe hacerlo. Pero Jesús le replica, invitándola a hacer suya la actitud de María que, a sus pies, escucha con atención su palabra. Sin la palabra del Señor todo pierde su auténtico valor e incluso “sabor”.

Se ha dicho tradicionalmente que Marta representa la actividad y María la oración. Pero no hay que contraponer a Marta con María ni a la acción con la oración, hay que integrarlas. Lo que enseña el texto de Lucas es que se ha de purificar la acción por medio de la oración y escucha del Señor porque, sin esto, la acción –aunque sea buena y prolífera– puede perder orientación y convertirse en búsqueda de uno mismo. Con la oración, que nos hace escuchar la Palabra, nuestra acción se ahonda y purifica.

María ha escogido la parte mejor, y no se la quitarán. Jesús elogia la sencilla y sincera receptividad para la escucha. Con esa disposición, la persona deja entrar en su corazón el amor, que es lo que da sentido a todo lo que hace por los demás. “Lo único necesario” es experimentar vitalmente el ser amado sin condiciones. Esto, y sólo esto, da al cristiano la íntima certidumbre de la que brota la calma y la quietud frente a toda circunstancia. El deber no basta. Hay que descubrir el valor de lo gratuito. Ya los profetas lo habían intuido: “Se salvarán si se convierten y se calman; pues en la confianza y la calma esta su fuerza”, dice Isaías (30,15).

Necesitamos integración personal y calma interior porque solemos andar divididos y ansiosos. Los quehaceres materiales y los negocios del mundo ahogan en nosotros, como zarzas y malezas, la semilla sembrada en nuestra tierra. Necesitamos parar, recogernos en nuestro interior y ponernos a los pies del Maestro cada día. Él nos recordará: Busquen, más bien, el Reino y todas las cosas se les darán por añadidura (Mt 6,33; Lc 12,31).

Dejar de escuchar la palabra del Señor, por muchas pretendidas obras buenas e importantes que se hagan, significa tanto como apartarse del reino y correr el riesgo de echarse a perder. Pensemos, pues, en lo importante que es saber integrar el servicio a los demás con la escucha de la palabra de Jesús, sin tratar de rebajar ésta con falsos pretextos.

Al mismo tiempo, el pasaje de Marta y María nos recuerda que Dios está llamando continuamente a nuestra puerta. Lo que pasa es que no queremos oír su llamada o no sabemos cómo acogerlo. Pero hay algo que el texto evangélico hace evidente: Cuando Cristo llama a mi puerta en la forma de un hombre o una mujer que necesita mi ayuda, lo que debo hacer no puede consistir solamente en darle cosas (por valiosas que sean, y que a fin de cuentas es Él mismo quien nos las da), sino ante todo hacerme consciente de que es Él quien viene a mí como un regalo en ese hermano o hermana que ha tocado a mi puerta.

Esto, pues, debe reflejarse en el trato que le doy. Quien a ustedes acoja a mí me acoge (Mt 10,40). “Hospes sicut Christus”, al huésped se le recibe como a Cristo, dice la regla benedictina: “Recíbanse a todos los huéspedes que llegan como a Cristo. …Y al recibir a pobres y peregrinos se tendrá el máximo de cuidado y solicitud, porque en ellos se recibe especialmente a Cristo, pues cuando se recibe a ricos, el mismo temor que inspiran, induce a respetarlos” (Regla de San Benito).

 

P. Carlos Cardó, SJ

Tomado de: Jesuitas Liturgia