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Mirar Con El Corazón

Qué significa «mirar con el corazón», tener realmente «compasión» y no simple «pena» frente al dolor de las personas. A este tema dedicó el Papa la meditación en la misa celebrada en Santa Marta, el martes, 19 de septiembre. Partiendo del pasaje del Evangelio según San Lucas (7, 11-17), el del encuentro de Jesús con la viuda de Naím, el Pontífice aprovechó la ocasión para una catequesis sobre la relación del cristiano con el sufrimiento de los pobres y de los marginados.
 

 

 Francisco comenzó haciendo hincapié en que Jesús, aun estando con los discípulos en medio de una gran muchedumbre, «tuvo la capacidad de mirar a una persona», una «viuda que iba a sepultar a su único hijo». Hay que tener presente, recordó que «en el Antiguo Testamento, los más pobres eran las viudas, los huérfanos y los extranjeros y forasteros». En la Escritura se encuentran continuamente exhortaciones del tipo: «cuida de la viuda, de huérfano y del migrante». Por lo demás, «la viuda está sola, el huérfano tiene necesidad de cuidados para encajar en la sociedad» y por lo que respecta al extranjero, al migrante, se hace continuamente referencia al exilio en Egipto. Es una verdadera y auténtica «cantinela en el Deuteronomio, en el Levítico... es una cantinela... en los mandamientos...». Parece, añadió el Papa, que estos fueran precisamente «los más pobres, también más pobres que los esclavos: la viuda, el huérfano y el inmigrante, el forastero, el extranjero».


 Una atención que se vuelve a encontrar en el comportamiento de Jesús, el que «tiene la capacidad de mirar el detalle»: había tanta gente, pero él «miraba allí... Jesús mira con el corazón».


 En este punto, el Pontífice analizó el comportamiento de Jesús e individuó «tres palabras que nos ayudan a entender que hizo» para estar junto a la viuda, para «ir por el mismo camino».


 Para empezar, «tuvo compasión». Se lee, de hecho, que «viéndola, el señor fue preso de una gran compasión por ella». La compasión, explicó Francisco, «es un sentimiento que fascina, es un sentimiento del corazón, de las vísceras, compromete todo». Sobre todo, «no es lo mismo que la “pena”» ni que quien dice «...” ¡qué pena, pobre gente!”: no, no es lo mismo». La compasión, de hecho «implica, es “ir con”» Y Jesús «se implica con una viuda y con un huérfano». Alguno, observó el Pontífice, podría objetar: «Pero di, tú tienes toda una multitud aquí, ¿por qué no hablas a la multitud? Déjalo... la vida es así... hay tragedias que suceden, ocurren...». Y en cambio «no. Para Él eran más importantes aquella viuda y aquel huérfano muerto que la multitud a la que estaba hablando y que lo seguía». Porque, explicó el Papa, «su corazón, sus vísceras se habían implicado. El Señor, con su compasión, se había implicado en este caso. Tuvo compasión»


 

(martes 19 de septiembre de 2017)

 

 
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