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Las Palabras De La Vocación

 

La Iglesia nos propone el cuarto domingo de Pascua como un día privilegiado para pedir por las vocaciones sacerdotales y religiosas, para esto cada año el Santo Padre nos dirige un mensaje para ayudarnos a profundizar en este tema. Este año el Papa Francisco partiendo de la escena del Evangelio de Marcos sobre la llamada de los primeros discípulos en el lago de Galilea, en la que destaca “la sorpresa” de cualquier encuentro con el Señor que permite percibir “la promesa de una alegría capaz de llenar nuestras vidas”. Y nos señala varios puntos importantes a considerar

 

“No es una “jaula” o un peso que se nos carga encima”

En un contexto de cuestionamiento radical, por ejemplo, del celibato sacerdotal vivido como una obligación impuesta a los sacerdotes, el Papa recuerda que “la llamada del Señor, por tanto, no es una intromisión de Dios en nuestra libertad”.

 

No es una “jaula” o un peso que se nos carga encima, por el contrario, es la iniciativa amorosa con la que Dios viene a nuestro encuentro y nos invita a entrar en un gran proyecto, del que quiere que participemos, mostrándonos en el horizonte un mar más amplio y una pesca sobreabundante.

 

 “No os dejéis contagiar por el miedo”

La vocación al sacerdocio o a la vida consagrada, son vocaciones que nos hacen portadores de una promesa de bien, de amor y de justicia no solo para nosotros, sino también para los ambientes sociales y culturales en los que vivimos, y que necesitan cristianos valientes y testigos auténticos del Reino de Dios.

El Papa invita a todos aquellos que se plantean una vocación sacerdotal o religiosa: “No se dejen contagiar por el miedo, que nos paraliza ante las altas cumbres que el Señor nos propone. Recuerden siempre que, a los que dejan las redes y la barca para el Señor, él les promete la alegría de una vida nueva, que llena el corazón y anima el camino”.

De ahí, explica, la necesidad para la Iglesia de ofrecer a los jóvenes “posibilidades de escucha y de discernimiento” para guiarlos en este camino.

 

María, “portadora de una promesa”

El Papa termina destaca que la vocación de María “fue al mismo tiempo una promesa y un riesgo”. Su misión no fue fácil, sin embargo, no permitió que el miedo se apoderara de ella. Su “sí” fue el “sí” de quien quiere comprometerse y el que quiere arriesgar, de quien quiere apostarlo todo, sin más seguridad que la certeza de saber que era portadora de una promesa.

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