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Vicios Y Virtudes

18. La Esperanza

El cristiano tiene esperanza no por mérito propio. Si cree en el futuro, es porque Cristo murió, resucitó y nos dio su Espíritu. «Se nos ofrece la salvación en el sentido de que se nos ha dado la esperanza, una esperanza fiable, gracias a la cual podemos afrontar nuestro presente» (ibid., 1). En este sentido, una vez más, decimos que la esperanza es una virtud teologal: no emana de nosotros, no es una obstinación de la que queremos convencernos, sino que es un don que viene directamente de Dios.

 

 

A muchos cristianos dubitativos, que no habían renacido del todo a la esperanza, el apóstol Pablo les presenta la nueva lógica de la experiencia cristiana: «Si Cristo no resucitó, vana es la fe de ustedes y ustedes siguen en sus pecados. Por tanto, también los que durmieron en Cristo perecieron. Si solamente para esta vida tenemos puesta nuestra esperanza en Cristo, ¡somos los más dignos de compasión de todos los hombres!» (1 Cor 15,17-19). Es como si dijera: si crees en la resurrección de Cristo, entonces sabes con certeza que no hay derrota ni muerte para siempre. Pero si no crees en la resurrección de Cristo, entonces todo se vuelve vacío, incluso la predicación de los Apóstoles.

La esperanza es una virtud contra la que pecamos a menudo: en nuestras nostalgias malas, en nuestras melancolías, cuando pensamos que las felicidades pasadas están enterradas para siempre. Pecamos contra la esperanza cuando nos abatimos ante nuestros pecados, olvidando que Dios es misericordioso y más grande que nuestros corazones. No lo olvidemos, hermanos y hermanas: Dios perdona todo, Dios perdona siempre. Somos nosotros los que nos cansamos de pedir perdón. Pero no olvidemos esta verdad: Dios lo perdona todo, Dios perdona siempre. Pecamos contra la esperanza cuando nos abatimos ante nuestros pecados; pecamos contra la esperanza cuando en nosotros el otoño anula la primavera; cuando el amor de Dios deja de ser para nosotros un fuego eterno y nos falta la valentía de tomar decisiones que nos comprometen para toda la vida.