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Centrados En Dios

 

 

Te voy a pedir que relajes tu cuerpo y tu espíritu… con suavidad… con paz…. Sitúate ante Dios como tu centro… Haz un acto de fe en Él, adóralo en silencio…

 

Y ahora que ya estas unido a Dios y te invade un sentimiento de armonía recuerda cuales son los deseo que habitan en ti, aquí entran deseos de todo tipo, también piensa en los problemas que te afectan y las personas que normalmente tienes a tu alrededor.


Ahora que eres consciente de tus deseos de los problemas y de las personas que te rodean te puedes preguntar:

 

  • ¿Qué parte reservo a Dios en la realización de mis deseos?
  • ¿Qué parte le dejo a Dios en la resolución de mis problemas cotidianos?
  • ¿Me apoyo en Dios para solucionar los problemas, porque confío en Él, que es mi fuerza?
  • ¿Las personas que me rodean son un obstáculo o una ayuda en mi relación con Dios?


Después de haber respondido a estas preguntas ya has podido ver el lugar que ocupa Dios en tus problemas, deseos y relaciones.


Sólo Él puede dar plenitud y sentido a la vida humana y esto por dos razones que al final se convierten en una sola: porque salimos de él, fuimos hechos a su imagen y semejanza y porque tenemos como destino volverá él. Sólo él puede satisfacer a plenitud los anhelos más auténticos y profundos de nuestro corazón.


Además, centrar la vida en Dios no significa renunciar a dar la espalda a la vida sino darle un significado positivo y bueno: a lo que nos invita renunciar es a todo aquello que tiene un signo de alienación, es decir, aquello que no nos permite vivir en plenitud como sería un placer desordenado, un amor obsesionado o un apego material destructivo.


El Señor quiere que amemos a las personas y muy intensamente, pero sin que perdamos de vista el horizonte amplio del existir.


El Señor quiere que seamos felices y que gocemos de las cosas buenas de la vida, pero no quiere que vivamos esclavos del exceso del placer al grado de olvidar de vivir auténticamente.


El Señor quiere que disfrutemos de las cosas materiales, pero con mesura y orden, sin que estas se convierten en nuestros amos. Hay personas que no son felices cuando no tienen un gran carro o muchas joyas y pienso que eso no es correcto (perdón por decirlo, pero es una estupidez).


Centrar la vida Jesucristo es descubrir que Él, viviendo en nosotros, es capaz de sostener, animar, orientar y dar plenitud a nuestra existencia.
 

 

 

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