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El Señor antes de irse saluda a los suyos y da ... 

Cómo Da La Paz El Mundo Y Cómo La Da El Señor

 

El Señor antes de irse saluda a los suyos y da el don de la paz (cf. Jn 14,27-31), la paz del Señor: «Os dejo la paz, mi paz os doy; no os la doy como la da el mundo» (v. 27). No se trata de la paz universal, esa paz sin guerras que todos nosotros deseamos que haya siempre, sino la paz del corazón, la paz del alma, la paz que cada uno de nosotros tiene dentro. Y el Señor la da, pero —subraya — «no os la doy como la da el mundo» (v. 27). ¿Cómo da la paz el mundo y cómo la da el Señor? ¿Son paces diferentes? Sí.

 

 

El mundo te da la “paz interior” —estamos hablando de esta, la paz de tu vida, ese vivir con el “corazón en paz”—, te da la paz interior como una posesión tuya, como algo que es tuyo y te aísla de los demás, te mantiene en ti, es una adquisición tuya: tengo la paz. Y tú, sin darte cuenta, te encierras en esa paz, es una paz un poco para ti, para cada uno; es una paz “sola”, es una paz que te hace estar tranquilo, incluso feliz. Y en esta tranquilidad, en esta felicidad te adormece un poco, te anestesia y hace que te quedes contigo mismo con cierta tranquilidad. Es un poco egoísta: la paz para mí, encerrada en mí. Así es como el mundo da la paz (cf. v. 27). Y es una paz cara, porque tienes que cambiar constantemente los “instrumentos de paz”: cuando algo te entusiasma, cuando una cosa te da paz, luego se acaba y tienes que encontrar otra... Es cara porque es provisional y estéril.