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Mirar Con El Corazón

Hay después «una segunda palabra» a notar: Jesús «se acercó. La compasión lo empujó a acercarse». Explicó Francisco: “Acercarse es una señal de compasión. Yo puedo ver tantas cosas, pero no acercarme. Igual siento un dolor... pero, pobre gente...». Y sin embargo acercarse es otra cosa. El Evangelio añade un detalle: Jesús dijo «no llores» a la mujer. Y el Pontífice a tal respecto reveló: «a mí me gusta pensar que “el Señor, cuando decía esto a aquella mujer, la acariciaba”; Él tocó a la mujer y tocó el ataúd». Es necesario, dijo, «acercarse y tocar la realidad. Tocar. No mirarla desde lejos».

 


 Sucede después el milagro de la resurrección del hijo de la viuda. Y «Jesús no dice: “Hasta pronto, yo continúo el camino”», sino «toma al chico y ¿qué dice? “lo devolvió a su madre”». He aquí la tercera palabra clave: «restituir. Jesús hace milagros para restituir, para poner en el lugar preciso a las personas. Y es eso lo que ha hecho con la redención». Dios «tuvo compasión, se acercó a nosotros en su hijo y nos restituyó a todos en la dignidad de hijos de Dios. Nos ha recreado a todos».


 Un ejemplo que cada cristiano debe seguir en la vida de cada día: «También nosotros debemos hacer lo mismo», explicó el Papa dando un ejemplo concreto. Sucede, de hecho, que «muchas veces vemos los telediarios o la portada de los periódicos, las tragedias... pero mira, en ese país los niños no tienen qué comer; en aquel país los niños hacen de soldados; en ese país las mujeres son esclavizadas; en aquel país... ¡oh, qué calamidad! Pobre gente...». Pero después «cambio de página y paso a la novela, a la telenovela que viene después. Y esto no es cristiano».


 Desde aquí la invitación a un examen de conciencia: «¿Soy capaz de tener compasión, de rezar?, cuando veo estas cosas que me llevan a casa a través de los medios, la televisión... ¿Se mueven las vísceras? El corazón palpita con esa gente, o siento pena, digo “pobre gente”», y después, ¿termina ahí?


 Y si nos damos cuenta de esto, añadió Francisco, debemos «pedir la gracia: “Señor, dame la gracia de la compasión”».


 Del mismo modo, cuando se encuentra a una persona necesitada: «¿Me acerco?, hay tantos modos de acercarse... o ¿busco ayudarlo desde lejos?». Hay, de hecho, quien se justifica diciendo: «Sepa, padre, que esta gente huele mal y a mí no me gusta olerlo, porque esta gente no se ducha, huele mal...».


 Y entonces, añadió el Pontífice, cada cristiano debería preguntarse: «¿Soy capaz —con la oración de intercesión, con mi trabajo como cristiano— de ayudar a fin de que la gente que sufre consiga ser reintegrada en la sociedad, en la vida de familia, en la vida del trabajo, en la vida cotidiana?»


 Desde aquí la exhortación final: «Pensemos en estas tres palabras: nos ayudarán. Compasión, acercarse, restituir». Con la invitación a rezar para que «el Señor nos dé la gracia de tener compasión frente a tanta gente que sufre, nos dé la gracia de acercarnos y la gracia de llevarlos de la mano en el lugar digno que Dios quiere para ellos».

 

 

(martes 19 de septiembre de 2017)

 

 
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