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Releer La Propia Vida A La Luz Del Evangelio

La revisión de vida es la relectura de la propia vida a la luz de la fe.

 

Examinar el pasado para lamentarse es pérdida de tiempo.

  • Mirar los resultados para sacar vanagloria es peligroso.
  • Es sabio examinar el pasado para sacar lecciones para el porvenir.

La revisión de vida debe ser meticulosa, lúcida, sincera y valiente. Ningún contador, ninguna computadora puede reemplazarte en el establecimiento de tus propias cuentas...

Harás la revisión cada noche, cada semana, antes de cada confesión, en cada retiro. Los mejores vehículos tienen necesidad de una revisión general, los estados de salud más florecientes necesitan un chequeo general; si no, no se evitará un daño irreparable, o una enfermedad incurable.

No tomes a la ligera las pequeñas infidelidades; no hay necesidad de terribles tempestades, basta el trabajo de pequeños gusanos durante una noche para arruinar el fruto del trabajo empleado en un campo pleno de verdor.

Sufres por tus infidelidades para con el Señor. Está bien, pero esto no es suficiente. Imita a Santa Magdalena: “Te será perdonado mucho porque has amado mucho”. Imita el comportamiento de San Juan: abandonó a Cristo en el huerto de Getsemaní, pero volvió al pie de la cruz, decidido a amarlo siempre.

Tu revisión de vida sería inutil si no estuvieras dispuesto a corregirte. Si se contenta uno con revisar el motor sin repararlo, el coche no marcha.

Sólo es importante el minuto presente. No te detengas en el pasado de tus hermanos para criticarlos. No te apesadumbres en tu presente para gemir por él. Esto es ya tu pasado. No pienses en el mañana con pesimismo. Todavía está por llegar. Abandona el pasado en las manos de Dios, pon tu porvenir en la providencia y confíale todo a su misericordia.

Terminada tu revisión de vida, ¿Que tienes que hacer? Con humildad llora tus faltas como San Pedro; ponte a los pies de Cristo con el amor y la ternura de Santa Magdalena, toma la firme resolución de convertirte como Zaqueo y sé un apóstol tan entusiasta como San Pablo. Llénate de esperanza, ponte en marcha.

Si solo te apoyas en tus propias fuerzas, tus sueños seguirán siendo sueños. Pero si en ellos introduces la gracia de Dos, tus realizaciones serán admirables.

Y tenemos a Nuestra Madre, María, pues Jesús nos ha dicho: “He allí a tu Madre”.

 

(Del libro Mil y un pasos en el camino de la esperanza por el Cardenal Van Thuan). 

 

 

 

 

 
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