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Vigésimo Octavo Domingo Del Tiempo Ordinario

 

15 De Octubre De 2023

 

El banquete nupcial es una imagen bíblica que resalta el amor gratuito de Dios. Es esperanza humana en un futuro de gozo y salvación para todos, pero es también un juicio por no aceptar esa invitación o por confiarse demasiado. Todos tenemos una vida, regalo de Dios, y con ella, como Pablo, nos vestimos con el traje de la alegría y de la confianza en Aquel que nos conforta.

 

 

ORACION COLECTA

Te pedimos Señor, que tu gracia continuamente nos preceda y acompañe, de manera que estemos dispuestos a obrar siempre el bien. Por nuestro Señor Jesucristo

 

PRIMERA LECTURA: Is 26:6-10

Dios prepara para todos los hombres una fiesta, un gran banquete. La auténtica vida, la salvación, es un don gratuito que Dios ofrece a todos los pueblos y todas las personas que quieran aceptar su invitación.

 

SALMO RESPONSORIAL
R/ HABITARÉ EN LA CASA DEL SEÑOR POR AÑOS SIN TÉRMINO.



El Señor es mi pastor, nada me falta;
En verdes pastos él me hace reposar.
A las aguas de descanso me conduce,
Y reconforta mi alma.

Por el camino del bueno me dirige,
Por amor de su nombre.
Aunque pase por quebradas oscuras,
No temo ningún mal, porque tú estás conmigo,
Con tu vara y tu bastón, y al verlas voy sin miedo.

La mesa has preparado para mí,
Frente a mis adversarios,
Con aceites perfumas mi cabeza
Y rellenas mi copa.

Irán conmigo la dicha y tu favor,
Mientras dure mi vida,
Mi mansión será la casa del Señor
Por los largos, largos días.

 

SEGUNDA LECURA: Flp 4, 12-14, 19-20

Pablo agradece a todos los que se preocupan por ayudarlo, pero les recuerda también que la pobreza material no representa para él una gran desgracia. El amor de Dios es su mayor riqueza.

 

ALELUYA

Aleluya, aleluya.
El Padre de nuestro Señor Jesucristo ilumine los ojos de nuestro corazón, para conocer cuál es la esperanza a la que nos llama.
Aleluya, aleluya.

 

EVANGELIO SEGÚN SAN MATEO: Mt 22; 1-14

Dios invita misericordia y gratuitamente a participar del banquete de la salvación. Pero nos recuerda también que la bondad de Dios exige una respuesta generosa y responsable de nuestra parte.


La Pasión Por La Evangelización: El Celo Apostólico Del Creyente.

El Beato José Gregorio Hernández Cisneros, Médico De Los Pobres Y Apóstol De Paz


Pero preguntémonos: ¿de dónde le venía a José Gregorio todo este entusiasmo, todo este celo? Venía de una certeza y de una fuerza. La certeza era la gracia de Dios. Él escribió que «si en el mundo hay buenos y malos, los malos lo son porque ellos mismos se han hecho malos: pero los buenos no lo son sino con la ayuda de Dios» (27 de mayo 1914). Y él era el primero en sentir la necesidad de gracia, que mendigaba en las calles y tenía necesidad extrema del amor. Y esta es la fuerza a la que recurría: la intimidad con Dios. Era un hombre de oración – está la gracia de Dios y la intimidad con el Señor – era un hombre de oración que participaba en la misa.


Y en contacto con Jesús, que se ofrece en el altar por todos, José Gregorio se sentía llamado a ofrecer su vida por la paz. El primer conflicto mundial estaba ocurriendo. Llegamos así al 29 de junio de 1919: un amigo le visita y le encuentra muy feliz. José Gregorio se había enterado de que se había firmado el tratado que pone fin a la guerra. Su ofrenda de paz ha sido acogida, y es como si él presagia que su tarea en la tierra se ha terminado. Esa mañana, como era habitual, había ido a misa y entonces baja por la calle para llevar una medicina a un enfermo. Pero mientras atraviesa la calle, es atropellado por un vehículo; llevado al hospital, muere pronunciando el nombre de la Virgen. Su camino terreno concluye así, en una calle mientras realiza una obra de misericordia, y en un hospital, donde había hecho de su trabajo una obra maestra como médico.


Hermanos, hermanas, ante este testigo preguntémonos: yo, delante de Dios presente en los pobres cerca de mí, frente a quien en el mundo sufre más, ¿cómo reacciono? ¿Y el ejemplo de José Gregorio cómo me toca? Él nos estimula en el compromiso delante de las grandes cuestiones sociales, económicas y políticas de hoy. Muchos hablan, muchos hablan mal, muchos critican y dicen que todo va mal. Pero el cristiano no está llamado a esto, sino a ocuparse, a ensuciarse las manos: sobre todo, como nos ha dicho san Pablo, a rezar (cfr 1 Tm 2,1-4), y después a comprometerse no en chismorreos – el chismorreo es una peste - sino a promover el bien y a construir la paz y la justicia en la verdad. También esto es celo apostólico, es anuncio del Evangelio, y esto es bienaventuranza cristiana: «bienaventurados los que trabajan por la paz» (Mt 5,9). Vamos adelante en el camino del beato Gregorio: un laico, un médico, un hombre de trabajo cotidiano que el celo apostólico ha impulsado a vivir haciendo la caridad durante toda la vida. 
 

 

 
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