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Homilía Del Santo Padre León Xiv (Extracto)

 

Basílica de San Juan de Letrán 
VI Domingo de Pascua, 25 de mayo de 2025

(…) La Iglesia de Roma es heredera de una gran historia, consolidada en el testimonio de Pedro, de Pablo y de innumerables mártires, y tiene una misión única, perfectamente indicada por lo que está escrito en la fachada de esta catedral: ser Mater ómnium Ecclesiarum, Madre de todas las Iglesias.


Frecuentemente el Papa Francisco nos invitaba a reflexionar sobre la dimensión materna de la Iglesia (cf. Exhort. ap. Evangelii gaudium, 46-49.139-141; Catequesis, 13 enero 2016) y sobre las características que le son propias: la ternura, la disponibilidad al sacrificio y esa capacidad de escucha que permite no sólo socorrer, sino a menudo prever las necesidades y las expectativas, antes incluso de que se formulen. Son rasgos que deseamos que vayan creciendo en el Pueblo de Dios en todas partes, también aquí, en nuestra gran familia diocesana: en los fieles, en los pastores y, antes que nadie, en mí mismo. 


(…) Por mi parte, expreso el deseo y el compromiso de entrar en este vasto proyecto poniéndome, en la medida de lo posible, a la escucha de todos, para aprender, comprender y decidir juntos: “cristiano con ustedes y Obispo para ustedes”, como decía san Agustín (cf. Sermón 340,1). Les pido que me ayuden a realizarlo mediante un esfuerzo común de oración y de caridad, recordando las palabras de san León Magno: «que en todas las cosas que hacemos rectamente, Cristo es quien realiza la obra de nuestro ministerio. No nos gloriamos en nosotros, que nada podemos sin Él, sino en Aquel que es nuestro poder» (Serm. 5, de natali ipsius, 4).


A estas palabras quisiera agregar, para concluir, las del beato Juan Pablo I, que el 23 de septiembre de 1978, con el rostro radiante y sereno que ya le había valido el apelativo de “el Papa de la sonrisa”, saludaba así a su nueva familia diocesana: «San Pío X, al entrar como Patriarca en Venecia, exclamó en San Marcos: “¿Qué sería de mí, venecianos, si no os amase?” Algo parecido digo yo a los romanos: puedo aseguraros que os amo, que solamente deseo serviros y poner a disposición de todos mis pobres fuerzas, todo lo poco que tengo y que soy» (Homilía en la toma de posesión de la cátedra de Roma, 23 septiembre 1978).


También yo quisiera expresarles todo mi afecto, con el deseo de compartir con ustedes, en el camino común, alegrías y dolores, fatigas y esperanzas. Del mismo modo, les ofrezco “todo lo poco que tengo y que soy”, y eso, lo confío a la intercesión de los santos Pedro y Pablo y a la de tantos otros hermanos y hermanas cuya santidad ha iluminado la historia de esta Iglesia y las calles de esta ciudad. La Virgen María nos acompañe e interceda por nosotros.

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