Hay Que Aceptar Con Sencillez Esta Realidad
Ante Dios, todos somos débiles, frágiles y pequeños. Hay que aceptar con sencillez esta realidad.
Nada de esto es malo. Lo malo es no creer, o hacernos daño a nosotros mismos o a nuestros semejantes, frustrando así el proyecto de felicidad que Dios tiene para cada uno de nosotros.
Tratemos de reconocer ante la mirada misericordiosa de Dios, todo lo que somos: cualidades, limitaciones, luces y sobras… todo lo que nos sobrepasa… Porque podemos alejarnos de Dios, podemos hacer fracasar toda la belleza y bondad de su cariño sobre nosotros… y también, precisamente por ello, podemos experimentar su misericordia.
No olvidemos alimentar la fe en el amor y la misericordia del Padre, revelados en Jesús, toda su vida, muerte en cruz y resurrección.